Opinión

Dato mata relato

La gente quiere saber cómo nuestro amado líder insulta y menosprecia incluso a los suyos

  • Sánchez y Ábalos

Nos han hecho creer que con los datos por delante se defiende la verdad y esta triunfa. Nos han repetido hasta la saciedad aquello de “dato mata a relato”, pero no queremos darnos cuenta de que no es cierto.

 

Basta echar la vista atrás para comprender que no funciona, que los datos no son relevantes, que a la gente lo que le marca y lo que se le queda es el relato. De otro modo sería inexplicable que los socialistas sigan gobernando en este país y en tantos otros o tan siquiera que el socialismo siga existiendo. ¿Qué datos pueden aportar? ¿Aquellos que revelan que sus políticas van sembrando miseria, ruina y corrupción por dónde pasa el socialismo? ¿Qué datos puede aportar el comunismo, más allá de ser una ideología asesina que carga a las espaldas millones de cadáveres de sus víctimas?

 

Y aún así, ser comunista se considera algo bueno y el que no es de izquierdas es un fascista. Al menos no han blanqueado también el fascismo, aunque lo hayan utilizado para señalar y difamar a quien les viene en gana o simplemente a quien les incomoda o estorba.

 

Eligen criticar a los bancos porque se enriquecen con las hipotecas, cuando podría informarse y enterarse de que se pueden hacer hipotecas entre particulares, que se pueden realizar préstamos entre familiares, amigos o conocidos

 

El relato mata al dato. Es una verdad universal que no queremos aceptar, porque los que tenemos un mínimo de inteligencia queremos creer que las personas son cabales y que si les explicas que un coche o la cesta de la compra vale ahora el doble que hace seis años, pero que los sueldos de los españoles no se han duplicado, no pueden decir que la vida de los españoles ha mejorado en este tiempo ni que España va como un cañón.

 

Pero nos equivocamos. La mayoría de la gente no es cabal ni sensata. Esa mayoría prefiere quejarse de que no puede comprar un piso y, en lugar de comprobar cuánto paga de impuestos y qué obtiene a cambio, elige criticar a los bancos porque se enriquecen con las hipotecas, cuando podría informarse y enterarse de que se pueden hacer hipotecas entre particulares, que se pueden realizar préstamos entre familiares, amigos o conocidos, totalmente legales y con interés al 0%, por ejemplo.

 

¿Por qué ganó Milei en Argentina? Fruto de la desesperación del país, consiguió calar en la gente no gracias a discursos aburridos y eternos sobre datos macro y microeconómicos, sino con algo muy simple: “zurdos de mierda”, “no se puede hacer lo mismo de siempre y esperar un resultado distinto”, “Todos estos ministerios y chiringuitos… ¡Afuera!”.

 

Pretenden los voceros del Gobierno y de la izquierda que nos hagamos cargo de que esos mensajes son conversaciones privadas que no están vinculadas a ninguna causa judicial

 

La izquierda siempre tuvo el relato, nunca el dato favorable. Y en una sociedad donde pegas una patada a una piedra y te venden un curso de “story telling”, porque para vender hay que saber contar historias bien contadas, sin duda no se puede infravalorar el relato.

 

Tras tantos años de narrativas mentirosas, de retorcer la verdad, de justificar promesas incumplidas con cambios de opinión, ahora los progres quieren que nos centremos en los datos.

 Ahora que salen las conversaciones privadas por Whatsapp entre Sánchez y Ábalos, pretenden los voceros del Gobierno y de la izquierda que nos hagamos cargo de que esos mensajes son conversaciones privadas que no están vinculadas a ninguna causa judicial, como si este dato pudiera matar el relato.

 

La tanda de mensajes que publica El Mundo cada día, como si fuera un culebrón venezolano que se alarga con perpetuidad y que amenaza con no tener fin, no aporta ningún dato relevante, es cierto. No nos descubre nada que no pudiéramos imaginar, también es verdad. Pero si RTVE es capaz de pagar más de cinco millones de euros por llevar a su pantalla el Sálvame de telecirco, esta serie de cotilleos por entregas del presidente tiene más gancho que el gazpacho de Belén Esteban.

 

Lo más sorprendente de esto es precisamente que no hay sorpresa en la altanería, la soberbia, el ego desmedido y el autoritarismo dictatorial con tintes mafiosos que desprende nuestro Adonis

 

Precisamente el valor de estas conversaciones no está en el dato, sino en el relato. La gente quiere saber cómo nuestro amado líder insulta y menosprecia incluso a los suyos. Y lo más sorprendente de esto es precisamente que no hay sorpresa en la altanería, la soberbia, el ego desmedido y el autoritarismo dictatorial con tintes mafiosos que desprende nuestro Adonis presidencial en sus conversaciones íntimas. Si algo sorprende es comprobar la poca dignidad que tienen todos los cabecillas del partido y sus escuderos, que tragan con lo que les caiga encima, con tal de no perder la sopa boba y las migajas que tiene a bien concederles Sánchez de vez en cuando, si le suplican bien.

 

Lo que nos cuenta este relato es que érase una vez un palacio dominado por un ser despreciable, con unas ansias de poder inconmensurables, que a todos despreciaba y que, a pesar de imponer lo que le venía en gana con despotismo, nadie en el palacio tenía la dignidad y la valentía de desenvainar la espada y encararle: “Seamos francos. Usted no quiere a nadie y nadie le quiere a usted. Ya es hora de que se vaya si no quiere que le echemos”.

 

Pero hay quienes solo sirven para ser súbditos de un tirano.

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