El intervencionismo del, de nuevo, inquilino de la Casa Blanca, está afectando a prácticamente todos los sectores de la sociedad. Pese a que el foco está puesto actualmente en la guerra comercial y el cruce de aranceles, que perjudica directamente a la economía global y a lo bolsillos de los ciudadanos, hay otro campo que está sufriendo las consecuencias del frenesí de órdenes ejecutivas firmadas por el magnate Donald Trump, a cargo del despacho más poderoso del mundo: las universidades de élite estadounidenses.
Harvard, Columbia, Pensilvania, Alaska, Carnegie Mellon, Míchigan, Boston, Northeastern y, en definitiva, la larga lista de instituciones incluidas en la Ivy League (ocho universidades privadas del nordeste del país) y centros más selectos del país recibían hace unos meses un comunicado en forma de amenaza. Si no querían que sus fondos millonarios (en algunos casos mil millonarios) se viesen recortados o, incluso, retirados, debían poner coto al antisemitismo, en auge en los campus, según la Casa Blanca, por la guerra en Gaza. Sin embargo, el aviso incluía otra petición como requisito: eliminar de forma inmediata sus programas de diversidad, equidad e inclusión (bajo el nombre DEI).
Estos planes se describen como programas para promover el trato justo y la participación plena de todas las personas, en particular los grupos que históricamente han estado subrepresentados o sujetos a discriminación por identidad o discapacidad. Unos programas que datan de 1865, cuando se incluyeron las primeras iniciativas de DEI en la contratación preferencial de veteranos de la Guerra Civil de EEUU y sus viudas. Durante décadas, ha sido empleado por todas las istraciones y presidentes y, en los últimos años, ha cobrado más importancia, sin estar exentos de polémicas, con su utilización para la contratación de mujeres, personas afroamericanas o de bajos ingresos.
Las políticas de DEI han generado críticas y controversia, algunas dirigidas a la eficacia específica de sus herramientas, como la capacitación en diversidad; su efecto sobre la libertad de expresión y la libertad académica; y, de forma más amplia, críticas por motivos políticos o filosóficos. Popularizándose el término "DEI" como un insulto étnico hacia las minorías en el país norteamericano.
En febrero, el Departamento de Educación de EEUU, uno de los que Trump planteó eliminar para reducir costes, envió una carta a las universidades, instituciones y empresas.
En 2021, el demócrata Joe Biden firmó varias órdenes ejecutivas relacionadas con la DEI, y la revista 'New Yorker' publicó que "el negocio se volvió astronómicamente más grande que nunca" tras del asesinato de George Floyd a manos de un policía. Además, 'The Economist' indicó que el número de personas contratadas para puestos con las palabras "diversidad" o "inclusión" en el título se había más que cuadruplicado desde 2010.
Carta del Deparamento de Educación
El pasado mes de febrero, el Departamento de Educación de EEUU, uno de los que Trump planteó eliminar para reducir costes, envió una carta a las universidades, instituciones y empresas, en la que recordaba que en 2023 el Tribunal Supremo anuló la discriminación positiva en las isiones, contrataciones, becas y cualquier ámbito estudiantil. Así, la Casa Blanca amenazó con que, si mantenían sus programas DEI, perderían su financiación federal. Según Trump, se trata de una "discriminación ilegal" y supone "un gasto innecesario". "Es el primer paso para reorientar la agencia hacia la priorización del aprendizaje por encima de la ideología divisiva", decía.
La medida provocó una primera respuesta en la que las universidades editaban y sustituían palabras como "diversidad", "equidad" o "inclusión" por otras que transmitieran valores de igualdad. Otras optaron por cambiar los títulos en sus webs, como por ejemplo la institución privada de Carnegie Mellon, en la que ahora se lee "excelencia exclusiva" en lugar de DEI. De esta manera, trataron de adaptar su lenguaje para evitar el corte de fondos, continuando con el impulso de la inclusión pero sin mencionarla de forma explícita.
