Bogotá es una ciudad hecha de muchas ciudades divididas en barrios que cuentan historias distintas, cada uno con su ritmo, su luz y su carácter. Es una inmensa metrópoli donde lo colonial, lo moderno, lo popular y lo bohemio conviven en un mismo lugar y, para conocerla de verdad, hay que profundizar en cada una de estas zonas. Aquí, un puñado de planes y visitas imprescindibles para dejarse envolver por la capital colombiana.
Cerro de Monserrate
Todo viaje a Bogotá debería comenzar por el Cerro de Monserrate, un santuario del siglo XVII localizado a más de 3.100 metros sobre el nivel del mar que ofrece una de las vistas panorámicas más espectaculares de la ciudad. Se puede subir en teleférico, funicular o caminando para disfrutar de una de las imágenes más bellas de la ciudad.
© Jorge Gardner /Unsplash
La Candelaria
La Bogotá colonial se encuentra en La Candelaria, donde se fundó la ciudad en 1538, un preciosísimo barrio plagado de casas con balcones de madera, casas de colores, callejones empedrados, cafés bohemios, museos de clase mundial, grafittis por todos los lados, música y arte urbano.
En la Plaza de Bolívar, rodeada por la Catedral Primada, el Capitolio Nacional y el Palacio de Justicia, se siente el pulso político y simbólico del país. Y no muy lejos de allí aparecen propuestas culturales imperdibles como el imprescindible Museo Botero, que alberga no solo las obras icónicas del maestro colombiano, sino también piezas de Picasso, Dalí y Matisse; y el Museo del Oro, donde se guarda uno de los mayores tesoros prehispánicos del continente: más de 55.000 piezas de oro que hablan de los pueblos indígenas colombianos.
Plaza de Armas de Bogotá © Carlos Martínez /Unsplash
Dos museos más
Existen dos espacios culturales más que se alzan como pilares fundamentales para entender la evolución del arte en Colombia: el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) y el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO). Ambos museos, aunque distintos, forman parte del diálogo constante entre tradición y vanguardia, entre la búsqueda estética y la crítica social que define gran parte de la producción artística del país. Además, ofrecen perspectivas distintas pero complementarias sobre la evolución del arte en Colombia: el primero más cercano a los lenguajes contemporáneos, al barrio, a lo experimental; el segundo, con una mirada más histórica, canónica y estructurada.
Mil barrios en uno
Chapinero es un barrio ecléctico y diverso en el que sorprende la manera en que conviven iglesias neogóticas con discotecas LGTBIQ+, librerías con estudios de tatuaje, y cafés de especialidad con puestos callejeros. Chapinero tiene muchas caras y vale la pena conocerlas todas. Especialmente porque, aquí se encuentra la Zona G, un área donde se ubican algunos de los restaurantes más prestigiosos de la ciudad, así como la llamada Zona Rosa, donde la vida nocturna se dispara entre coctelerías de autor, bares alternativos y discotecas.
Visita de la ciudad desde las alturas © Random Institute/Unsplash
Visita al mercado
Y por último, una de las experiencias más auténticas a vivir en Bogotá es visitar la Plaza de Mercado de Paloquemao, donde encontrar frutas —como mangos, guanábanas, papayas, uchuvas, curubas, lulos, maracuyás o pitahayas, entre otros—, granos y verduras tropicales, arepas, empanadas, zumos naturales recién hechos y hasta souvenirs. Este mercado abrió oficialmente sus puertas en 1972, pero su historia se remonta a mucho antes, cuando era simplemente un espacio informal donde se vendían productos traídos de las zonas rurales cercanas. Con el tiempo, se consolidó como uno de los principales centros de abasto de la ciudad, y hoy es el mercado más importante de Bogotá en cuanto a productos frescos se refiere.