España cuenta con dieciséis Parques Nacionales, once de ellos ubicados en la península, cuatro en las Islas Canarias y el del Archipiélago de Cabrera, en el archipiélago balear. Cada uno de ellos brilla por su rica flora y fauna, y lo cierto es que merece mucho la pena visitarlos, siempre respetando las normas y cuidándolos lo máximo posible. Así, al hablar del Parque Nacional de Ordesa, cuatro pueblos destacan por encima del resto.
Ubicado en pleno corazón de los Pirineos, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es uno de los espacios naturales que pasó a ser protegido en Europa. El valle de Ordesa, sus senderos y maravillas como el Torzal del Mallo, la Cascada del Estrecho o el Bosque de las Hayas dejan sin palabras a todo aquel que los visita. Asimismo, buitres y águilas sobrevuelan el lugar a la vez que sarrios y marmotas conviven entre la tupida vegetación.
Los pueblos del Parque Nacional de Ordesa
Pero visitar este increíble enclave no solo es posible desplazándose hasta el lugar a cosa hecha. Para una experiencia inmersiva y una escapada inolvidable, cuatro pueblos dan la bienvenida a todo aquel que quiera hospedarse en ellos. Justo a la entrada del valle de Ordesa se emplaza Torla, una pequeña localidad típicamente pirenaica. Sus calles empedradas, balcones floridos y pequeños recovecos hacen de ella un lugar mágico en el que también se puede disfrutar de una bonita iglesia, museo etnológico, restos de un castillo medieval y varias casas señoriales.
La Pradera de Ordesa es el punto de partida de muchas rutas de senderismo disponibles en el lugar. Esta, como no podía ser de otra manera, es la actividad estrella del lugar, aunque no es la única. El entorno montañoso ofrece un lugar perfecto para hacer escalada, y son muchos los que también optan por sacar la bicicleta y realizar deportes de aventura, como el descenso de barrancos, drafting o parapente.
Un enclave privilegiado
Otro pueblo que debe ser visitado al ir a disfrutar del Parque Nacional de Ordesa es Aínsa, una preciosa villa medieval del Pirineo aragonés. Una vez más, su arquitectura es lo que le hace especial, de estilo medieval y conservada con cuidado y esmero. Así, su Plaza Mayor no deja indiferente a nadie, así como su imponente castillo. Su casco antiguo ha sido declarado Conjunto Histórico y Bien de Interés Medieval, y cuenta con distintos hoteles y apartamentos rurales.
Finalmente, a la lista de cuatro pueblos imprescindibles -tras hablar de Torla y Aínsa- se han de añadir Broto y Boltaña. El primero de ellos se localiza en la comarca de Sobrarbe. Su célebre Casa del Valle y una torre defensiva del siglo XVI -que funcionó como cárcel durante varios siglos- son dignas de visitar, pues esta última aún muestra grabados de algunos de sus presos. Asimismo, Boltaña mantiene la estética de calles estrechas y empedradas, así como la tranquilidad que caracteriza a todos estos pequeños pueblos.