La primera oleada de Lancasters, los bombarderos pesados cuatrimotores británicos, apareció en el cielo de Dresde la fría noche del 13 de febrero de 1945 poco después de las nueve de la noche, al mismo tiempo que las sirenas antiaéreas comenzaron a aullar alertando a la población del peligro inminente. Tras cinco horas de vuelo, los 240 aviones de la Royal Air Force (RAF) llegaron a la histórica ciudad alemana sin apenas encontrar resistencia, ni en los cielos, ni del fuego antiaéreo de tierra. Estos más de dos centenares de aeronaves comenzaron una infame embestida aérea que redujo la ciudad sajona a cenizas.
En cuanto las ya habituales sirenas advirtieron a la población del ataque aliado, los habitantes de Dresde, como de costumbre, bajaron a los sótanos de sus casas o a los pocos búnkeres que seguían en pie para refugiarse. Era una rutina que venían siguiendo algunas ciudades alemanas desde que comenzara la Segunda Guerra Mundial en 1939, aunque ninguno sabía, que esta vez, no se trataba de un ataque más. Esa noche del 13 de febrero de 1945 los habitantes de Dresde serían las víctimas de uno de los bombardeos más crudos y mortales llevados a cabo por los aliados hasta la fecha, primero por la Real Fuerza Aérea Británica y, después, por las Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos (USAAF).
La 'Florencia del Elba', como se conocía popularmente a Dresde, era una histórica ciudad de gran belleza, con lugares tan conocidos como la Frauenkirche -la Iglesia de Nuestra Señora-, del siglo XVIII, o el Zwinger, un impresionante complejo palaciego encargado por Augusto el Fuerte. Hasta el ataque aliado de febrero de 1945, Dresde, era la séptima ciudad más poblada de Alemania con 600.000 habitantes y había escapado, en gran medida, de la destrucción masiva dirigida a los centros urbanos del Tercer Reich.
Vista de Dresde desde el Ayuntamiento | Wikipedia
Reducida a cenizas
La Fuerza Aérea americana ya había bombardeado la ciudad hasta en dos ocasiones, la primera a principios de octubre de 1944 y la segunda tan solo tres meses después, pero los objetivos entonces eran muy diferentes. Entonces, los aviones de la USAAF dirigieron su ataque contra los astilleros de la ciudad matando a decenas de trabajadores con el fin de entorpecer la actividad de la industria de la ciudad sajona. Pero, para cuando el tercer ataque aliado se cernió sobre Dresde, la mayoría de cañones antiaéreos y sus tripulaciones habían sido reubicados a otros lugares del Reich con mayor necesidad. Desde hacía varios meses, la ciudad se había convertido en refugio para desplazados por la guerra, hasta 300.000 hombres, mujeres y niños que huían, desesperadamente, del avance del Ejército Rojo a través de Silesia, llegaron a las calles de Dresde. Estos refugiados abarrotaban las estaciones de tren, esperando adentrarse más en Alemania, aterrorizados por lo que les esperaba.
Pero, ese 13 de febrero, por los pensamientos ilusorios de los habitantes de Dresde, estos dieron por hecho que el bombardeo volvería a efectuarse sobre la industria de la ciudad, ya que ¿Por qué bombardearían los Aliados una ciudad con tanta historia y tesoros culturales como Dresde? La respuesta era sencilla; las fuerzas aéreas aliadas pretendían debilitar el frente, y así facilitar el avance del Ejército Rojo por el este. Además, la táctica de ataques aéreos, de tanto Británicos como Americanos, ya había dejado de enfocarse en objetivos estratégicos y se había centrado en bombardeos generales para desmoralizar a una población ya con miedo y harta de la guerra.
El bombardero pesado británico Lancaster | Wikipedia
La falta de una meteorología adecuada, la USAAF no pudo bombardear Dresde durante el día, por lo que los 200 Lancasters británicos serían los primeros aeroplanos en atacar. Los primeros bombarderos, que no tuvieron oposición, dejaron caer una letal combinación de bombas explosivas e incendiarias sobre la ciudad a partir de las 10:15 de la noche. Las bombas obligaron a la población a buscar refugio, al mismo tiempo que las incendiarias consumían los edificios. En apenas 15 minutos, 880 toneladas de explosivos cayeron sobre el centro de Dresde, haciendo añicos ventanas, abriendo cráteres en las calles y aplastando muros. Las bombas incendiarias que cayeron sobre los tejados de los edificios provocaron una serie de pequeños incendios, que acabaron por transformarse en una tormenta de fuego.
Lo ocurrido ese día en Dresde fue apocalíptico. La ciudad ardía en llamas, el fuego, imparable, consumía los edificios y el cielo se había cubierto del humo. Los bomberos estaban sobrepasados ante el gran número de peticiones de auxilio, tanto desde Dresde, como de los alrededores. Los ciudadanos de la capital sajona apenas pudieron recomponerse de ese infierno. Tan solo dos horas y media después se vislumbró en el cielo la segunda oleada de bombarderos Lancaster, dos horas y media que tampoco dieron tregua a habitantes de la ciudad sajona que trataban de asistir a los heridos y de apagar los incendios.