No obstante, la istración republicana quiso dejar clara una cosa, iban a continuar revisando todas las instituciones y actuarán de la misma manera con aquellos "programas que utilicen un lenguaje codificado o impreciso para disfrazar su verdadera actividad". El propio Departamento de Educación informó de que había eliminado o archivado cientos de documentos de orientación, informes y materiales que incluían menciones al DEI, así como disuelto el Consejo de Diversidad e Inclusión, cancelado los contratos en este ámbito y la eliminación de más de 200 páginas web, lo que muchos consideran un atentado contra la historia y cultura del país.
Pese a que Washington insiste en que esta decisión se produce para proteger a los alumnos judíos frente a los ataques, analistas insisten en que podría suponer un intento de Trump de forzar giros ideológicos en los centros de educación de los más jóvenes. Ha confiscado partidas para ciencias, cancelado becas de investigación, impuesto cambios en humanidades e incluso, intervenido en el ámbito deportivo y esto, según el presidente de Princeton y de la Asociación de Universidades de EEUU, Christopher Eisgruber, "es peligroso" y "pondrá en peligro el futuro de la nación" después de haber sido la cumbre de la innovación con innumerables avances tras la Segunda Guerra Mundial.
IMAGEN: Comunicado de Harvard. news.harvard.edu
Algunos, como es el caso del presidente de Harvard -para la que Trump ha congelado 2.200 millones de dólares-, Alan Garber, defienden que "la universidad no renunciará a su independencia ni a sus derechos constitucionales", otros han optado por cambiar de estrategia y editar sus nomenclaturas sin una estrategia común, por lo que la división entre las instituciones es patente ante un futuro tan incierto.
Los abiertamente en contra afirman que las universidades de élite reciben demasiados fondos, que se suman a los enormes ingresos que ya reciben por los centenares de alumnos y que la discriminación positiva arrebata plazas y oportunidades.
Contra la ley y con el Partido Demócrata en silencio
Esta iniciativa por parte del inquilino del Despacho Oval no solo afecta al sistema educativo conocido hasta ahora, sino que choca directamente con la ley, pero también es un obstáculo para el Partido Demócrata. El magnate no tiene el respaldo de la ley en su intento, ya que esta establece que para tomar este tipo de decisiones primer debe celebrar una audiencia y, posteriormente, presentar un informe al Congreso antes de retirar fondos. Solo en ese supuesto podría retirar los fondos, pero únicamente los que correspondan al programa que no cumple con la normativa.
Estos movimientos tampoco favorecen a los demócratas, en silencio desde el batacazo del pasado 5 de noviembre. Ya sea por estar espectantes ante los acontecimientos tratando que Trump se estrelle solo con sus ocurrencias o porque, realmente no tienen forma de salir a escena, el Partido Demócrata no puede utilizar tampoco esta baza para ni siquiera intentar sacar algo de rédito político.
Algunos, como es el caso del presidente de Harvard -para la que Trump ha congelado 2.200 millones de dólares-, Alan Garber, defienden que "la universidad no renunciará a su independencia ni a sus derechos constitucionales".
Los demócratas, adormecidos desde que los republicanos consiguiesen la triple victoria en las elecciones presidenciales (votos, Congreso y Senado) y acusados de ser los líderes de la política denominada 'woke', han sido duramente criticados por Trump de ser un partido de los ricos y privilegiados. Pese a ser uno de los hombres con mayor fortuna del planeta y conocido impulsor de proyectos multimillonarios, así como estar rodeado de una plutocracia en su gabinete, él defiende centrarse en la población obrera y rural, protegiendo su economía local.
Así, el Partido Demócrata no puede utilizar esta baza porque, si defendiese a ultranza a las universidades de élite en el caso de los programas DEI, pese a cumplir con los objetivos en derechos que promulgan, podrían volver a ser criticados por ser el partido de los privilegiados al defender a las universidades privadas y más selectas del país.
También las empresas
No solo las instituciones universitarias están acatando normativas impuestas por Trump, grandes empresas estadounidenses como Walmart, Meta, Amazon, McDonald's, Ford o Harley-Davidson han puesto fin a sus programas DEI. Por el contrario, otras como Deutsche Bank, JPMorgan Chase, Goldman Sachs, Costco y la Liga Nacional de Fútbol Americano reafirmaron su compromiso.
jrhbasan
20/04/2025 08:54
Mal momento para las cuevas de adoctrinamiento woke y socialcomunistoide en USA. Que se lo paguen con su dinero. A que no?.