Gastrópoli

Malcorta, el éxito de una variedad de verdejo recuperada del olvido

Javier Sanz Viticultor, desde su bodega de Rueda, se especializa en descubrir nuevas uvas para vinificar

  • Javier y Leticia Sanz -

Javier Sanz nació en La Seca, en la provincia de Valladolid, la que es la capital vinícola de la denominación de origen Rueda. Es la cuarta generación de viticultores y ya está colaborando con él su hija Leticia, la quinta. Merece la pena conocer La Seca, una localidad donde su subsuelo está horadado como un queso de Emmental, donde prosperaban las bodeguitas particulares que elaboraban y vendían vino a gentes de otras comarcas que no lo tenían.

Los antepasados de Javier Sanz ya hacían vino mucho antes de que se constituyera la denominación de origen, y él dispone, en la actualidad, de una bodega modernizada; y sobre todo de más de un centenar de hectáreas de viñedo muy viejo que han ido plantando las diferentes generaciones.

Trabajando con la verdejo, elabora un vino joven muy rico, fresco, directo, intenso, con aromas finos de la variedad, sin entrar en las extravagancias de esos excesos de frutas tropicales que le dan a muchos verdejos de la zona. Todo marchaba bien hasta que la denominación de origen vivió una trasformación. La verdejo se puso de moda y en el mercado hubo, y hay, una demanda tremenda de estos vinos. Desde el restaurante más lujoso hasta el último “bareto” de mala muerte, todos te pueden ofrecer un verdejo. 

Paisaje de viñedos y bodega IMAGEN: Paisaje de viñedos y bodega. Cedidas por la bodega

Poderosas inversiones

Grandes firmas, unas procedentes de Rioja, y otras de la cercana Ribera del Duero, desembarcaron en la zona con potentes inversiones. Unos mantuvieron la forma habitual de trabajar, como los Sanz y muchos más buenos elaboradores; pero otros buscaron producción por encima de todo. Enormes plantaciones de viñedo en espaldera, regadas a “cascoporro”, con grandes máquinas que vendimian por la noche con focos; y luego en las bodegas elaborando los vinos con la adición de levaduras seleccionadas industriales, que dan esos aromas de piña, plátano, maracuyá, fruta de la pasión…total, mucho vino de bajo precio.

Javier Sanz se puso a pensar y concluyó, “En este maremágnum lleno de firmas poderosas, de sistemas de trabajo donde sólo se busca la producción, si quiero competir me tengo que diferenciar”. Y ahí es donde nació Malcorta. Rebuscó en su viñedo donde hay plantas de varias generaciones y encontró un buen puñado de cepas de “malcorta”. Esta es un clon de verdejo que cayó en desuso. Tres eran los motivos, el primero porque daba poca producción comparada con otras verdejos; la segunda porque su ciclo era largo y se tenía que vendimiar más tarde de lo normal; y la tercera, que era lo más importante, su madera, sus ramificaciones leñosas eran muy duras, muy pesadas de cortar, de ahí el nombre de “malcorta”.

Paisaje de viñedos IMAGEN: Paisaje de viñedos. Cedidas por la bodega

El viticultor se puso a trabajar con ella, a ver qué pasaba; y pasó que le salió un vino muy rico, un verdejo diferente, pero de extraordinario nivel. Registró la marca, y en la añada ahora mismo en el mercado, la 2023, aparece con una nariz muy amplia y expresiva, muy floral, con recuerdos de jazmín; frutal con fruta de hueso como el melocotón, finos herbáceos, cítricos. En boca es envolvente, con una estupenda acidez que lo hace muy fresco. Su precio es de 20 euros.

Hay un grupo de aficionados que se lo quitan de las manos, los conocidos como “malcortistas”; y que ahora tendrán un argumento más. Hace unos días organizaron una cata vertical de tres Malcortas de las añadas 2017, 2018 y 2019. Son vinos blancos que no tienen crianza en barrica, simplemente descanso en botellero, y han tenido una evolución espectacular, apareciendo en nariz tostados, iodo, piel de naranja, miel, te negro; con una boca que mantiene la frescura, pero con volumen. Están pensando sacar al mercado un estuche con los tres y venderlos juntos.

La Cenicienta

El éxito de Malcorta les animó a una nueva línea, que es especializarse en el estudio genético de diferentes variedades de uvas. Las buscan, ya no sólo en sus viñedos, sino por cualquier lado, sobre todo en Castilla y León. Las analizan con la ayuda de universidades o empresas de selección. Luego una vez identificadas y comprobada su originalidad, las injertan, desarrollan, hacen el vino, y si está bien: adelante. Así nació una variedad tinta a la que pusieron de nombre “cenicienta”, ya registrada y itida como tal por la Consejería de Agricultura de Castilla y León.

Realmente la variedad la tenían en casa, concretamente en su finca Pago de Saltamontes, la joya de la corona, una finca que pertenecía a la familia desde siempre y que se registró en 1863, donde ya se hacía notar que había viñedo viejo. Un pago anterior a la filoxera y donde encontraron un grupito de cepas tintas.  Eran las cenicientas, con ellas hacen un vino llamado Colorado. Y la verdad es que está muy rico con nariz de fruta negra como moras y ciruelas, tonos especiados y recuerdos de monte bajo, como jara. La boca sabrosa, amplia con muy buena acidez que le da frescura. Su precio está sobre los 60 euros.

Botella de Colorado IMAGEN: Botella de Colorado. Cedidas por la bodega

Y mientras tanto siguen buscando variedades. Lo último es un vino que sale con una graduación natural de 9 grados y que no consigue alcanzar más, bueno para las nuevas tendencias; y el otro, un elaborado con la variedad prieto picudo, pero blanco, que si se confirma será todo un descubrimiento.

El trabajo es amplio, hacer unos vinos de verdejo normal ricos; elaborar además la “malcorta”, hacer tintos diferentes, mientras se investigan y buscan nuevas variedades para introducir en tu catálogo. Si Javier Sanz Viticultor quería diferenciarse, desde luego que lo ha conseguido.  

Botella de Malcorta Rueda IMAGEN: Botella de Malcorta Rueda. Cedidas por la bodega   

 

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli