En octubre de 2013, el actor Arnold Schwarzenegger estaba en Madrid presentando su propia competición deportiva (Arnold Classic Europe), cuando avistó por la sierra madrileña una cruz en lo alto de una montaña que llamó poderosamente su atención. Posiblemente, la hubiera visto previamente cuando rodó “Conan el Bárbaro” por los mismos lugares. Alejado de sus tareas políticas como gobernador de California dos años antes, convenció a su equipo para visitar este complejo arquitectónico situado en el valle de Cuelgamuros. Una vez dentro de este paraje natural, a unos 1.400 metros de altitud, el también culturista, desconocedor de las polémicas nacionales, mostró curiosidad por este lugar solitario donde descansan 34.000 cuerpos de ambos bandos de la guerra civil española.
Pablo Linares, presidente de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos, fue el encargado de realizar el recorrido aquel día al actor estadounidense. Schwarzenegger estuvo acompañado de entre 15 y 20 personas, incluidos un intérprete y sus guardaespaldas. En un primer momento, los visitadores quisieron pasar desapercibidos, como si fueran unos turistas más, pero Linares logró convencer a “los gorilas que lo acompañaban” de comenzar una visita privada.
Durante la hora de su encuentro, Schwarzenegger se mostró sorprendido cuando se le expuso que en el complejo arquitectónico descansan “34.000 cuerpos de ambos bandos de la guerra civil española”. El actor exclamó que si este conjunto arquitectónico estuviera en Estados Unidos sería un hermoso monumento a la paz comparable al cementerio militar de Arlington (Virginia). Linares asegura que se encontraba “impactado y maravillado desde el punto de vista arquitectónico”.
En 2013, según datos de Patrimonio Nacional, el conocido en aquel momento como el valle de los Caídos recibió un total de 259.591 turistas, alcanzando su punto máximo cinco años después cuando se logró la cifra de 378.875 visitantes, siendo el tercer monumento más visitado de Madrid, solo superado por el Palacio Real y el Monasterio del Escorial. Actualmente, el último recuento se remonta a 2022, cuando este entorno natural pasó a ser reconocido oficialmente por la Ley de Memoria Democrática como el valle de Cuelgamuros, donde se observó un descenso hasta los 111.879 visitantes,
“Dejemos la política. Les encantaría dinamitarla, otra cosa es que puedan hacerlo”
Pablo Linares, presidente de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos, sobre la cruz del Valle de Cuelgamuros
El Gobierno de Pedro Sánchez pretende “resignificar” este sitio convirtiéndolo en un centro de interpretación que promueva valores constitucionales y democráticos. Debido a esto, se llevaron a cabo las exhumaciones de Francisco Franco (2019) y de José Antonio Primo de Rivera (2023). Hoy en día, en la Abadía benedictina de este lugar residen en torno a veinte monjes que buscan vivir alejados de las polémicas azuzadas desde la política en los últimos tiempos. El mes pasado, el prior de esta comunidad, Santiago Cantera, fue cesado y apartado tras 23 años de convivencia religiosa en el recinto.
Pablo Linares invita al turista a visitar “este enclave espiritual de primer orden” alejándose de ideologías, pues en sus palabras, “no es un monumento dedicado a la exaltación, sino a la reconciliación”. Debido a la creciente controversia sobre el futuro de la cruz, el entrevistado se muestra rotundo pidiendo “que dejemos la política. Les encantaría dinamitarla, otra cosa es que puedan hacerlo. La cruz tiene un impacto religioso, turístico y ecológico que debería ser suficiente para estar orgullosos de tenerla”.
La cruz del Valle de Cuelgamuros es la más grande del mundo con un total de 152,50 metros, visible a más de 40 kilómetros de distancia. En una escala comparativa, la estatua de la Libertad de los Estados Unidos mide 93 metros, o, por ejemplo, el Cristo Redentor, ubicado en Brasil, con una altura cuatro veces menor que el monumento en cuestión de este enclave natural, anteriormente conocido como el Valle de los Caídos.
Finalmente, al término de su visita, Schwarzenegger entró en la cafetería del lugar, abierta por aquel entonces, en donde se dice que pidió un café americano. Linares recuerda una anécdota cuando un visitante recibió la negativa de hacerse una foto con este icono del cine, a lo que respondió en tono cómico: “Vale, vale, no te preocupes, yo soy más de Stallone”. Por lo que, se podría decir, que Schwarzenegger vivió la experiencia inmersiva completa. Sobre todo, cuando a su salida, en una actitud propia del humor español -debió de pensar-, escuchó algún “SAYONARA, baby”.