Internacional

Roma se blinda ante la llegada de miles de fieles en su despedida del Papa Francisco

El Gobierno italiano ha declarado el Nivel 1 de alerta, estado máximo para eventos como este

En Roma ya hay 135 cardenales, según informó ayer jueves la Santa Sede. Los Príncipes de la Iglesia abarrotan el Vaticano y es fácil verlos paseando bajo los soportales del brazo de Carlo Magno. Pese a algunas renuncias −como la del español monseñor Antonio Cañizares−, el cónclave que elija al sucesor del Papa Francisco va a ser numeroso. Como es tradición, los cardenales electores van a alojarse en Santa Marta, que durante estos últimos doce años ha sido empleada como vivienda de Francisco. No en vano, al ser una casa pequeña para tantos purpurados, Matteo Bruni ha comentado con sarcasmo en un corrillo de prensa: "Va a ser una oportunidad para que hagan piña".

No sólo está abarrotada, sin embargo, la trastienda de San Pedro; tal y como ha reconocido la oficina de prensa de la Santa Sede, ya son más de 61.000 las personas que han entrado en la Basílica, en unas cifras que no dejan de subir a un ritmo frenético. Las colas del velatorio del Papa Francisco, que se preveían largas, han superado todas las previsiones. No sólo permaneció abierta la basílica de San Pedro hasta medianoche, sino que las largas colas de hasta dos kilómetros han obligado a tener abiertas las puertas hasta las cinco de la madrugada. No será así hoy, puesto que el Vaticano pretende concluir el velatorio a las 19:00 horas de la tarde, con vistas a preparar los últimos detalles del funeral de este sábado.

Los fieles esperan tres o cuatros horas de cola para ver el cadáver de Francisco durante cinco segundos. En la nave central de San Pedro, junto a otros miles de peregrinos, me encuentro con Mario y Margarita, un matrimonio de Valencia que ha viajado hasta la Ciudad Eterna con sus dos hijos. Son ellos los que me abren los ojos a ese tercer grupo de gente que esta semana abarrota Roma hasta sus topes: "No es lo mejor para ver la ciudad con calma, desde luego, pero es un momento histórico. E impresiona toda la seguridad que hay. A veces nos parece que hay más policías que sacerdotes".

El tremendismo no es tal: las medidas de seguridad son verdaderamente visibles. A los habituales arcos metálicos para acceder a la plaza de San Pedro se suman cientos y miles de policías cacheando cada mochila, revisando cada esquina. Para las exequias de mañana se esperan más de 200.000 asistentes y delegaciones oficiales de 170 países, con jefes de Estado y máximas autoridades como Donald Trump, los reyes Felipe y Letizia, Zelenski, Macron, el primer ministro Starmer o el presidente argentino, Javier Milei.

Lo cierto es que en la Roma de pícaros y lazarillos todos hacen trampas para pasar a ver al Papa Francisco, para encontrar el atajo más directo a la basílica, para sortear las interminables filas de controles. A los españoles sólo nos ganan en audacia los italianos, que juegan en casa. Y a ellos sólo les ha ganado Virginia, una señora de 101 años que ante mis ojos, vestida por entero de negro, ha logrado acercarse al cuerpo del Santo Padre esquivando a los del cuerpo de seguridad. Que los hay, y vaya si los hay.

Roma, en nivel 1 de alerta

El Gobierno italiano ha declarado el Nivel 1 de alerta, estado máximo para eventos como este. La mañana del sábado, coincidiendo con el funeral de Francisco, la cifra alcanzará los 15.000 agentes de seguridad desplegados. Estos días previos a las exequias, hasta 6.000 efectivos de la Guardia Suiza y la Gendarmería Vaticana −y los del cuerpo de Policía− patrullan ya las calles del Estado más seguro del mundo. A los corredores de seguridad habituales se han sumado unos estrictos controles de , una total desconexión de todos los dispositivos electrónicos, así como el uso de inhibidores de señales.

Además, tal y como han reconocido las autoridades, para el funeral se desplegarán francotiradores por los tejados vaticanos, patrullarán las calles numerosas unidades caninas y de detección de explosivos, se controlarán los s subterráneos y el cielo estará vigilado −como ya lo ha estado estos días− por los cazas militares del Ejército Italiano. Todo este dispositivo de seguridad, que de hecho se respira en Roma, blindará el que parece ser el acontecimiento más relevante del año, que va a congregar a los líderes de todo el mundo.

Un último detalle de seguridad no pasa inadvertido: el Papa Francisco no será enterrado en la gruta de los Papas como, por ejemplo, su antecesor Benedicto XVI, sino que su cuerpo será traslado hasta la basílica de Santa María la Mayor. Un recorrido de casi seis kilómetros de distancia que estará monitorizado en todo momento por los cuerpos de seguridad. Tal y como ha reconocido Matteo Bruni, portavoz de la Santa Sede, el rosario que cada tarde se reza en el interior al templo mariano saldrá a las calles el sábado, puesto que en el interior se terminarán los trabajos de la sepultura. Según lo previsto, será a partir del domingo por la mañana cuando se pueda visitar la tumba de Francisco en su ubicación definitiva.

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