El manido debate sobre el auge de la extrema derecha en Europa da paso a otro fenómeno que se cumple en el continente. Las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebraron el pasado mes de junio, no cumplieron las expectativas de esa derecha radical, después de meses de encuestas que mostraban una irrupción histórica de estas formaciones en la Eurocámara, los resultados de los comicios no les concedieron tan amplias ventajas. Sí se vieron fortalecidas, pero lo que realmente plasmaron las urnas fue que el hartazgo popular opta por la estabilidad y la moderación. La reelección de Ursula von der Leyen como presidenta, con el PPE como ganador, era solo un avance de la crisis que sufrirían los socialistas. El último país que ha observado el declive de la izquierda ha sido Portugal.
Este domingo, las formaciones de derecha consolidaron su avance en las elecciones legislativas de Portugal. La coalición del primer ministro Luís Montenegro ha salido victoriosa y el partido ultra, Chega, ha visto cómo sus escaños han crecido de forma notable, con casi 'soro' incluido a la izquierda del Partido Socialista, liderado por Pedro Nuno Santos. André Ventura ha puesto contra las cuerdas a los socialistas, quedándose a tan solo 52.000 votos y con un resultado inmediato: la dimisión de Santos y su petición de unas elecciones primarias en Alianza Democrática (AD).
"Asumo mis responsabilidades como líder del partido, como siempre he hecho en el pasado, siempre pensé que debería asumir responsabilidades, por eso voy a pedir elecciones internas con la Comisión Nacional" del PS, dijo el político, que añadió que no se iba a presentar y que está previsto que la comisión se reúna el próximo sábado.
Así, Portugal ha experimentado este domingo un vuelco que cambia por completo el modelo de partidos vivido desde la Revolución de los Claveles del año 1974, cuando se puso punto y final a la dictadura de António Salazar. El propio líder de Chega anunció que el bipartidismo había "terminado" en Portugal. "Hoy podemos declarar oficialmente ante todo el país y con seguridad que acabó el bipartidismo", señaló Ventura.
Al menos 14 de los Veintisiete coinciden en que la formación política que les dirige es conservadora.
Bipartidismo o no, los resultados sí constatan el retroceso de los partidos de izquierda, ya que en el país vecino perdería más de 20 representates, quedándose con tan solo 69 asientos en el futuro Parlamento, frente los 92 con los que contaba en la anterior legislatura. La derecha consige 156 escaños (AD, Chega e Iniciativa Liberal). Dentro de estos, Chega creció en 8 parlamentarios, hasta los 58, del total de 230 con los que cuenta la Cámara.
Pese a que el líder de AD ha reiterado en varias ocasiones que rechaza pactar con partidos de extrema derecha, la pasada jornada afirmó que la única "solución de Gobierno" es la que deriva de "la voluntad libre, democrática y convencida del pueblo portugués" expresada en las urnas. La mayoría reside en los 116, por lo que los 89 de Montenegro le mantienen muy alejado para gobernar en solitario.
El conservadurismo en Europa
Portugal pertenece a más de la mitad de los Estados europeos en los que tanto la jefatura del Estado como del Gobierno están en manos del conservadurismo, de políticos de centroderecha y derecha. Al menos 14 de los Veintisiete coinciden en que la formación política que les dirige se encuentran en este espectro político.
IMAGEN: Luís Montenegro, ganador de las elecciones. EFE
El hartazgo y la insatisfacción con la situación económica, las crisis migratorias, la vivienda, la sensación de inseguridad o la inflación, entre otros factores, habían provocado el rechazo a las formaciones convencionales, con una población presa de los discursos más populistas y extremistas, propios de los partidos ultras. No obstante, poco a poco, los ciudadanos también optan por la estabilidad y los políticos moderados de centro y que ofrezcan soluciones reales a los complejos problemas actuales.
Entre esos 14 territorios en los que se cuenta con un líder o lideresa perteneciente a un partido conservador ya figuran,entre otros, Portugal, Italia, Polonia, Hungría y Letonia. Habrá que esperar para conocer cambios en el Gobierno luso, pero tras los resultados de este domingo, todo apunta a la formación de una istración con dificultades. Eso sí, de momento, el presidente del país continúa siendo Marcelo Rebelo de Sousa, exmiembro del partido de centro derecha Partido Social Demócrata hasta 2015, cuando optó por ser independiente.
Esta oleada no es nueva, pero sí ha experimentado una aceleración en los últimos diez años.
En el caso de Italia, ambos dirigentes pertenecen a la derecha, con Sergio Mattarella como presidente e histórico líder del centro derecha de Democracia Cristiana, que decidió ser independiente en 2009. Por su parte, la presidenta del Consejo de Ministros, Giorgia Meloni, es la líder de Fratelli d'Italia, nacionalista y conservadora. Lo mismo ocurre en Polonia, con Andrzej Duda de Ley y Justicia y Donald Tusk de Plataforma Cívica, ambos conservadores. Finalmente, Letonia y Hungría, tanto sus presidentes (Edgars Rinkēvičs y Tamás Sulyok, respectivamente) como sus primeros ministros (Evika Siliņa y Viktor Orbán) son conservadores, con un perfil más extremista en el caso de Hungría.
La derecha política también es protagonista en Finlandia, Bélgica, Suecia, Países Bajos y Estonia y en los casos de República Checa, Grecia y Bulgaria, la jefatura de Estado reside en políticos independientes, pero sus gobiernos son conservadores o de centro derecha.
IMAGEN: Líderes europeos. EFE
Proceso de deterioro: la izquierda estancada
Esta oleada no es nueva, pero sí ha experimentado una aceleración en los últimos diez años. Los socialistas europeos están en pleno proceso de deterioro, estancados en un mapa en el que, durante años Portugal y España eran vistos como los últimos bastiones de la socialdemocracia, pero ahora Portugal también se baja de esa posición. Ahora, el conservadurismo europeo se alimenta de sus beneficios históricos y la derecha clásica se hace con la responsabilidad de tratar de conceder estabilidad a un escenario del todo convulso, donde los Veintisiete han estado más fragmentados que nunca.