Internacional

El arraigo silencioso de la Guardia Civil en Mauritania

Francia busca ubicar en este país una base aérea producto de su salida de países como Níger, Mali y, en breve, Senegal

  • Agente de la Guardia Civil junto con soldados mauritanos

Este mes de abril la Guardia Civil en Mauritania sacó su helicóptero en aguas de Nouadhibou a buscar unos pescadores de un barco chino que se hundió en la colisión con otro. Esto pone de relieve la normalidad de la presencia de la Fuerzas de Seguridad del Estado (FSE) en este país donde comenzó a desplegarse en un intento de frenar la llegada de cayucos a Canarias. Mauritania, siendo una potencia mundial en pesca, no tiene medios para este tipo de emergencias.

Es un país muy joven: en noviembre de este año cumple 65 años tras la salida de Francia. Es decir: lleva 65 años de adelanto sobre Senegal que ahora es cuando ha pedido Dakar a las autoridades de París desconectarse. En 2023, el Producto Interno Bruto (PIB) de Mauritania fue de 9.846 millones de euros, lo que representa un incremento de 771 millones de euros respecto al año anterior. A modo de ejemplo, la Región de Murcia alcanzó los 40.386 millones de euros en ese mismo ejercicio.

Mientras las autoridades españolas se mimetizan por las formas que emplean con las mauritanas, Francia busca ubicar en este país una base aérea producto de su salida de países como Níger, Mali y, en breve, Senegal. Mauritania no ha respondido a las presiones sas pero en teoría no tiene interés porque ya cuenta con fuerzas foráneas como las españolas y desde 2025 de la República Checa.

En la actualidad, en Mauritania la Policía Nacional tiene seis de sus en un equipo conjunto de investigación y otros tres integrados de un equipo de partenariado conjunto de la UE, mientras que la Guardia Civil cuenta con unos 100 efectivos, que incluyen dos oficiales de enlace y los integrantes de los destacamentos aéreos, marítimos y terrestres de Nouakchot y Nouadibú. La Guardia Civil opera dos patrulleras, un helicóptero y 14 vehículos todoterreno, periódicamente reforzados con un avión de vigilancia y un buque oceánico.

La percepción que hay en la población mauritana es que la Guardia Civil es un cuerpo más de seguridad de Mauritania. "Cualquier día les diremos que abran una comandancia, España no es Francia, es muy confiable y su gente aquí es muy profesional", señala a Vozpópuli un alto cargo de la Dirección General de Seguridad Territorial de la Gendarmería Mauritana. Mientras en el resto de África occidental se invita a las autoridades sas a salir del país, la Guardia Civil, al igual que Policía Nacional y Ejército de Tierra, mantiene un vínculo de apoyo a un país que logró hace 65 años desconectarse de su metrópolis sa, que en 1920 colonizó este territorio, y hacerlo sin depender de Banco Nacional de Francia, cosa que desea en estos momentos hacer Senegal. Mauritania se desconectó del franco CFA para defender su dignidad nacional y evitar la injerencia sa en su futuro.

La presencia de la Guardia Civil en Mauritania se ha consolidado en los últimos años como un pilar clave dentro de la estrategia europea para contener los flujos migratorios hacia Canarias y reforzar la cooperación en seguridad en el norte de África. Lo que comenzó como una colaboración puntual se ha convertido en un despliegue permanente y cada vez más arraigado, especialmente en zonas sensibles como Nuadibú y Nuakchot, donde el cuerpo mantiene destacamentos estables.

Desde 2006, con la llamada “crisis de los cayucos”, Mauritania se convirtió en un socio prioritario para España en materia migratoria. En ese contexto, la Guardia Civil ha ido fortaleciendo su papel no solo en la vigilancia marítima conjunta, sino también en tareas de formación, inteligencia y asistencia técnica a las fuerzas de seguridad mauritanas. Este vínculo ha derivado en una presencia estructural que hoy se enmarca dentro de misiones de cooperación bilateral y programas financiados por la Unión Europea, como el GAR-SI Sahel.

El arraigo va más allá de la operatividad. En Nuadibú, por ejemplo, guardias civiles españoles participan en patrullas mixtas en el puerto y en la costa, comparten instalaciones con la Gendarmería Nacional y mantienen relaciones fluidas con autoridades locales. También han sido clave en la instalación y uso de sistemas de vigilancia como el radar SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior), exportado desde Canarias. En paralelo, en Nuakchot, se han implicado en tareas de formación y en el seguimiento de rutas migratorias que parten desde el sur del país.

Este despliegue no ha estado exento de críticas. Para las autoridades españolas, la presencia de la Guardia Civil en Mauritania sigue siendo un instrumento crucial de “control avanzado”, que permite actuar más allá de las fronteras europeas. Con un pie en África y el otro en Bruselas, la institución ha echado raíces firmes en el país, en una de las fronteras exteriores más frágiles, y más vigiladas, del sur global.
 

Cuestión de moneda

La salida de Francia de Mauritania hace seis décadas y media le ha costado cara a la sociedad mauritana, que ha cerrado un acuerdo con la Bolsa de Londres para idexar su parqué al Financial Times Stock Exchange. La ouguiya, que proviene de la palabra árabe ugiyya, que significa onza, una referencia histórica al peso y valor del oro, es una divisa con una historia marcada por la afirmación de la soberanía nacional tras la independencia y por sucesivos intentos de estabilización en un entorno económico complejo. Su evolución refleja los retos económicos y políticos del país, enmarcado en una región del Sahel con alta dependencia exterior y vulnerabilidad estructural.

Tras obtener la independencia de Francia en 1960, Mauritania continuó utilizando el franco CFA (Comunidad Financiera Africana), la moneda colonial sa adoptada por muchos países de África occidental. Sin embargo, en un gesto de afirmación de soberanía monetaria, el gobierno mauritano decidió salirse del área del franco CFA en 1973, a diferencia de otros vecinos como Senegal o Mali. Hoy, el ouguiya sigue siendo una moneda no convertible libremente en los mercados internacionales, y su valor depende en gran medida del comercio exterior, las reservas en divisas y las políticas del Banco Central de Mauritania. Su estabilidad se ve afectada por los altibajos de los precios del hierro, la pesca y los acuerdos de cooperación internacional.

A pesar de los desafíos estructurales, el ouguiya representa un símbolo de identidad nacional, y su mantenimiento fuera del sistema del franco CFA permite a Mauritania una mayor autonomía monetaria, aunque con un mayor coste en términos de volatilidad y necesidad de gestión macroeconómica más rigurosa.

En 2023, Mauritania registró una entrada de inversión extranjera directa (IED) de unos 873 millones de dólares, lo que representó una disminución del 37,7% en comparación con los 1.400 millones de dólares recibidos en 2022 . Esta cifra equivale al 8,36% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. A pesar de esta caída, la IED en Mauritania ha mostrado un crecimiento significativo en los últimos años. Entre 2018 y 2022, las entradas de IED superaron en más del doble el promedio de los países menos desarrollados de África. En 2022, el stock total de IED se estimó en 12.160 millones de dólares, lo que representó el 117,8% del PIB nacional, según Lloyds Bank Trade.

Los sectores que más atraen inversión extranjera en Mauritania incluyen la exploración y explotación de petróleo y gas, la minería de hierro y oro, la pesca y la agricultura. En particular, en 2022, el sector de petróleo y gas representó el 94% de las entradas de IED, impulsado por importantes descubrimientos de gas en la costa del país.

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