Jueves Santo. En la barriada malagueña de Portada Alta, una reyerta entre familias termina con un hombre herido por un disparo en la pierna. Cinco personas —cuatro hombres y una mujer— fueron detenidas, de las cuales una ingresó en prisión provisional, mientras que las otras quedaron en libertad con medidas cautelares, como la prohibición de acercarse a los heridos. Según las investigaciones, el suceso estaría relacionado con una disputa ocurrida el día anterior.
Viernes Santo. A las 4:30 de la madrugada, en la calle Príncipe Salman de Marbella, numerosos testigos presencian otro tiroteo a la salida de una discoteca. El presunto autor disparó contra un hombre antes de darse a la fuga en su vehículo. La víctima resultó herida y fue trasladada al Hospital Costa del Sol.
Lunes 21. En Mijas, un joven británico fue asesinado a tiros en la zona de Calahonda. El crimen ocurrió en plena vía pública, poco después de las 20:10 horas, justo a la salida de un partido de fútbol, según la principal hipótesis que maneja la Guardia Civil. Varias llamadas al servicio de Emergencias 112 Andalucía alertaron de la situación.
La víctima presentaba heridas demasiado graves como para ser salvada, pese a los esfuerzos de los servicios sanitarios. La investigación sigue abierta y los agentes trabajan con las imágenes de las cámaras de seguridad del entorno para identificar a los autores. Se sospecha que fueron al menos dos personas, con el rostro cubierto, que huyeron del lugar y después prendieron fuego al coche utilizado: un Seat Cupra con matrícula extranjera, hallado calcinado en las cercanías de un centro comercial. En su interior se encontró un arma de fuego.
Se trata del tercer tiroteo en apenas una semana en la provincia de Málaga, y todos siguen un patrón que se repite: crímenes con armas de fuego, huidas bien planificadas y vehículos incendiados para eliminar pruebas. La situación ha encendido todas las alarmas entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, aunque, lamentablemente, no es un fenómeno nuevo.
La Costa del Sol se ha consolidado como epicentro de la delincuencia organizada en el sur de España. “En Málaga somos gente extrovertida, hay buen tiempo, la costa es una zona de descanso, y eso es precisamente lo que buscan las mafias: pasar desapercibidas”, afirma Inmaculada Rodríguez, secretaria general de la Asociación Unificada de la Guardia Civil, en conversación con este diario.
Desde hace años, el número de organizaciones criminales asentadas en la zona ha aumentado considerablemente. Muchas han trasladado parte de sus operaciones aquí, atraídas por su clima, infraestructuras y conexiones internacionales. Mafias rusas, rumanas, latinoamericanas, suecas, de los Balcanes y especialmente la “Mocro Maffia” (de origen marroquí-holandés) compiten por el control del narcotráfico, la trata de personas y el tráfico de armas. “La violencia es extrema, tanto que incluso hay víctimas indirectas, especialmente entre Calahonda y Marbella”, señala Rodríguez.
Ajustes de cuentas
Este término, habitual en la jerga de las mafias, hace referencia a venganzas internas. Para quienes los promueven, el asesinato está justificado por una deuda previa. Grupos que buscan dominar territorios de alto valor estratégico o económico no dudan en eliminar rivales. La cocaína, cuya circulación por el sur de España ha aumentado en los últimos años, ha desplazado incluso las rutas tradicionales del hachís, como ya ha informado Vozpópuli.
Y cuanto mayor es el volumen de droga en circulación, mayor es el riesgo de atracción de bandas dispuestas a todo por hacerse con ella. Robar droga —lo que en el argot se conoce como “vuelco”— o asesinar por control de cargamentos se ha vuelto frecuente. Quienes sufren un robo así suelen buscar venganza inmediata.
A esto se suma que muchos de los implicados son jóvenes deseosos de hacerse un “nombre” dentro del crimen organizado. Imitan códigos de películas como Goodfellas o Gomorra, lo que los vuelve aún más peligrosos.
“La situación actual es consecuencia directa de la falta de apoyo, tanto material como humano. Necesitamos personal cualificado y en las calles. Pero la plantilla ha disminuido tanto que ahora tendríamos que triplicar el número de agentes para equilibrar el déficit”, lamenta Rodríguez.
Una solución parcial fue el Plan Marbella, impulsado por el Ministerio del Interior en abril de 2024, tras una serie de siete tiroteos en apenas dos meses. Cerca de 40 agentes de la Policía Nacional llegaron desde Almería y Granada para reforzar la lucha contra el crimen organizado. Ese verano transcurrió con relativa normalidad, pero en las semanas previas a Navidad, la violencia volvió a emerger.
Con mayor presencia policial en las calles, la criminalidad se redujo. Los narcos se lo pensaban dos veces antes de actuar. Pero, como denuncia la Guardia Civil, la falta de efectivos ha devuelto la inseguridad. “La alarma social se expande y la gente ya no se siente del todo segura”, concluye Rodríguez.
MataNarcisos
23/04/2025 10:39
El SUR de España, por momentos está siendo mas parecido a Tijuana, Ciudad Juárez, o el Paso.... Y EL INÚTIL DE MINISTRO DE INTERIOR ESTÁ PARA SUS "LABORES" y las mismas no son estos problemas, si no los de su P. Amo.