España

Gibraltar se impone como siempre: España sigue hablando de un acuerdo que nunca llega

Después de cinco años de negociaciones, ninguna de las parte cree estar cerca de un entendimiento. Los expertos señalan que pueden quedar años todavía.

  • Panorámica del peñón de Gibraltar. -

Después de más de cinco años de negociaciones discretas pero continuas entre la Unión Europea (UE) y Reino Unido, se encuentran todavía confeccionando un acuerdo histórico que redefiniría el estatus de Gibraltar tras el Brexit. Aunque el optimismo crece en algunos sectores —con el ministro principal del Peñón, Fabian Picardo, asegurando que el pacto está "al 99%"—, las reticencias sobre cuestiones clave como la soberanía, el control fronterizo y el aeropuerto mantienen el proceso en una fase crítica.

El eventual acuerdo lograría que Gibraltar se convierta en miembro asociado del espacio Schengen, restableciendo la libertad de circulación perdida tras la salida de Reino Unido de la UE. Un aspecto esencial para el día a día de los más de 15.000 trabajadores transfronterizos que cruzan desde el Campo de Gibraltar.

Sin embargo, según explica el catedrático de Derecho Internacional Pablo Antonio Fernández, en declaraciones a Vozpópuli, esta entrada en Schengen tendría implicaciones complejas: “La libre circulación interesa, pero eso obligaría a Gibraltar a aceptar otras reglas de la UE, como la transparencia bancaria, algo que no desean. El interés real se centra en el cruce de fronteras; el resto implica someterse a normas que no les benefician”.

Uno de los principales escollos técnicos y simbólicos es la gestión del aeropuerto, ubicado junto a la Verja. España propone que los controles de pasaportes los realice Frontex, pero en la práctica con agentes españoles. Esto genera recelos en los británicos, por el temor a una cesión de soberanía, que ve con inquietud cualquier interferencia. No obstante, es el puerto militar el que levanta más ampollas y donde Fernández ve uno de los principales escollos para alcanzar un acuerdo más pronto que tarde.“Si llega un barco con propulsión nuclear, ni a España ni a la UE le interesa perder ese control, pero Reino Unido tampoco quiere cederlo”, añade Fernández.

En paralelo, la posición del nuevo Gobierno británico de Keir Starmer ha introducido un tono más conciliador. A diferencia de sus predecesores, Starmer busca reconstruir la relación con la UE. “Starmer sabe que el Reino Unido ha perdido capacidad de influencia. Ahora necesita mostrar flexibilidad y resolver cuestiones como Gibraltar para recuperar relevancia internacional, sobre todo en defensa y comercio”, opina Fernández. Aunque reconoce que en las conversaciones, la relevancia de este asunto es mínima. “La situación de Gibraltar responde a una cuestión más emocional que geopolítica. La UE también piensa en lo que puede ocurrir con Irlanda del Norte”.

Mientras tanto, la economía del Campo de Gibraltar también está en juego. Un fracaso negociador tendría consecuencias inmediatas para los trabajadores transfronterizos, fundamentales para el funcionamiento de la economía del Peñón. “La economía se paralizaría. Habría que sustituir a miles de trabajadores, y no hay infraestructura para ello. La colonia británica tendría que asumir a 12.000 parados, pero no sería viable ni políticamente aceptable”, señala Fernández.

Otros elementos técnicos como la gestión medioambiental o la fiscalidad siguen abiertos. Uno de los puntos sensibles, aunque menor en términos diplomáticos, es la gestión de las aguas residuales, que actualmente Gibraltar vierte sin tratar directamente a la bahía, generando tensión ecológica y diplomática.

De cara a la cumbre de hoy 19 de mayo en Londres entre Reino Unido y la UE, todo apunta a que podría alcanzarse un entendimiento, aunque sin un cierre definitivo. “Yo no creo que haya un acuerdo cerrado antes del final del mandato de Sánchez. Es algo que no depende de un solo gobierno, ni siquiera del próximo. Es el Consejo Europeo quien debe decidir, y si España no da su visto bueno, no habrá acuerdo”, sentencia Fernández.

Como en toda negociación internacional de alto voltaje, hasta que no haya firma oficial, nada puede darse por hecho. Aunque llegados a este punto, quien está anteponiendo sus intereses por encima del otro o mejor dicho ¿quien está ‘ganando’ el pulso? Fernández se decanta por la UE, que está siendo “mucho más exigente”.

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