Indra se sitúa como una de las compañías más importantes del Ibex 35. No por valoración y capitalización bursátil, aún muy lejos de los principales valores del selectivo, pero sí por relevancia por el contexto geopolítico que atraviesa Occidente.
Con Europa y Estados Unidos cada vez más distanciados y Vladímir Putin viendo cómo los dos socios históricos ya no lo son tanto, el sector de Defensa se antoja indispensable para que el Viejo Continente sea cada vez menos dependiente del país norteamericano. Y ahí entra Indra y el resto de compañías dedicadas al sector armamentístico.
La Comisión Europea ha propuesto un plan para movilizar hasta 800.000 millones de euros en los próximos años. La mayor parte del dinero vendría de los presupuestos nacionales, y 150.000 millones serían préstamos respaldados por el presupuesto en común. El objetivo es fomentar la compra conjunta de armas y tecnología para que Europa sea fuerte y coordinada en defensa.
Mientras los gobiernos (y los diferentes partidos que los conforman) integrantes de la Unión Europea discuten los términos de cómo se deben acometer las inversiones, los países miman a sus compañías del sector. Pero no solo las instituciones gubernamentales. Los inversores ven una posibilidad inmejorable de poder rentabilizar sus inversiones y apuestan su dinero en empresas de Defensa.
En España el caso más claro es el de Indra. La empresa ha subido casi un 60% en los últimos seis meses, coincidiendo con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El presidente norteamericano ha dinamitado las relaciones con la UE por el escarnio hacia Ucrania o la imposición de aranceles a varios sectores económicos europeos. Los 27 recelan de EEUU y no les queda otra que preparar su propio rearme. E Indra es una de las empresas con mejores perspectivas en Europa.
Pero, ¿por qué ha llamado la atención de los inversores? El año pasado, Indra mejoró sus ingresos un 11% y los disparó hasta los 4.843 millones de euros, gracias a los contratos de defensa y seguridad.
Por ejemplo, Indra acordó con Emiratos la fabricación de 300 radares, reforzando así su posición en Oriente Medio. Este mercado también pasa a ser estratégico, tras las inestabilidades geopolíticas que se vienen dando en los últimos años. Además, la empresa española ha sabido hacerse hueco en Europa y tiene un papel importante en la fabricación del Eurofighter y el Future Combat Air System (FCAS).
El momento que atraviesa Indra es primordial y sus accionistas y altos directivos lo saben. Este martes, el presidente de la compañía, Ángel Escribano, ofreció una entrevista al diario Expansión en la que repasó la actualidad de la empresa que dirige tras la marcha de Marc Murtra a Telefónica.
En la conversación, el directivo resalta la importancia de Indra y asegura que nos encontramos en “un momento claro para invertir en Defensa y yo creo en el potencial de este grupo y en su futuro”.
Las acciones de Indra, como se mencionaba anteriormente, no han dejado de subir y el precio de cada título se sitúa por encima de los 25 euros y su capitalización bursátil se queda a las puertas de los 4.500 millones de euros.
La mano de Moncloa
Mientras la marcha de Indra en el plano empresarial es más que saludable, en el accionarial no lo es tanto. Moncloa, a través de la Sepi, quiere seguir mandando en la compañía gracias a su participación mayoritaria en el capital social.
El brazo inversor del Estado ostenta el 28% de la compañía. Por debajo de la Sepi se encuentra el grupo Escribano, también del sector de la Defensa y que ahora controla la presidencia de Indra. Por debajo, se sitúan Sapa y Amber Capital, con un 7,9% y un 7,2%, respectivamente.
Precisamente, Amber Capital es la gran china en los zapatos del Estado dentro de Indra. Joseph Oughopurlian le ha declarado la guerra al Gobierno y sus planes en la compañía son contrarios a los de Moncloa. De hecho, se abstuvo en la votación de la compra de Hispasat hace poco más de un mes, demostrando las distancias entre ambas partes.
Las fuentes consultadas indican que, durante 2025, el empresario prevé aumentar las compras de acciones “para ganar peso” en el capital. Pero para que eso ocurra, el Ministerio de Defensa deberá dar el visto bueno a la operación. Conviene recordar en este aspecto que el Consejo de Ministros aprobó la prórroga del escudo anti OPAs, precisamente, para vigilar las inversiones extranjeras como las del inversor armenio en Indra.
Además, Moncloa presiona a la nueva cúpula directiva para que adquiera de forma inminente la compañía Santa Bárbara y vuelva a reforzarse en el negocio de Defensa. A su vez, la empresa maneja la venta de Minsait.
Por otra parte, y tal y como adelantó este periódico,el fondo de capital riesgo Bain Capital no está dispuesto a ceder posiciones en el fabricante vasco de motores de avión ITP Aero, en donde Indra ambiciona construir una participación por encima del 9,5% del capital que controla en la actualidad y del que Moncloa pretende salir.
Otra de las dudas respecto a Indra y el papel que juega el Estado es el futuro de la compañía. En los últimos meses, se ha especulado con la posibilidad de que la compañía se fusione con Telefónica, algo que, de momento, se ha negado desde ambas empresas.