Opinión

La guerra de las chirimoyas

La invasión de Elvas podría ser una buena excusa para suspender las elecciones en 2027

  • David Sánchez, ¿residente en Elvas?

Entre los pedrosanchólogos hay un debate en las últimas semanas: ¿adelantará el presidente del Gobierno las elecciones en España? ¿serán este 2025? ¿o serán en 2027, como corresponde? No les aburro con los argumentos que unos y otros dan, ni siquiera con los indicios que algunos dicen que han encontrado en el BOE y que apuntarían a que la convocatoria electoral va a ser pronto.

Sin embargo, algunos de estos expertos sin comité que les ladre han avanzado una idea interesante: Zelensky no convoca elecciones por mor de la guerra que Ucrania mantiene con Rusia y nadie, salvo Trump, que no es el más ducho en términos de Derecho, le acusa de dictador. Al fin y al cabo, la legislación ucraniana así lo recoge: no puede haber elecciones en estado de guerra. Ni el Reino Unido, que mantuvo su parlamento abierto, como debe ser -Cayetana dixit y yo, modestamente, estoy de acuerdo- durante la Segunda Guerra Mundial, convocó elecciones durante el conflicto y los británicos se tiraron diez años sin acudir a las urnas. Eso sí, en cuanto acabó la guerra, botaron a Churchill, que estaba ya muy visto, aunque hubiese ganado la misma.

Así que esto nos abre un nuevo escenario. ¿Y si invadimos Elvas? La invasión de la ciudad lusa a diez kilómetros de la frontera española podría ser una buena excusa para suspender las elecciones en 2027 y durante lo que dure el conflicto, y todo ello, sin que nadie dude de que España no está sometida a un régimen dictatorial, aunque se suspendieran algunas garantías constitucionales y el derecho de voto.

No eran defraudadores fiscales, como algunos les acusan, sino una avanzadilla de la españolidad, aunque prisioneros de la ventajosa fiscalidad portuguesa. Vistas así las cosas, podría exigírseles las diferencias de cuota tributaria pero sin sanción e intereses

La invasión de Elvas sería bien vista por algunos españoles residentes en la plaza por motivos fiscales, pues bien podrían alegar que, en ningún caso, pretendieron aprovechar el mejor régimen fiscal portugués, sino que se vieron obligados por la fuerza pública portuguesa que no reconocía la españolidad de la plaza que ellos habían percibido, antes que nadie. No eran defraudadores fiscales, como algunos les acusan, sino una avanzadilla de la españolidad, aunque prisioneros de la ventajosa fiscalidad portuguesa. Vistas así las cosas, podría exigírseles las diferencias de cuota tributaria pero sin sanción e intereses, puesto que fue contra su voluntad, y mucho menos responsabilidad penal. Es más, tal vez debieran perdonárseles hasta las diferencias tributarias, dado el servicio prestado a la Patria, dijera lo que dijera Samuel Johnson.

Por último, y dado que tenemos que incrementar el gasto de Defensa, ¿qué mejor que iniciar una guerra? Porque al fin y al cabo ¿qué sentido tiene comprar armas si no las usas? Cualquier cazador sabe que la pólvora se humedece con el paso del tiempo.

Está claro que la invasión de Elvas permitiría al inquilino de la Moncloa cumplir con tres objetivos en uno: suspender las elecciones y las garantías constitucionales, exonerar a su hermano de sus responsabilidades fiscales y aumentar el gasto de Defensa. Un auténtico tres en uno con un cuatro de oferta: seguiría siendo un líder democrático.

La derechona llorona

El argumento sólo necesita una causa justa: la españolidad de la plaza. ¡Pero es que lo fue en tiempos de los reyes Felipe! y debe volver a serlo, ahora que reina otro. Este argumento no podrá ser contestado por la derechona llorona - ¡tan patriota! – y de la derechita, ya se sabe lo que se puede esperar: cobardía.

Sólo nos falta el nombre de la guerra ¡y lo tenemos! La guerra de las chirimoyas. Adivinen en honor de quién.

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