"Juan Luis se va, ya era el momento". 15 de noviembre de 2017, pasado el umbral del mediodía, en la Casa de América de Madrid. Un financiero parisino con raíces armenias pide la palabra por primera vez en la Junta de Accionistas de Prisa y vapulea, en 11 minutos, a uno de los grandes 'popes' de la prensa española. El financiero es Joseph Oughourlian, 45 años entonces y dueño del 20% del capital del emporio de comunicación. Y "Juan Luis" es Juan Luis Cebrián, que aquel día de otoño afrontaba su última junta como presidente del grupo propietario de El País y la Cadena Ser.
Quienes conocen, de verdad, a Joseph Oughourlian recuerdan hoy aquella anécdota como ejemplo de lo que el dueño de Amber Capital es capaz de hacer. "Si va a la guerra, va con todo", asegura un empresario que le conoce bien. "Nunca ha sido un cobarde, todo lo contrario. Y en este movimiento tiene de su lado a Vivendi y a los Polanco. Y, no lo olvidemos, la mayoría del capital".
En 24 horas, Oughourlian ha pasado de ser un villano a alzarse como una especie de 'héroe', a ojos de quienes le veían como una marioneta de Moncloa. Su rebelión en Prisa ha impactado incluso a su entorno más cercano, conocedor de sus aptitudes para la batalla. En un país donde casi ningún empresario ha levantado nunca la voz contra Pedro Sánchez, Joseph Oughourlian ha dado una bofetada simbólica a Moncloa, y lo ha hecho 'desde dentro', desde el sillón de presidente del grupo mediático más afín al líder socialista.
Si en el currículum profesional se valoraran los pulsos empresariales, Oughourlian podría reflejar al menos dos, resueltos ambos con victorias. Es ese bagaje el que genera motivos reales de preocupación en el Palacio de La Moncloa.
Que su duelo con Cebrián culminara con una humillación en directo dice mucho. Recordemos: en 2017, el empresario atesoraba la participación mayoritaria en Prisa a través de Amber Capital, el fondo de inversión que él mismo fundó en Nueva York 12 años atrás. Por aquellas fechas, la acción de la compañía estaba hundida en un pozo y sin visos de reflotar.
Juan Luis Cebrián.
Oughourlian fue determinante en la salida de Cebrián, que había resisitido otros intentos de desplazarle, con Javier Monzón y Javier Carvajal como 'cabecillas'. El financiero hizo valer su condición de principal accionista y, en la junta extraordinaria final le espetó al veterano periodista: "la gestión no es que haya sido mala, es lo siguiente". Entre otras 'perlas'. "Los accionistas han sobrevivido a 10 años de gestión pésima, pero esto se acaba", se congratuló. Y acabó sacándole los colores a Cebrián por el 'finiquito' que se llevaba de Prisa, en contra del cual votó en la Junta: "Seis millones para que se jubile, ya es bastante plata".
El periodista fue reemplazado en el cargo por Manuel Polanco como solución provisional. Pero las aguas siguieron revueltas en la compañía, con la acción por los suelos y la sangría abierta en la cuenta corriente de Oughourlian. Un año más tarde, Ana Botín hizo valer los intereses del Santander en Prisa y colocó en la presidencia a Javier Monzón, respaldada por la familia Polanco y el millonario mexicano Carlos Slim.
La precaria situación financiera de la compañía, sin embargo, devino en otra escamaruza, en esta ocasión con el otro gran accionista nacional (Telefónica). El dueño de Amber Capital, que por entonces controlaba ya el 29% de las acciones de Prisa, volvió a jugar sus cartas, apoyando al grupo de telecomunicaciones que lideraba José María Álvarez Pallete. Y en diciembre de 2020, la alianza de los dos accionistas sirvió para dejar caer a Monzón. Amber Capital dictó sentencia: "No podemos seguir confiando".
El colofón de este duelo fue el nombramiento del propio Oughourlian como presidente de Prisa. Desde entonces, el financiero ha ocupado el puesto principal del consejo de istración. Desde ese asiento, ha dado un volantazo al rumbo que Moncloa quería imponer en el grupo de comunicación, impulsando un canal de televisión afín a Moncloa. El giro se ha traducido ya en salidas tan significativas como la de Carlos Núñez (consejero de Prisa Media) y: sobre todo, de José Miguel Contreras, quien siempre ha susurrado, en materia de comunicación, a los oídos de José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez.
Nadie en Prisa vio venir el último pulso que gestaba Oughourlian, nieto de un superviviente del genocidio armenio. Tampoco nadie sabe cómo puede acabar. Ni siquiera en La Moncloa.
ses_
27/02/2025 10:33
Es rocambolesco