La financiación de las autonomías depende básicamente del Estado y de los impuestos cedidos, aunque el artículo 133.2 de la Constitución les permite crear y recaudar sus propios tributos. Sin embargo, la gestión directa de esta imposición se ha convertido en un auténtico fiasco, sobre todo en Cataluña. Es la región con mayor despliegue de estos impuestos: tiene 16. Es decir, casi uno de cada cinco impuestos configurados por las autonomías corresponde a esta comunidad; y su recaudación es muy parca, a pesar de que en pleno ‘procés’ independentista implantó una nueva batería. Los ingresos se han estancado en el entorno de los 800 millones de euros en 2024, que equivalen a poco más del 2% de sus ingresos totales no financieros de sus presupuestos prorrogados.
La casuística impositiva catalana es muy variada. Llama la atención, por ejemplo, que, según la información de la Secretaría General de Financiación Autonómica y de la Subdirección General de Relaciones Tributarias con las Comunidades Autónomas, la segunda economía regional (por delante está la de Madrid) sólo haya ingresado 495.000 euros en 2024 por el Impuesto sobre activos no productivos de personas jurídicas. Se trata de un tributo creado en pleno fervor ‘indepe’ en 2017 y que pretende gravar el uso o aprovechamiento privado de inmuebles, coches de gran cilindrada, embarcaciones, aeronaves, obras de arte con alto valor o joyas en territorio catalán “que hayan sido cedidos de forma gratuita o mediante precio por las empresas a sus propietarios, socios o participes o a personas vinculadas a las mismas”. Curiosamente, están exentas de esta tributación las istraciones catalanas y de derecho público así como la representación diplomática en la región. Además, la recaudación del Impuesto sobre emisión de gases y partículas a la atmósfera producida por la industria, creado “para incentivar conductas más respetuosas con el medio ambiente y conseguir una mejor calidad del aire” sólo aporta 856.200 euros.
Mientras, por el Gravamen sobre la activación de los planes de protección civil a las instalaciones industriales, almacenes, aeropuertos, presas hidráulicas o a la producción y a la transformación eléctrica sólo percibe otros cuatro millones. Por el Impuesto sobre emisiones de óxido de nitrógeno de los aviones comerciales y de pasajeros recauda 6,6 millones, y por el llamativo Impuesto sobre las viviendas vacías, que grava “el incumplimiento de la función social de la propiedad de la vivienda por el hecho de permanecer desocupada de forma permanente”, la caja es de siete millones. A 12,3 millones alcanza la recaudación del Impuesto a grandes establecimientos comerciales creado también en plena vorágine ‘indepe’ en 2017. Este tributo grava “la singular capacidad económica que concurre en las grandes superficies dado que esta circunstancia puede generar externalidades negativas sobre el medio ambiente que estos establecimientos no asumen”. En ese mismo año se crearon dos impuestos más: el de bebidas azucaradas envasadas (los ingresos son de 26,4 millones) y el de emisiones de dióxido de carbono en los vehículos de tracción mecánica (la caja es de 50,7 millones) “para nutrir el Fondo climático y el Fondo del patrimonio natural de Cataluña”, pero quedó exenta la tributación a los coches oficiales públicos.
El Canon por el uso del agua para empresas y ciudadanos según los metros cúbicos consumidos es el impuesto que más dinero aporta las arcas catalanas: 416,1 millones, es decir, la mitad de la recaudación de la región por el conjunto de tributos propios. Mientras, por el Impuesto sobre instalaciones que “incidan en el medio ambiente sobre actividades productivas, almacenaje, transporte de telefonía y gestión de elementos radiantes” recauda 188,1 millones. Por su parte, el Impuesto sobre establecimientos turísticos aporta 96,8 millones. Grava “las posibles externalizaciones negativas que el turismo puede causar en las zonas de alta concentración turística, alojamientos, albergues y embarcaciones de crucero”.
Cataluña tiene además sin efecto desde 2023, al existir un tributo estatal que grava el mismo hecho imponible, los cánones fijados desde 2008 sobre deposición de los residuos municipales, la incineración, así como los residuos de la construcción y los industriales.
Trabas fiscales autonómicas
Todas las comunidades de régimen común, menos Madrid que decidió suprimir en 2022 toda esta tributación, han creado una amalgama de impuestos propios con escaso interés recaudatorio a la espera de lo que les llega de papá Estado de la imposición cedida y de un nuevo sistema de financiación. De esta forma, el desgaste político y electoral es menor. En total, las regiones acumulan 91 impuestos y recargos creados (algunos desde los años noventa), y siguen creciendo en número porque, por ejemplo, Galicia ha activado un nuevo Impuesto sobre estancias turísticas. Pero, sólo representan el 1,1% de los ingresos totales de las operaciones no financieras que figuran en sus presupuestos y se acercan al 2% si sólo se contemplan los tributarios.
