Señoras y señores, yo sabía que no era nadie y que tenía menos importancia que una promesa de Sánchez. Pero en los últimos días debo reconocer que he experimentado una sensación de humildad rayana en lo franciscano al darme cuenta de que ni soy nadie ni lo seré jamás, por mucho que lo intentara o intentase. Fíjense que desgracia de persona soy, que paupérrima personalidad me ha dado Dios, que suerte más negra me aflige y que desgracia se ha abatido sobre mi persona que no tengo sobrinas que colocar en ningún ministerio, institución pública, chiringuito subvencionado, universidad de lengua aduladora lame traserillos o empresas participadas por el Estado. Ni siquiera en bares, chiringuitos, chigres, colmaos, tabernas, posadas o puticlús de carretera de esos que tiene luces rosadas y suelen llamarse “El matojillo alegre” o “La nalga descocada”. Soy un Don Nadie, sin familiares que enchufar y sin influencia alguna para poder hacerlo.
No tener a quién colocar por la puerta de atrás es un deshonor que me abruma
Ustedes se reirán pero en estos tiempos que corren de garduña y pícaros de cocina, de tomadores del dos y timadores del Nazareno, no tener a quién colocar por la puerta de atrás es un deshonor que me abruma. Si la moral es que cada uno conserve lo suyo y a robar lo que se pueda, los que no participamos de este estilo de vida hemos de ser, por fuerza, los amorales, los marginados, los que sobramos en una España que es, por obra y gracia de la política, una superación de aquella Corte de los Milagros que reunía en alegre espíritu de cofrades a toda la delincuencia habida y por haber. Siento una profunda vergüenza al decirlo, pero no soy corrupto y no será por falta de ganas. Una vez intenté llevarme una uva de un tenderete pero me faltó el valor. Casualmente pasaba por allí un ministro más feo que Picio, pero harto próvido de billetera, con una señorita despampanante – una prima suya, indudablemente – a la que se le veía Segovia por debajo de la mini falda. Compadeciéndose el prócer de mí y advirtiendo mi incapacidad congénita para llevarme nada que no fuera mío, me llevó a un rincón y me dijo “Hay que ver, tantos años que pasaste con nosotros en el partido y no aprendiste. Espabila o acabarás tus días pobre, ninguneado y, además, con el estigma que supone en este país ser honrado”. Tenía razón. La gente ya empieza a apartar a sus hijos cuando me ve por la calle. “¡No mires, hijo, no mires, que ahí va ese tal Giménez, que no ha robado nunca un céntimo!”. Qué tristeza. Y todo por no haberme querido doblegar ante la verdad más palmaria que existe en nuestro país: el robo se ve con buenos ojos y todos piensan que, hombre, pa que se lo lleve otro me lo levo yo. Luego está ese otro tópico que suelen espetar los ladrones cuando se los pilla y que reza “Más robaron los tuyos cuando estuvieron en el gobierno”. No te da siquiera tiempo a decir que hace tiempo que no existen para servidor eso de los tuyos, porque no soy de nadie ni nadie puede reclamarme somo suyo. Así que ahí me quedo, en medio de la calle y con las gentes de un lado y de otro gritándome “¡Buuuuu, fuera, honrao, que eres un honrao! ¡Será gili el tío!”
Si tuviera alguna prima que colocar y dónde poder hacerlo mi imagen pública acaso mejoraría algo
Otros piensan que guardo en secretas cuevas arcones llenos de doblones de oro, como el Conde de Montecristo, y que si no me jubilo es por pura maldad porque tengo el riñón cubierto. Todo son desventajas, ya lo ven, pobre, pero para muchos avaro y riquísimo; honrado, y por eso imbécil; mala persona por señalar a los que han esquilmado a España y a los españoles dejándonos en pelota picada mientras ellos han amasado fortunas. El resumen es que no, nadie se cree eso de la honradez, porque lo que se lleva es el descuido, la sirla, el tirón, el robo con fractura o con BOE, que viene a ser lo mismo, y ser amigo de lo ajeno. Claro que si tuviera alguna prima que colocar y dónde poder hacerlo mi imagen pública acaso mejoraría algo, pero ya lo ven, por carecer, carezco también de eso. Todo son pulgas al perro flaco, que no sería mi caso por lo de volumetría, pero ustedes ya me entienden.