Dos Reales buscaban el primer billete para la final del 26 de abril en La Cartuja de Sevilla. Una mínima ventaja -gracias al solitario tanto de un Endrick enrachado en Anoeta- situaba a los blancos por delante en la eliminatoria. Sin embargo, el Santiago Bernabéu ya había vivido esta historia hace unos años. Fue en la Copa del Rey de 2020 -la de la pandemia; la misma que después terminó ganando la Real- cuando los txuri-urdin pasaron por encima del Real Madrid en una noche que todavía hoy se recuerda en San Sebastián, dándole así la vuelta a aquellas semifinales (3-4).
A la puerta de la épica pretendía volver a llamar el club de Imanol Alguacil, incapaces de llevarse un triunfo ante el Real Madrid desde mayo del 2023. Con Kylián Mbappé en el banquillo, Eduardo Camavinga jugando en el lateral izquierdo blanco y con las incorporaciones al once vasco de Ander Barrenetxea y el jovencísimo Pablo Marín, los focos enfocarían, no obstante, a Martin Zubimendi. Ni Rafa Nadal, sentado en el palco, lo remedió. El círculo parece cerrarse y el jugador sabe del interés del conjunto merengue. Todo queda a expensas de que termine, por lo tanto, la temporada y el club blanco decida. Este martes, el guipuzcoano visitaba el Bernabéu de visitante.
Fue una de las piezas claves para que la Real compitiera de la forma en la que lo hizo: con dignidad, superando todo tipo de tramos y provocando el sudor en Madrid. Pero a pesar de todo ello -anotando cuatro goles en el Bernabéu y llevando al límite al conjunto merengue-, la recompensa se quedó en nada tras el gol de Antonio Rüdiger en los últimos minutos de la prórroga. "En el fondo solo un grito se alzará. Adelante, forza, mágico Real". El tifo local vaticinó otra noche más para el recuerdo.
Jugadores del Real Madrid celebran su pase a la final de la Copa del Rey | EFE
Endrick levanta al Real Madrid: quinto gol del 'Rey'
Tirando de hemeroteca, al Real Madrid no se le han dado bien los duelos coperos a doble encuentro en los últimos años. Además de la derrota en 2020, los blancos también perdieron en casa en 2019 (frente al FC Barcelona), en 2018 (ante el CD Leganés) y en el 2017 (contra el RC Celta). Seguramente en ello centraría su charla previa Carlo Ancelotti para enchufar a los suyos antes incluso del pitido incial. No en vano, Endrick y Vinícius Jr. se apuntaron dos acciones peligrosas durante los diez primeros minutos: el primero de chilena y el segundo buscando el palo largo. Pero no.
Parece que el Real Marid está condenado a vivir junto a las desconexiones iniciales. Agujerazo de los locales por la banda derecha para que las dos apuestas de Alguacil permitieran igualar la eliminatoria (16'). Peinó de cabeza Pablo Marín, dejando todo el carril libre para la carrera de Barrenetxea, que no falló en su mano a mano con Andriy Lunin, batiéndole con un fuerte disparo raso entre las piernas. ¿Volverían los fantasmas del pasado? Solo por unos minutos, los mismos durante los cuales Jude Bellingham -por partida doble- y Rodrygo intentarían neutralizar el gol visitante sin éxito y el central marroquí Nayef Aguerd, que llegaba entre algodones, abandonaría por lesión el verde. Solo tres minutos le duró entonces la felicidad a Aritz Elustondo.
La Real se adelantó en el Bernabéu y el Madrid mordía al contragolpe. Como pájaros disparando a escopetas. Pero es su competición y son estas sus oportunidades para hacerle ver a Ancelotti que el futuro de la delantera blanca tiene nombre propio. Endrick igualaría la contienda -volviendo a colocar al Real Madrid por delante en el global- definiendo a la perfección con una vaselina a la salida de Álex Remiro un largo paso al espacio de Vinícius (30'). Quinto gol del ariete brasileño en la Copa del Rey, igualando al rojiblanco Julián Álvarez como los dos máximos artilleros del torneo.
Endrick (16) y Vinícius Jr. (7) celebran el primer gol del Real Madrid | EFE
Endrick sería también el único en probar suerte de nuevo durante los quince minutos restantes de la primera parte. Eso y un penalti que reclamó a última instancia la Real Sociedad por un derribo de Vinícius a Takefusa Kubo dentro del área fue lo más destacable desde entonces y hasta pasar por vestuarios. Marcador igualado sí, pero las estadísticas caían del lado local: diez remates y más del 57% de la posesión.
La fórmula 'quien ríe último, ríe mejor' no siempre vale
También la reanudación corría bajo la batuta del Real Madrid, acentuando la figura de Bellingham. Con Rodrygo y Vinícius repartiéndose las bandas y Endrick flotando por el frente, es el inglés quien portaba todos los colmillos atacando el espacio. La versión de la temporada pasada del '5' merengue, que reclamaría un penalti a las primeras de cambio tras recibir un golpe de Remiro. El de Cascante salvó a la Real del ímpetu merengue con el que partido recuperaría su estatus. La más peligrosa: un intento de gol olímpico que Rodrygo estuvo a escasos centímetros de materializar.
