El corte de luz masivo ocurrido este lunes 28 de abril dejó sin suministro eléctrico a toda la Península Ibérica, generando una gran preocupación entre la población. Tras el restablecimiento del suministro una de las principales dudas que han surgido es qué hacer con los alimentos almacenados en el frigorífico y el congelador tras varias horas sin electricidad. ¿Qué pasa con la cadena de frío? ¿Hay que deshacerse de todos los alimentos?
La pérdida de frío puede afectar directamente a la seguridad de ciertos productos, especialmente los perecederos. Por ello, es fundamental saber cómo evaluar el estado de los alimentos para evitar riesgos sanitarios. Conocer cuánto tiempo pueden conservarse en condiciones seguras y qué señales indican que deben desecharse es clave tras un apagón prolongado.
Lo más importante es revisar cada alimento de forma individual, sin llegar a probarlo. Para determinar si sigue siendo seguro, conviene guiarse por señales como el aspecto, el olor o la textura.
Apagones de corta duración (menos de 4 horas)
Cuando el corte de luz es inferior a 4 horas, y siempre que no se haya abierto la puerta del frigorífico o congelador, no suele ser necesario desechar los alimentos. Los electrodomésticos modernos conservan el frío durante un tiempo limitado incluso sin electricidad, por lo que, en estos casos, los productos perecederos no suelen superar temperaturas peligrosas.
Aun así, es recomendable revisar el aspecto y el olor de los alimentos antes de consumirlos. En ningún caso se aconseja probar un alimento para determinar si está en buen estado.
Cortes superiores a 4 horas: evaluar con precaución
Si el apagón ha superado las 4 horas, deben tomarse precauciones adicionales. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) señala que, en estas circunstancias, es posible que algunos alimentos hayan superado los 5 ºC, lo que supone un riesgo para su seguridad. En estos casos, se recomienda desechar:
- Carne, pescado, pollo y mariscos.
- Huevos y productos elaborados con huevo.
- Leche, quesos frescos y otros productos lácteos no curados.
- Platos preparados y sobras.
Estos alimentos pueden deteriorarse incluso si posteriormente se cocinan, y también pueden ser una fuente de contaminación cruzada para otros productos. Las frutas y verduras ya cortadas, así como las ensaladas preparadas, deben desecharse si han estado fuera de refrigeración más de 4 horas.
Es importante remarcar que todos estos productos pueden representar un riesgo sanitario incluso si posteriormente se cocinan, ya que el crecimiento de bacterias patógenas no siempre se elimina con el calor. Además, su deterioro puede favorecer la contaminación cruzada de otros alimentos, aumentando así el riesgo de intoxicación alimentaria.
¿Qué ocurre con el congelador?
El congelador mantiene los alimentos en buenas condiciones durante más tiempo que el frigorífico, pero su capacidad de conservación depende del nivel de carga y del aislamiento del electrodoméstico. Si el congelador está completamente lleno y la puerta permanece cerrada, los alimentos pueden mantenerse congelados hasta 48 horas. Si está medio lleno, el tiempo se reduce a unas 24 horas.
Se pueden volver a congelar o consumir los alimentos que aún presentan cristales de hielo o están parcialmente congelados. Si ya están completamente descongelados y no se han mantenido fríos al tacto, es preferible desecharlos, especialmente si se desconoce durante cuánto tiempo han estado a temperatura ambiente.
Factores adicionales a tener en cuenta
Tal como indica el tecnólogo de los alimentos Miguel Ángel Lurueña en su cuenta de Instagram, hay varios factores que influyen en el tiempo de conservación durante un apagón: la cantidad de comida almacenada (cuanta más, más frío se conserva), la frecuencia con la que se abre la puerta del aparato, la temperatura exterior y el nivel de aislamiento del frigorífico o congelador.
Existen alimentos que, por sus características, resisten mejor la pérdida de frío y, en principio, no representan un riesgo si se han mantenido a temperatura ambiente durante unas horas. Es el caso de los productos muy ácidos, como los encurtidos; muy salados, como el bacalao; o muy azucarados, como las mermeladas. También se conservan bien aquellos con baja actividad de agua, como los quesos curados o los embutidos enteros (no loncheados). A estos se suman los vegetales enteros, como frutas, verduras y hortalizas sin cortar, y los huevos con cáscara intacta, aunque en este último caso es importante evitar cambios bruscos de temperatura que puedan generar condensación sobre la superficie, como explica también Lurueña en su cuenta de Instagram.