Internacional

Julien Bayou, declarado inocente, tras ser lapidado por el "ecofeminismo" dentro de su partido

El exlíder de los ecologistas en Francia comienza a respirar tras la caza al hombre a la que se ha visto sometido por una exnovia militante "verde"

  • Julien Bayou -

Lapidado por el "ecofeminismo", linchado públicamente por la ola 'MeToo', asesinado política y socialmente, el exjefe del partido ecologista francés, Julien Bayou, ha sido declarado inocente de todas las acusaciones de acoso y agresión sexual lanzadas por su exnovia y apoyadas por dirigentes femeninas de su formación, tras más de dos años de calvario judicial, que le han costado su carrera política y mucho más.

"En 2022 yo era diputado y dirigía un partido. Hoy, ya no estoy en la Asamblea; quince años de compromiso político tirados a la basura. Si un día tengo hijos, me preguntarán sobre este asunto. ¿Qué universidad va a correr el riesgo de confiarme un curso, qué empresa va a contratarme? He perdido todo, pero estoy de pie", asegura hoy el exjefe ecologista. 

Julien Bayou comienza a respirar tras la caza al hombre a la que se ha visto sometido por una exnovia militante "verde" y las dos camaradas que tomaron el poder en el partido Europa Ecología Los Verdes (EELV), después de obtener su dimisión. Todo empezó cuando su ex, despechada por la renuncia de Bayou a continuar la relación, le denunció dentro del partido por “violencias psicológicas graves durante cuatro años”, el periodo de su vida común, de 2017 a 2021. 

Recurso a la delación

El llamado “Comité de violencia sexual y sexista” (CVSS) de la formación se hizo cargo del asunto. Escuchó las acusaciones de la supuesta víctima, pero no las del acusado. “Hermana, yo sí te creo” y no hace falta preguntar al inculpado. A pesar de todo, el CVSS no encontró pruebas reprochables a Bayou. Las rivales internas del dirigente ecologista no iban a frenar ahí la batalla. Marine Tondelier, actual presidenta “verde”, y Sandrine Rousseau, una de las más populares portavoces de EELV, encomendaron a un gabinete de abogados privado una investigación sobre el caso. El método consistió en enviar un cuestionario a más de 12.000 militantes para buscar “pruebas” contra Bayou. Lo que se puede interpretar como una llamada a la delación, actividad tan extendida entre algunos ciudadanos ses y bien explotada contra los ciudadanos judíos durante el periodo de ocupación nazi.

Pero esa “encuesta” tampoco sirvió para sustentar el cada día más evidente oprobio. La querellante, denuncia entonces ante los tribunales a su ex y a su formación política. A su exbarragán, por “acoso moral y abuso de debilidad”; a su partido por “no asistencia a persona en peligro”. Sandrine Rousseau, la ultrafeminista más radical y conocida entre las voces de los “verdes”, lanzó entonces una campaña de prensa acusando en televisión a Bayou de “comportamiento tendente a destruir la salud moral de las mujeres”, si bien, en los pasillos de otra emisión de radio reconocía que “no había nada judicialmente condenable”.

De presunto culpable, a presunto inocente

La semana pasada, después de dos años y medio de lucha contra la “presunción de culpabilidad”, la Justicia ha confirmado la “ausencia de delito” en el comportamiento de la, ya se puede decir, víctima inocente de una maniobra donde la ambición política utilizó la palanca del “MeToo” como arma de destrucción individual. O como dice la abogada del exdirigente, Marie Dosé, “una instrumentalización de la acción pública transformada en herramienta de arreglo de cuentas y de comunicación política”.  «La realidad” - subraya la defensora - “es que, es la querellante la que desde hace años acosa, violenta, maltrata y amenaza a mi cliente y a sus allegados. El hecho de que se encuentre mal (por la separación) no legitima su encarnizamiento”.

Marine Tondelier, la presidenta del partido ecologista “deplora”, ahora, el “sufrimiento” y “las consecuencias negativas” que el caso ha ocasionado al expresidente de su formación. Bayou acusa a su expartido de “mediocridad y cobardía”.

Sandrine Rousseau, fiscal del "terror" neofeminista

Por su parte, Sandrine Rousseau, afirma que “jurídicamente, se puede considerar todavía a Bayou como “presunto inocente” y espera que la exnovia de su exjefe recurra la sentencia. Rousseau, invitada favorita de radios y televisiones por sus ocurrencias: contra el entrecot y la barbacoa “machistas”; “el valor trabajo es de derechas”; “la ecología no es hombres blancos en bicicleta por las ciudades; “vivo con un hombre deconstruido y soy superfeliz”. “Acoger a los terroristas afganos en Francia permitiría vigilarles mejor”.

Son estos “punchlines”- como dicen en inglés los ses -los que la han convertido a Rousseau en una mezcla de bufón “ecoló” y de Fouquier-Tinville, el fiscal del periodo revolucionario del “Terror”, que envió a la guillotina, entre muchos otros, a María Antonieta o a Dantón, por ejemplo. 

Rousseau y otras neofeministas sas cuentan con los medios de comunicación y, especialmente con los de la extrema izquierda, como es natural, para difundir un nuevo terror que husmea declaraciones, actitudes o comportamientos susceptibles de ser perseguidos y castigados según el nuevo catecismo ecofeminista; una versión sa de la policía moral iraní y su combate contra las mujeres libres de ese país, aunque en el caso de Francia, la víctima favorita es el hombre. 

Muchas voces de mujeres combaten la deriva del feminismo protagonizada por algunas dirigentes y militantes políticas. Para la periodista de 'Le Figaro' y escritora, Eugenie Bastié, el caso de Bayou “es un ejemplo claro de la desviación de 'MeToo' en materia judicial: un simple huevo roto en la tortilla del progreso”. 

“Cerrar los ojos ante la moral y la decencia común”

Celine Pina, periodista, exsocialista y autora del libro 'Silencio culpable' (2015), en el que alertaba de la complacencia de los políticos ses con el islamismo, denuncia también que el movimiento 'MeToo', “dirigido en un principio para que la violencia contra las mujeres sea tenida más en cuenta por la sociedad, sea utilizado como pretexto para instruir procesos de Moscú y tumbar a rivales políticos”. 

El 'affaire' Bayou demuestra, para Celine Pina, que "las mujeres no tienen nada que envidiar a los hombres a la hora de utilizar las peores armas, como la calumnia, para derrotar al adversario político". “Que Bayou acabe destrozado” por acusaciones injustas - escribe Pina en el semanario 'Causeur'- “es para la presidenta de los verdes y para Sandrine Rousseau la menor de sus preocupaciones, ya que estas dos mujeres tienen un gran destino al que servir, no el de Francia, solo el suyo, y eso justifica cerrar los ojos sobre la moral y la decencia común”.

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