Gastrópoli

Castillo de Cuzcurrita, cuando el cambio climático ayuda

Esta deliciosa bodega riojana está en los puestos de cabeza en la elaboración de vinos elegantes y refinados

  • El Cerrado con el castillo al fondo -

Hay un pueblecito en la parte más occidental de La Rioja, casi limitando con la provincia de Burgos, que se llama Cuzcurrita del Río Tirón. Muy bonito y bien cuidado, dispone de un castillo histórico de finales del siglo XIV que perteneció a Juan Martínez de Rojas, y luego pasó por diversas familias de nobles. El castillo está rodeado de una vaya de piedra con 7´5 hectáreas de terreno dentro, lo que se llama “el cerrado del castillo”, que estaba plantado de viñedo desde 1983.

En el año 1999 un grupo empresarial familiar, vasco – cántabro, compra el castillo, incluido todo el cerrado, se hace con casi unas 20 hectáreas más por el pueblo, contratan a Ana Martín Onzain, una de las enólogas más reconocidas de todo el país, vasca también, que asesora a muchas bodegas importantes, construyen unas modernísimas instalaciones de elaboración y fundan la bodega Castillo de Cuzcurrita.

Un castillo de verdad

Es curioso porque en España hay muchas bodegas que se llaman “Castillo de…”, aunque no haya realmente un castillo, quizá una ruina, y que suele venir de la traducción del francés “château”, que es como se llaman infinidad de bodegas en Burdeos, y que no quiere decir exactamente castillo, sino más bien castillete o palacete, donde se ubican esas bodegas. En el caso de Cuzcurrita sí que hay un castillo de verdad habitable, y habitado en muchas ocasiones, y muy bonito, además.

En 1999 cuando arranca la elaboración de vino, toda esta zona, alta y pegada al páramo burgalés, es la más fría de toda la denominación de origen calificada Rioja. El pH de la tierra es bajo, eso le dará al vino una acidez natural más marcada. Esta es una gran ventaja porque un punto de acidez alto hará los vinos más frescos y longevos. La condición fundamental para que un vino sea bueno, es el equilibrio entre el grado alcohólico y la acidez. En España en general, y en Rioja también, el grado es fácil de conseguir, pero la acidez, eso es más difícil, al menos de forma natural. Ana Martín sabe que lo tiene al revés que en otras elaboraciones donde trabaja. Aquí busca grado, así que vendimia más tarde; trabaja estructura y concentración, lo hará con más remontados; busca color, y hará la fermentación maloláctica en barrica.

Pero eso era en el 2000, cuando salió la primera cosecha. Ahora 25 años después, el cambio climático ha trasformado las cosas. Las vendimias se adelantan, el grado se consigue de forma mucho más rápida, y la acidez se mantiene. Si a finales del siglo XX las grandes bodegas de la cercana Haro venían a esta zona para comprar vino que mejorara la acidez de los suyos, ahora lo que quieren es comprar los viñedos y hacer el vino de aquí, incluso el vino blanco que con la altura y la zona fría también sale muy bien.

El cambio del clima

De todas maneras, no todo son ventajas porque el cambio climático también trae lluvias torrenciales, sequías, heladas primaverales que destrozan las cosechas...En Castillo de Cuzcurrita el trabajo en el viñedo está siendo fundamental. Todo plantado en vaso, con viñas ya de mucha edad, la batalla de Ana Martín es sacarles el mejor rendimiento, reducir cantidad para aumentar calidad. Elegancia y refinamiento.

Su vino base es el Señorío de Cuzcurrita, ahora del 2021, tempranillo cien por cien, con 12 meses en barrica y 5 más en depósitos de cemento. Llama la atención de entrada por su finura, elegancia, una nariz intensa y expresiva llena de aromas como ciruelas, moras, arándanos, recuerdos de la crianza y regaliz. Boca sabrosa, potente, pero la vez sedosa, domada, de muy buen paso. P.V.P. 25 euros.

Cerrado del Castillo 2019, cepas en vaso de 42 años de tempranillo, 24 meses en barrica de roble francés y tres meses en tino de madera homogeneizándose. Aparece en nariz con una intensidad aromática refinada, sofisticada, con clase, donde hay de todo como tonos de fruta madura, minerales, muchas especias. En boca aparece el perfecto equilibrio del que hablábamos antes del alcohol y la acidez. Es evolvente, maduro, fresco, largo. P.V.P. 60 euros.

Tienen, además, dos vinos especiales. Tilo, tinto, que elaboran en años especiales y un blanco, muy interesante de pequeña producción, muy rico. Se trata de Blanca del Castillo de Cuzcurrita, elaborado con la variedad de uva perfecta en este clima de altitud, la viura. Pasa seis meses en barrica y 24 meses reposando en botella. En la actualidad de la cosecha 2021. Dominan los aromas de manzana, los tostados de la madera y los balsámicos que despejan la nariz, como el eucalipto. Un conjunto muy atractivo. La boca untuosa, con potencia y frescura. Es un blanco de guarda que mejorará con los años. P.V.P. 50 euros.

Una gran firma, la del castillo de verdad, para tener en cuenta.

 

 

 

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