España, a ciegas e incomunicada por un apagón eléctrico para el que no existen precedentes en la historia reciente. Eran las 12.30 de la mañana cuando se desató el caos. Unos vecinos preguntaban a otros sobre la falta de suministro, después comprobaban que la afección afectaba a todo el edificio y, al salir a las calles, se daban cuenta de que era una crisis generalizada. Hablar de barrios o incluso de ciudades se quedaba corto. Porque el apagón afectaba a toda la Península y a otros países del entorno. A ciegas; a oscuras. Un “cero”, como en escenarios técnicos se denomina a una crisis total en las infraestructuras más básicas.
Con el grueso de la ciudadanía sumida en el caos, un puñado de instituciones, públicas o privadas, tiraban de su ‘plan B’: tirar de suministros alternativos y priorizar actividades o servicios. Era el momento de desempolvar archivos guardados en el cajón. Aquellos a los que nunca se querría recurrir, pero que son imprescindibles ante una crisis total.
La preparación es tan importante como la ejecución. Esa es una de las premisas fundamentales sobre las que se articulan las Fuerzas Armadas. Por eso, los más altos estamentos militares cuentan con planes de contingencia para hacer frente ante catástrofes o situaciones sobrevenidas, ya sean provocadas o naturales. Un apagón total entra, sin duda, dentro de esta categoría.
Un documento editado por el Mando de Operaciones, titulado con el nombre de Informe Operación Balmis, detalla los preparativos a los que se enfrentaron los altos mandos militares para articular, en tiempo récord, un despliegue de la categoría que requirió la pandemia del coronavirus.
El calendario se ubica en el 14 de marzo de 2020, cuando el coronavirus dejaba de ser una mera sombra para adquirir unas dimensiones por entonces inimaginables. Los analistas del Mando de Operaciones se reunieron en previsión de que las capacidades de las Fuerzas Armadas pudiesen ser de utilidad ante esta emergencia.
Por entonces no había ningún plan específico para enfrentarse al coronavirus, pero sí que había otras operaciones planeadas que podían servir como medida de contingencia. Y, algunos de ellos, esbozan claros paralelismos con los acontecimientos que se han vivido este lunes en España.
“No se disponía de un plan de contingencia frente a epidemias que diera cobertura a la variedad de apoyos que iban a ser requeridos en esta crisis sanitaria, por lo que se emplearon como base varios COP [planes de operaciones] ya disponibles y previamente aprobados”, detalla el citado informe del Mando de Operaciones.
Eran cuatro planes. El primero tenía por nombre COP Ébola. Un título más que descriptivo, con referencias a las actividades que se tuvieron que movilizar durante la crisis del ébola en África y el consecuente despliegue de capacidades militares en España: el Ejército del Aire trasladó a España a un misionero infectado que finalmente murió, y en el hospital en que recibía tratamiento fue contagiada la enfermera Teresa Romero.
Un plan que difícilmente tendría aplicación ante un apagón eléctrico, pero los otros tres que estudió el Mando de Operaciones sí que recuerdan a la crisis vivida este lunes. El COP Cota de Malla está destinado a blindar infraestructuras críticas, como centrales nucleares, para liberar de sus funciones a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y que éstas puedan cumplir otras misiones, principalmente relacionadas con la seguridad ciudadana.
A este plan se sumó el COP Respuesta Solidaria; o lo que es lo mismo, la contribución española con un importante número de capacidades sanitarias o logísticas en una región o país azotado por una catástrofe natural. Una medida extrema que no se contempla para territorio nacional, pero que sería de interés en caso de que el apagón se hubiera extendido más allá de unas horas.
Por último, los analistas militares recuperaron el COP Emergencias, lo que supone el apoyo a las autoridades civiles por parte de la UME, con un mando y control conjunto. La reestructuración orgánica de la Unidad Militar de Emergencias dejó sin efecto esta operación, pero las lecciones aprendidas fueron clave para incorporarlas en la lucha contra la pandemia.
Desde entonces, las Fuerzas Armadas se han enfrentado a nuevas crisis sobrevenidas naturales que han obligado a desplegar las capacidades militares, y de las que también se han extraído otras conclusiones; desde la dana en la Comunidad Valenciana hasta la erupción del volcán de La Palma, pasando por la catastrófica borrasca de Filomena.
Episodios inéditos que, como un apagón general, difícilmente podrían haber sido previstos por la ciudadanía, pero para los que las Fuerzas Armadas siempre disponen de planes de contingencia en caso de requerir su activación.