Boeing B-17 Fortalezas Volantes de la USAAF | Wikipedia
Entre la 1:20 y 1:40 aproximadamente, 550 bombarderos pesados, más del doble que durante la primera oleada, ensombrecieron una ciudad ya en llamas, donde la ola de fuego desatada durante la incursión inicial provocó una furia devastadora en la ciudad de Dresde. Los supervivientes de aquella sangrienta noche recordaban, de manera particular, los feroces vientos que acompañaban a los incendios.
Secuelas
Al día siguiente, Miércoles Ceniza, tras una dura noche huyendo del fuego que consumía la ciudad, sobre el mediodía más de 300 fortalezas volantes B-17 de la Octava Fuerza Aérea de los Estados Unidos atacaron Dresde. Con las columnas de humo todavía en el cielo los aviones estadounidenses llevaron a cabo su ataque con enorme dificultad, y, aunque llegaron a alcanzar el astillero de la ciudad algunas de las bombas cayeron en barrios residenciales. Británicos y americanos atacaron la capital sajona durante más de 12 horas, pero no era final.
Secuelas del bombardeo de Dresde | Wikipedia / Bundesarchiv
Un día después, el 15 de febrero, una cuarta incursión golpeó, sin descanso, Dresde. Nuevamente, la fuerza aérea americana con más de 200 B-17, inicialmente enviados para bombardear la planta petrolera de Leipzig, fueron redireccionados a Dresde debido al mal tiempo. Esta vez el astillero quedó intacto, todo el ataque se concentró en las áreas residenciales de la ciudad de Dresde. Dos semanas tuvieron los habitantes de la ciudad para recuperarse, porque el del 15 de febrero no fue el último ataque; la Octava Fuerza Aérea se volvió a cernir sobre Dresde entre el 2 de marzo y el 17 de abril, con el objetivo de inutilizar los astilleros ferroviarios y la industria. Las brasas permanecieron vivas las semanas siguientes en Dresde. Los cadáveres se apilaban en las esquinas, en piras improvisadas, en un esfuerzo conjunto entre la población y las autoridades de cremar los fallecidos para evitar la transmisión de enfermedades.
Un prisionero de guerra británico que vivió el infierno de Dresde describió el bombardeo en The Guardian en 2013: "A medida que caían los incendiarios, el fósforo se adhería a los cuerpos de los que estaban debajo, convirtiéndolos en antorchas humanas. Los gritos de los que estaban siendo quemados vivos se sumaron a los gritos de los que aún no habían sido alcanzados. No hubo necesidad de bengalas para guiar a la segunda oleada de bombarderos hacia su objetivo, ya que toda la ciudad se había convertido en una gigantesca antorcha. Debía de ser visible para los pilotos a cientos de kilómetros de distancia". "Todavía sufro a veces los recuerdos de aquellos terribles sucesos", recordaba entonces.
La estatua de Martín Lutero en las ruinas del Frauenkirche | Wikipedia / Bundesarchiv
La estimación de fallecidos permaneció durante mucho tiempo incierta. El ministro de Propaganda del Tercer Reich, Joseph Goebbels, utilizó la tragedia en favor del régimen y continuar generando un sentimiento de odio contra los aliados con el que poder conseguir más tiempo al frente del país. No fue hasta el 2010, después de seis años de investigación, que una comisión de historiadores terminó por concluir que la cifra de fallecidos una comisión de historiadores alemanes concluyó finalmente que 25.000 personas perecieron bajo 650.000 bombas incendiarias durante 37 horas de terror desatado por las fuerzas aéreas británicas y americanas.
Cadáveres después del bombardeo | Wikipedia / Bundesarchiv
Pontevedresa
29/03/2025 13:25
Una de las ciudades mas bonitas de la pintoresca y vieja Europa que tuve la suerte de visitar. Creo que después de una guerra, vengarse con represalias cuando ya está acabada, es un perjuicio enorme para la humanidad.
Talleyrand
29/03/2025 17:24
El bombardeo incendiario de Dresde que no era objetivo militar ya cuando la guerra estaba decidida fue un acto de venganza britanico contra los alemanes. Es cierto que Coventry perdio su catedral por un ataque aleman pero lo de Dresde, comparable a Venecia no tiene nombre en la historia de la humanidad y de la destruccion brutal de la herencia artistica de toda una ciudad indefensa. Dresde es una prueba de la existencia de hdlgp en el bando aliado, una prueba mas tras la maroquinatta italiana o la violacion sistematica de todas las mujeres y niñas alemanas cometida por el ejercito rojo que invadió y ahora es dueño de la patria chica de Kant Kônigsberg ahora llamda estupidamente Kaliningrad. Si hemos visto mil veces los campos de exterminio alemanes y las acciones de las SS en bielorusia absolutamente acciones contra la humanidad, pero pocos conocen lo de la Venecia del Elba o los mas de 6 millones de alemanes expulsados de sus tierras habitadas desde siglos cometida tras la guerra en la Prusia oriental o Sudetes.