Todos en el PSOE saben que allí solo manda uno: Pedro Sánchez. Pero eso no implica que destacados dirigentes no trasladen en privado su preocupación, cuando no su cabreo, por el problema político en que se está convirtiendo la candidatura andaluza de la vicepresidenta primera -y número dos socialista-, María Jesús Montero. La rectificación que hizo este martes tras cuestionar el principio de presunción de inocencia a raíz de la sentencia absolutoria del futbolista Dani Alves -acusado de agresión sexual- ha terminado de convencer a buena parte del partido de que su situación es "insostenible", según el relato de varias fuentes.
"Sin Presupuestos, [María Jesús] debe irse a Andalucía cuanto antes", concede un socialista al tanto de los movimientos orgánicos del partido. Montero ha arrastrado al lodo durante la semana al Gobierno, cuestionado una y otra vez por este asunto, porque sus palabras, en un mitin, fueron un bumerán que se terminó volviendo en contra y que ha movilizado no solo a las principales asociaciones judiciales del país, sino al mismísimo Poder Judicial, para frenar la intromisión del Ejecutivo en el poder Judicial. Ni siquiera sus compañeros en el Consejo de Ministros pudieron defenderla. Tampoco pudieron justificar su vehemencia contra la universidad privada, que fue matizada por la portavoz, Pilar Alegría, y a la que señaló por vender títulos.
Montero es una mujer pluriempleada: vicepresidenta primera del Gobierno, ministra de Hacienda, próxima secretaria general del PSOE andaluz y candidata a la presidencia de la Junta; motivo por el que en Moncloa se la excusa. "Está sobrepasada", explican en el complejo presidencial. Y tanta actividad comienza a levantar suspicacias entre sus compañeros de filas. Una parte del PSOE, según relatan varias fuentes consultadas por este diario, pide que salga del Ejecutivo y se centre en Andalucía, porque lo contrario va a entorpecer la acción del Gobierno: "Es un error que tenga los dos perfiles", explica una veterana socialista.
Esta crisis con la judicatura se suma a la que se abrió con la tributación por IRPF de los perceptores del Salario Mínimo Interprofesional. Pese a que terminó forjándose un acuerdo entre el PSOE y Sumar, que estaba radicalmente en contra, Montero provocó un incendio que tardó en extinguirse, porque una medida -la subida del SMI- de la que podía haber sacado partido se convirtió en ruido durante una comparecencia en Moncloa que se recordará durante mucho tiempo por el espectáculo en que se convirtió. Montero, además, se apartó al día siguiente por enfermedad y dejó al Gobierno cuatro días vendido sin poder explicarse.
Las fuentes consultadas en el PSOE señalan, en privado, las dudas que les genera el desembarco de Montero en la plaza andaluza. "Parece que la parte de voto moderado, que ya se ha llevado Juanma Moreno, se va a consolidar con él. Y ahí ella recupera poco", concede un cargo socialista. Andalucía es la comunidad del país donde más personas perciben el salario mínimo, por eso no se entiendió bien la decisión de la vicepresidenta. Montero, claro, está protege su candidatura y para ello se vale de los recursos del Gobierno.
No por casualidad, este último fin de semana repitió la jugada de adelantarse a un plan gubernamental desde una tribuna mitinera en su tierra. Como hizo desde un hotel ilegal en Carboneras (Almería), cuando anunció que el Ejecutivo aceleraría los trámites para su derribo. Montero está en campaña, y eso casa mal con la acción de gobierno cuando, además, es la ministra de Hacienda que ha subido 97 veces los impuestos desde que llegó al Gobierno en 2018.
Los guardianes de la Hacienda pública son quienes más peleas tienen dentro y fuera de Moncloa, porque son quienes deciden el reparto de fondos con los que se ejecutan las políticas públicas. Y eso implica, en muchas ocasiones, mala prensa. Es decir, lo que menos necesita una aspirante a presidir una comunidad que duele mucho en el PSOE, porque perdió la afinidad tras cuatro décadas de idilio. Para más inri, Montero intenta convencer de que peleará por aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Pero en el PSOE ven la meta imposible hasta el punto de que el mismo Sánchez casi los descarta.
Al PP, mientras, le gotea el colmillo. Los populares ven a Montero desautorizada y debilitada en el Gobierno, también la ven débil ante sus socios, que le ganan las partidas y ante su potencial electorado en Andalucía. Para más inri, su jefe de gabinete está salpicado por la trama Koldo. Según el comisionista de la trama, el empresario Víctor de Aldama, Carlos Moreno recibió como comisión 25.000 euros y se compró un piso en Madrid y un chalet en Cádiz tras hablar con el comisionista. En cualquier caso, fuentes socialistas con silla en Moncloa se preguntan por qué algunas veces los suyos, en referencia a Montero, renuncian a explicar por qué toman las medidas que toman para que le quede claro a los ciudadanos y no perder así la dichosa batalla del relato, como ocurrió también con la financiación autonómica y el cupo catalán.
Montero blande la bandera verdiblanca y defiende un modelo de financiación singular para Andalucía; su carta de presentación para templar a una federación sumida en la desazón por la política de Moncloa con el secesionismo y el aplastante dominio de Juan Manuel Moreno. La lógica tras esa postura es que lo que sirve para Cataluña también sirve para Andalucía. Y Montero espera que le sirva el nuevo 'café para todos'. Aunque sus perspectivas no son buenas. Dentro de la M-30 se lee el desembarco de Montero como un castigo.
Ella no quiso volver a cruzar Despeñaperros. Y hace tiempo que dejó claro que solo lo haría si se lo pedía Pedro Sánchez. Así fue. El exvicepresidente Pablo Iglesias, que aún conserva su olfato político, comenta con sorna en las tertulias en las que se prodiga que el presidente del Gobierno la ha desterrado a la Siberia andaluza por asomarse al balcón principal de Ferraz durante los cinco días de reflexión del líder.
herculino
03/04/2025 23:28
La situación actual de Marisu Montero me recuerda a la de Macarena Olona, cuando su jefe, contra todo pronóstico la envió a conquistar la Junta de Andalucía, con unos resultados y desenlace que todos conocemos. Pero Marisú nunca abandonará el PSOE, como lo hizo Olona con Vox; el PSOE es una secta de la que uno nunca sale, y si lo lo hace, es con los pies hacia delante.