Sin embargo, a espejo de lo que ocurrió en la primera parte, los visitantes empezaron a encontrarse mejor en el campo con el paso de los minutos. Sofocaron los esfuerzos ofensivos de los blancos y, tras una doble ocasión en la que Lunin detuvo un cabezazo cruzado de Zubimendi y Oyarzabal mandó a las nubes el rechace, llegaría el premio al atrevimiento de los visitantes. Pablo Marín sería de nuevo protagonista (72'). Alguacil sabía lo que hacía desde el primer momento: el logroñés se marchó de Camavinga sobre la línea de fondo izquierda, poniendo el pase atrás que desvió finalmente David Alaba a su propia portería. Lunin, confundido, no tuvo opción.
Entre tanto, Mbappé ocupó el lugar de Endrick en el terreno de juego y después del segundo gol de la Real, Luka Modrić sentenciaría a Fede Valverde al lateral derecho. Un nuevo sistema táctico que no dio frutos de inmediato. Todo lo contrario: provocó el tercer tanto de los visitantes, ese que dejaba al Real Madrid apeado de La Cartuja y que silenció al Bernabéu (80'). Llegó gracias a un disparo de Oyarzabal dentro del área que volvía a desviar Alaba, tocando así en el palo y entrando en la portería defendida por el ucraniano. Se avecinaba una nueva hecatombe en Madrid.
Mikel Oyarzabal (10) anotó un doblete en el partido de vuelta de semifinales | EFE
Diez minutos -reglamentarios- por delante y un final de infarto. El Madrid hizo lo propio, pero también recibió a lo que más acostumbra esta temporada. Bellingham marcaría dos minutos después (82') el segundo para los suyos: Vinícius se zafó fácilmente de Hamari Traoré y regalaría un pase de la muerte conectando con el buen remate del inglés para devolver una igualada que duró poco. Un córner en el 86' que remató de forma poderosa Aurélien Tchouameni volvía a colocar todo como al principio y permitía a los seguidores merengues interesarse por las entradas de la final. Pero Sevilla no se vendería tan barato después de tanto sufrimiento: habiéndose jugado tres minutos del añadido -fueron siete- Oyarzabal sellaba su doblete de cabeza y volvía a poner la eliminatoria en tablas. La lluvia de goles en el Bernabéu solo podía tener un desenlace: la prórroga. Como ante el RC Celta en octavos. Como ante el Atlético de Madrid en la Champions League y en el Riyadh Air Metropolitano.
Antonio Rüdiger, especialista en momentos decisivos
El cansancio se dejó notar durante los treinta minutos adicionales. Se podría decir incluso que fue el culpable de enfrentar dos ideas de juego con más errores, con muchos más huecos y con menos ritmo que lo disfrutado durante el partido. Los de Ancelotti tuvieron algo más de intención que los visitantes, que se conformaron con intentar dilatar la contienda hasta los mismos penaltis. La hazaña ya era suya.
Buscando evitar justamente ese final, Ancelotti presentaría sus últimas dos bazas: Brahim Díaz y Arda Güler. El Real Madrid se había hecho con algo más de presencia en campo rival durante el tiempo extra y el talento individual volvió a hacer de las suyas. Esta vez más determinante que nunca. Fue el turco quien consiguió hacer magia una vez más con su zurda, conectando con el salto y el cabezazo de Antonio Rüdiger -apuesta de Ancelotti también para la prórroga-, superando la intentona de Remiro (115'). Tras anotar el penalti decisivo ante el Manchester City del año pasado en la Champions o ante el Atlético de Madrid este año en octavos, de nuevo asume el alemán esa función para llevar a los blancos a otra final copera más en su historia.
Arda Güler (15) y Antonio Rüdiger (22) celebran el gol de la victoria | EFE
Suspiraba entonces Ancelotti desde la banda. La Real, a quienes muchos acérrimos atribuyen a un equipo que no tiene nada de gol, les había metido cuatro en casa. Una vez más. Pero esta vez, la diosa de la victoria quiso sonreír a los blancos. Pudo haberse sentenciado antes del pitido final de Alberola Rojas si Remiro no llega a evitar el disparo a bocajarro del internacional marroquí. También pudo haber repetido la gesta la Real y haber anotado otro tanto más -puestos a pecar, el Real Madrid podría haber caído una décima vez en la misma piedra-. Pero esta vez no.
Será la final número 41 para el conjunto merengue y su rival se conocerá este miércoles tras el segundo envite del encuentro entre el Atlético de Madrid y el FC Barcelona (que luce el mismo marcador en el Bernabéu este martes: 4-4 en la ida).