Cultura

El Studio Ghibli, víctima de la IA: el problema con ChatGPT y el copyright

OpenAI ha lanzado una herramienta que permite convertir fotografías en ilustraciones al estilo del estudio de animación japonés

  • Imagen de 'El viaje de Chihiro' -

Las redes sociales se han llenado de imágenes creadas con Inteligencia Artificial siguiendo el estilo de animación del Studio Ghibli. Es la última tendencia que ha cautivado a millones de personas en todo el mundo. No obstante, esta nueva moda creada por OpenAI puede suponer varios riesgos legales para la empresa de Sam Altman.

Al poco tiempo de que Chat GPT debutara su nueva herramienta -ImageGen-, comenzó a circular por internet un escrito del Studio Ghibli dirigido a OpenAI en el que exigía el “cese inmediato” de su estilo. La carta ha resultado ser falsa y, por el momento, la productora japonesa no ha emprendido ninguna acción legal.

Imagen creada por ChatGPT
Imagen creada con ChatGPT - OpenAI

Es importante reseñar que el estilo de dibujo no está recogido en los derechos de autor como tal, sino la obra en sí. No puede replicarse la creación original, pero sí pueden realizarse producciones similares. Así lo recoge tanto la legislación estadounidense como la europea. Sin embargo, la Ley de Derechos de Autor de Japón prohíbe la copia exacta, e incluso imitación, de imágenes e ilustraciones de personajes, considerada como una “infracción del derecho de reproducción”.

“La autoría de una obra se adquiere de forma automática por el solo hecho de su creación”, comenta a Vozpópuli Jordi Cañadas Ordóñez, abogado. Para ser considerada una obra en el sentido jurídico, “debe ser una expresión original y concreta, no una mera idea”. Así, para poder determinar que un estilo esté protegido por el Derecho de Autor debe ser una expresión, es decir, una “forma concreta, original y tangible” -un dibujo, una escena o un personaje específico-, explica el abogado.

“Solo cuando el estilo se convierte en expresión individualizada, nace la protección jurídica”, dice Cañadas. El experto argumenta que hay varios aspectos “reconocibles y distintivos” de la estética Ghibli, como trazos delicados, colores pastel, escenografías oníricas y personajes emocionalmente profundos. A pesar de ello, el estilo de la productora japonesa “no constituye por sí mismos una obra protegible”, a no ser “que se plasme en una creación concreta y original”.

El problema con las imágenes generadas por Inteligencia Artificial aparece cuando “reproducen elementos concretos de obras protegidas”. “Desde el punto de vista jurídico, la clave está en distinguir entre una mera emulación visual y la reproducción no autorizada de personajes, escenarios, estructuras narrativas o composiciones que ya están protegidas”, comenta Jordi Cañadas.

Si puede identificarse un parecido ‘excesivo’ entre las imágenes de OpenAI y las animaciones de Ghibli, “podría configurarse una infracción de los derechos patrimoniales de reproducción, distribución o transformación”, apunta el abogado consultado por Vozpópuli. Asimismo, “si se constatara que la IA ha sido entrenada con contenidos protegidos sin la debida licencia, se abriría un segundo frente jurídico por uso no autorizado en el proceso de desarrollo del modelo”, añade.

De esta manera, si la productora japonesa quisiera, “podría interponer una demanda, incluso desde Japón, contra OpenAI por infracción de derechos de autor si considera que las imágenes afectan a sus obras”, confirma Cañadas. Independientemente de las diferencias entre las legislaciones de ambos países, gracias al Convenio de Berna el titular de la obra puede denunciar estas situaciones en cualquier país del tratado.

¿Una marca de agua?

La gran popularidad que ha alcanzado esta tendencia -usada por famosos y para recrear memes, entre otras cosas-  ha llevado a OpenAI a preparar una marca de agua en sus imágenes ‘a lo Ghibli’. La empresa de Sam Altman seguiría así los pasos que hizo con los textos generados con Inteligencia Artificial. Esta marca de agua estará incluida en las cuentas gratuitas, pero las suscripciones podrán guardar una versión ‘limpia’.

Meme viral, transformado con el estilo Ghibli
Meme viral, transformado con el estilo Ghibli - OpenAI

“La inclusión de una marca de agua por parte de OpenAI en sus imágenes generadas con IA puede ser lícita únicamente si dichas imágenes son originales y no vulneran los derechos de terceros”, dice Jordi Cañadas. Más allá de que la imagen haya sido creada por una Inteligencia Artificial, si está basada en “de forma sustancial” en obras protegidas, aunque no sea una reproducción literal, “la inserción de una marca de agua puede agravar la infracción al generar confusión sobre la autoría”, agrega el abogado.

“Desde el punto de vista de la normativa de propiedad intelectual y competencia desleal, la colocación de una marca identificativa en una creación derivada o evocadora de un estilo mundialmente reconocido podría considerarse una forma de apropiación del prestigio ajeno”, expone Cañadas. Además, podría considerarse un “acto de explotación parasitaria” si no hay una autorización del autor legítimo.

Nuestra información personal en manos de la IA

Más allá de la autoría de las imágenes, hay otro problema que afecta a los s. Una fotografía es considerada información personal, ya que, además de aparecer rostros identificables, se puede apreciar en ellas también un contexto, como el lugar donde fue tomada.

Al compartir imágenes personales con la Inteligencia Artificial, estamos cediendo, en cierta manera, nuestros datos a la empresa -en este caso OpenAI-, aunque solo puedan hacer un uso legítimo de ellos. A pesar de que no se haga con una intención profesional o comercial, “el mero hecho de compartir una imagen puede activar una cadena de tratamiento tecnológico que escapa al control del y plantea riesgos jurídicos y éticos relevantes”, comenta el abogado.

Las fotografías pueden ser utilizadas para entrenar IA sin el permiso explícito del , “sirviendo como patrones para nuevas generaciones visuales”. Además, se corre el riesgo de que terceros puedan acceder a la información, tanto por los términos y condiciones o por brechas en la seguridad del sistema.

“Uno de los riesgos más preocupantes es el de la suplantación de identidad mediante técnicas de IA generativa y deepfake”, señala Jordi Cañadas. “Estas tecnologías, aún en fase inicial, están demostrando una capacidad alarmante de imitación y manipulación, utilizando imágenes o grabaciones reales como base para reconstrucciones artificiales extremadamente verosímiles”, añade.

El abogado recomienda no “subir imágenes personales o sensibles a estas plataformas”, especialmente si en el contenido aparecen menores, quienes “merecen una protección reforzada”.

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