Posiblemente esta estrechez recaudatoria se deba a la ineficiente gestión al no contar con el potencial de la istración Central (Agencia Tributaria) o al despropósito en algunos casos en su instauración y seguimiento, como por ejemplo, en los impuestos al juego del bingo (2,3 millones ingresa Asturias, Murcia 272.000 euros y Baleares cero euros), sobre las tierras o fincas infrautilizadas (Andalucía y Asturias no tienen disponibles los datos), los inmuebles en estado de abandono (Galicia tampoco facilita la información) o las bolsas de plástico de un solo uso (Andalucía recauda 113.000 euros).
Es decir, según la información de Hacienda, esos impuestos propios configurados por las CCAA, algunos solapados con los del Estado que empiezan a ser suspendidos o dejados sin efecto, sólo aportaron en 2024 unos 2.400 millones de euros, equivalentes a la mitad de los gastos financieros de los intereses de la deuda de todas las regiones. Castilla La Mancha, con tres impuestos creados, y Andalucía (con seis tributos) son las regiones que menos recaudan porcentualmente por esta tributación (0,2%) respecto a sus ingresos no financieros totales. La mitad de las 14 comunidades del régimen común con esta imposición propia no llega a conseguir ni siquiera el 1% de su recaudación con su gestión.
Recaudación en las islas
Canarias (502 millones) y Baleares (235 millones) por el efecto de insularidad son, tras Cataluña, las que más ingresos obtienen por impuestos propios. Por tributos, todas las regiones (salvo Castilla y León) tienen establecidos cánones sobre el consumo y saneamiento del agua (la Comunidad Valenciana consigue 185 millones frente a los 98 millones de Baleares o los 51 millones de Murcia). Es el tributo más empleado y por el que reciben la mayor parte de la recaudación propia. Abunda también la imposición sobre todo tipo de emisiones e instalaciones o actividades relacionadas con la industria, el medio ambiente y la producción de energía de todo tipo (nuclear, solar, eólica o hidráulica) o de redes telefónicas y telemáticas y también sobre residuos.
Destacan, además, los impuestos sobre grandes superficies comerciales en Asturias (recauda 6,9 millones) o el de aprovechamiento cinegético (Extremadura ingresa 109,3 millones de los cotos de caza). Llama la atención también en este puzzle impositivo que la recaudación por el Impuesto compensatorio ambiental minero de Galicia sólo alcance los 218.000 euros o los 411.000 euros por el Impuesto sobre la contaminación atmosférica de esta región mientras que Aragón se queda en los 70.000 euros por este mismo tributo; así como los 598.000 euros obtenidos por Castilla y la Mancha del Impuesto sobre determinadas actividades que inciden en el medio ambiente; los 871.000 euros de Murcia del Impuesto sobre vertidos a las aguas litorales; o los cero euros de Cantabria del recargo sobre cuotas mínimas del Impuesto de Actividades Económicas.
Lo que es evidente es que, mientras algunas regiones como Cataluña pretenden alcanzar una especie de independencia fiscal, la capacidad recaudatoria y de gestión impositiva de las autonomías, incluso de inspección, ofrece muchas dudas. El resultado actual es que las CCAA tiene muchos impuestos propios pero poca recaudación.
MataNarcisos
29/03/2025 10:48
Mira que repaso los TRIBUTOS INDEPENDENTISTAS, y por mucho que los vuelvo a leer, Y RELEER, no veo por ningún sitio la TRIBUTACIÓN POR RESIDENCIA EN EL EXTRANJERO PAGADA POR LOS CONTRIBUYENTES, como es el caso de Puigdemont, que vive a cuerpo de rey, sin soltar un céntimo..... ¿Ese Palacete en Bélgica, no se le tendría que imputar como donaciónes continuadas, o pagos en especie a Puigdemont?..... Uy!! perdonen, ando despistado, que no es "residente" en Territorio Español, o sea como el HERMANÍSIMO en Lusitania, jajaja...... ¿a que mola? Te haces residente en otro país, y ya no tributas. A lo peor por ello tienen que esquilmar a IMPUESTAZOS a los catalanes de pura raza... En cualquier caso, SARNA CON GUSTO.....