En una época en la que la alta cocina y la innovación dominan titulares y redes sociales, un nuevo restaurante se abre paso con una propuesta radical en su sencillez: volver a las raíces. En marzo, en Golf Park de la Avenida de Europa en Alcobendas, abre sus puertas Casa de comidas Amparo 1948, una apuesta decidida por la cocina tradicional española, aquella que se hace sin prisas, con buen producto y mejor intención.
El restaurante es el más reciente proyecto de Barbillón Family & Corp., un grupo gastronómico conocido por su sensibilidad a la hora de crear espacios con alma. Esta vez, sin embargo, no solo se trata de una propuesta culinaria; Casa Amparo 1948 es una historia personal. Un tributo de los hermanos Curro y Kike Sánchez del Amo a su madre, Amparo, una mujer que dedicó su vida a la hostelería y les legó no solo recetas, sino una forma de entender la vida: desde la mesa, con honestidad y cariño.
Interior Casa de comidas Amparo 1948
Una casa que huele a guiso y sabe a recuerdo
"Queríamos crear un lugar que recuperase el espíritu de las casas de comidas de toda la vida", explica Curro. Y lo han hecho. Desde su nombre, Casa de comidas Amparo 1948, hasta su carta, todo en este restaurante remite a los sabores de antaño. No hay trampantojos ni espumas; aquí se habla de pucheros, albóndigas, lentejas y potajes, en su forma más pura.
Es una reivindicación de lo esencial, de la cocina, que no necesita traducción porque habla directamente al estómago y al corazón. Es también un acto de resistencia: cuando la gastronomía contemporánea parece obsesionada con reinventarlo todo, Casa Amparo se dedica a recordar que lo bien hecho nunca pasa de moda.
La experiencia comienza, como dicta la costumbre, por los entrantes. Y aquí, lejos de servir como mero aperitivo, los entrantes de Casa Amparo 1948 son una carta de presentación.
Más de una veintena de opciones que mezclan tradición, sabor y memoria: desde unas croquetas de puchero que homenajean las sobras recicladas con ingenio, hasta la tortilla con salsa de callos, una propuesta que resume en un solo bocado la osadía y creatividad de la cocina casera.
También destacan las alitas de pollo al ajillo, las empanadillas de carrilleras, la ensaladilla con atún y piparras, los clásicos soldaditos de pavía de bacalao o la merluza a la romana. Cada plato parece susurrar una historia al oído de quienes crecieron con estos sabores en la mesa familiar.
La cuchara como emblema: guisos que abrazan
Pero si hay un apartado en el que Casa Amparo 1948 se muestra más fiel a sus principios es en el de los platos de cuchara. Aquí el cuchareo es religión, y se nota en la dedicación con la que se presentan los grandes clásicos de la cocina española.
Huevos rotos, chipirones y jamón
Imposible no dejarse tentar por unos callos con garbanzos que destilan carácter y tiempo, o unas lentejas estofadas con chorizo que remiten al mejor almuerzo de invierno. Tampoco falta el tradicional potaje de garbanzos de vigilia, ni el arroz meloso con bogavante, un lujo presentado con humildad.
Cada guiso de la carta parece construido como una liturgia. No hay prisas. Se respeta el ritmo de cada ingrediente, se potencian los sabores de siempre y se evita cualquier artificio innecesario. La cocina habla por sí sola, y lo hace en el idioma de las abuelas.
Recetas para mojar pan y no dejar nada en el plato
Más allá de los platos de cuchara, la carta de Casa Amparo 1948 ofrece otras recetas que invitan a mojar pan sin pudor. Las albóndigas caseras en salsa son de las que desaparecen en segundos; las carrilleras ibéricas al jerez se deshacen con el tenedor y se quedan en la memoria. Y los macarrones de Amparo merecen un capítulo aparte: pura nostalgia en forma de pasta.
Macarrones Amparo
En el apartado del pescado, la tradición sigue marcando el ritmo. Destacan el bacalao con tomate, plato sencillo y rotundo, y la merluza en salsa verde, elegante en su discreción.
En Casa Amparo, las carnes no son un lujo, sino parte de la esencia de la cocina tradicional. El entrecot de vaca vieja, con su justa maduración, respeta el paladar de los más exigentes. El cachopo de presa ibérica, con su potente sabor y su jugosidad, es una apuesta segura. Y los dados de solomillo al ajillo con espárragos trigueros logran ese equilibrio difícil entre contundencia y frescura.
Cachopo de presa ibérica
Para las grandes ocasiones, la carta reserva dos joyas: una paletilla de cordero lechal asada lentamente, que se despega del hueso con solo mirarla, y la ternera Príncipe Orloff, un clásico casi olvidado que aquí renace con dignidad.
El broche dulce de una experiencia completa
En la tradición no se olvida el postre, y Casa Amparo 1948 lo sabe bien. Entre las opciones destacan las filloas de crema con chocolate, la tarta de la abuela Amparo, cargada de emoción y sabor, y una tarta de queso que no se anda con rodeos: es densa, sabrosa, golosa.
Más que un cierre, los postres funcionan como una extensión del relato gastronómico que el restaurante construye desde el primer bocado.
Entendiendo las nuevas dinámicas de consumo, Casa Amparo 1948 también ofrece servicio de delivery a través de Uber Eats. Lejos de tratarse de una concesión, es una forma más de llevar la tradición a donde haga falta: al salón de casa, a la oficina, a una reunión familiar.
El compromiso con la calidad se mantiene inalterado. Cada plato viaja con el mismo respeto con el que se cocinaría para un comensal en el restaurante. Porque la cocina de Amparo no entiende de modas ni de formatos, solo de hacer las cosas bien.
Casa de comidas Amparo 1948 no es un local más en el mapa gastronómico de Madrid. Es un espacio que reivindica la cocina emocional, aquella que no solo alimenta el cuerpo, sino que también nutre el alma. Es un proyecto que nace del recuerdo, de la memoria y del amor por una madre que entendió que dar de comer es, en realidad, una forma de cuidar.
En palabras de Kike Sánchez del Amo: “No queríamos abrir solo un restaurante, queríamos abrir una casa. Y como en toda casa, aquí hay historias, cariño y muchas horas de cocina a fuego lento".