Donald Trump tendrá una actitud más activa en el campo cultural en los próximos años. Lo demostró días antes de la toma de posesión, señalando como sus delegados en Hollywood a tres conocidos actores conservadores: Sylvester Stallone, Mel Gibson y John Voight. Hollywood siempre ha sido un espacio de poder tan progresista, tan militantemente progresista, que los actores y directores republicanos tenían que reunirse en el club semisecreto llamado Friends of Abe (abreviatura de Amigos de Abraham Lincoln) para poder charlar con libertad. Buscando cambiar una marea de décadas, el próximo presidente reunió a las tres celebridades para una cena donde definió a la Meca del cine como "muy problemática" y en decadencia económica. ¿Contribuirán estos nombramientos a cerrar la vieja brecha entre los gustos populares y los productos que facturan las élites audiovisuales?
En el terreno de los laboratorios de ideas, cabe destacar que espacios como la Heritage Foundation subirán de perfil en los próximos años. Considerada el foro de debate más cercano al trumpismo, defiende que las crisis de civilización de Estados Unidos son tan importantes o más que las crisis económicas. Fundada en 1973 y con sede en Washington, comenzó a cobrar relevancia con la revolución conservadora de Ronald Reagan. Su actividad más conocida es la elaboración de un Índice de Libertad Económica de los distintos países del mundo y su causa más emblemática es la oposición al aborto. Kevin Roberts, actual presidente, recibió hace poco en su sede de Washington a Santiago Abascal –en su condición de presidente del grupo Patriots— y a Jorge Martín Frías —presidente de la Fundación Disenso, la más cercana a Heritage en España—. Cabe destacar también que el vicepresidente J.D. Vance es un devoto orbanista y que eso impulsará políticas profamilia, de control de fronteras y de defensa del trabajador nacional.
El regreso de los dioses fuertes
Otro campo cultural donde ya se están notando los cambios es en el de las grandes tecnológicas, empresas dominantes en la creación del actual discurso público. Mark Zuckerberg, responsable de Meta y Facebook, ya está haciendo declaraciones sobre "recuperar la energía masculina" y "dejar de limitar la libertad de expresión" en sus redes, tras itir de manera explícita que colaboró en campañas de censura a instancias de Joe Biden. De Trump se espera también una actitud más hostil con empresas chinas como TikTok. Si quieren saber por donde van los tiros, lean el artículo de la Heritage Foundation "No salvemos TikTok", salvemos a América de TikTok". Cada vez más estadounidenses se muestran preocupados por la forma en que el gobierno chino puede manipular el algoritmo parar obtener información sensible sobre Estados Unidos y ejercer una influencia significativa en la juventud.
El progresismo considera una traición que Village People hayan aceptado actuar en la toma de posesión de Trump
Trump quiere consagrar la idea de que Estados Unidos puede vivir una nueva era dorada. No se trata de una referencia abstracta, sino de traer de vuelta el espíritu de los años cincuenta cuando el país resurgió de dos durísimas décadas, una marcada por la Gran Depresión y otra por la Segunda Guerra Mundial. El número musical estrella de la toma de posesión será la diva pop Carrie Underwood interpretando “America, the beautiful” con el Coro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. También habrá artistas en la órbita del country y rock redneck como Kid Rock, Jason Aldean y Billy Rae Cyrus. Lo que más ha molestado al progresismo es que hayan aceptado la invitación al acto Village People, grupo emblemático de la liberación gay. Algunos medios y celebridades han llegado a tildar ese gesto como una traición.
Más allá de actores, cantantes y pensadores, la vuelta a la tradición estará representada por el hecho de que Trump ha escogido jurar su cargo sobre una Biblia de 1955, regalo de su madre. Es la misma que utilizó en su toma de posesión en 2017 y actualmente se exhibe en el Museo de la Biblia en Washington. Triunfe o fracase, el segundo gobierno de Trump será una fuerza destacada del resurgir de la religión, la patria y la familia, un proceso que explicó de manera brillante el teólogo R.R. Reno en su afilado ensayo El regreso de los dioses fuertes: Nacionalismo, populismo y el futuro de Occidente.