Estamos en Paris, en la Ciudad Universitaria, en la sede del Colegio de España que cumple noventa años, donde hemos sido invitados a participar en el Congrès Internationale ¿ET APRÈS FRANCO…? dentro del XVe Rencontre sur la Transition Espagnole. Más de setenta profesores de universidad de Francia y España han presentado sus ponencias que se han agrupado por temas en doce sesiones. Sobrevienen recuerdos de las épocas negras del franquismo cuando los españoles tuvieron que optar entre perder la tierra para conservar la libertad o perder la libertad para conservar la tierra. Por este colegio pasó Salvador de Madariaga, Pío Baroja, Blas Cabrera, Américo Castro, Lluis Cernuda, Eduardo Chillida, José Gutiérrez Solana, Joan Miró, Severo Ochoa, Eusebio Sempere, Narciso Yepes, o Xavier Zubiri. Merece, sin duda, ser declarado lugar de la memoria histórica pero está amenazado de extinción.
Un libro, titulado 'General márchese usted', que Salvador de Madariaga me dedicó en Oxford el 3 de julio de 1970 cuando acudí a visitare junto a mi amigo José Manuel Cruz Valdovinos y que ofrece un buen retrato de la época. Se trata de una colección de crónicas que se emitieron por la Radiodifusión sa en los años 54 a 57. Lo publicó Ediciones Ibérica de Nueva York en 1959. Valga de muestra la crónica que lleva por título "La libertad de los brutos". Se trata del comentario a un discurso pronunciado por el ministro de Asuntos Exteriores Alberto Martín Artajo ante la Cámara de Comercio Norteamericana.
Allí, aguijoneado por la conciencia política de sus oyentes y por la suya propia se lanzó a hablar de la libertad. Según el señor Martín Artajo, todo hombre conoce dos clases de libertades: las libertades substantivas y congénitas y las libertades secundarias o adjetivas. Entre las primeras figuran las libertades que distinguen al hombre del bruto, por ejemplo, la de adorar a Dios, fundar un hogar, educar a los hijos, trabajar y vivir libremente en su casa según sus gustos y sus posibilidades. Entre las segundas, las libertades de orden inferior, se pueden citar la libertad de formar partidos, la de declararse en huelga, la de crear sindicatos independientes y la de prensa. Ahora, por fin, dice nuestro autor, logramos saber por qué en Yugoespaña no se permite la libertad de prensa, o de partidos o de huelga: para que nadie tome a los españoles por brutos animales, los cuales, como es sabido, se mueren por los periódicos, se dividen en liberales y conservadores y se declaran en huelga a la menor ocasión. Así en España es muy sencillo distinguir a los hombres de los animales porque ni tienen prensa libre ni partidos ni sindicatos.
Quienes basándose en estos hechos dicen que el español no es libre, olvidan o fingen olvidar la exacta significación de esta palabra mágica: la libertad".
De lo que si gozaban los españoles de entonces era de todas las libertades fundamentales: podían vivir, trabajar, comer, casarse, etc. Tan solo se veían privados de ciertas libertades secundarias, la de prensa, la de partido, la de huelga, etc. De modo que, según concluía el ministro, “quienes basándose en estos hechos dicen que el español no es libre, olvidan o fingen olvidar la exacta significación de esta palabra mágica: la libertad”. Salvador de Madariaga se sublevaba ante un sistema que tenía previsto que los españoles nacieran en una familia, vivieran en un municipio y trabajaran afiliados a un sindicato, pero no concebía que además dieran en pensar por cuenta propia. Continuará.
polplancon
28/05/2025 10:31
O sea, que por la misma regla de tres, Madariaga se sublevaría ante el sanchismo, tan parecido en lo malo a lo peor del franquismo.
stoicus
28/05/2025 13:17
O sea, que el autor es un miserable esclavo puesto que lo que estamos viviendo comenzó en el felipismo, del cual era este escribidor ferviente defensor. Hoy, este sujeto debería recordar al Juez Barbero, al cual denostó hasta el parasismo, si se me permite recordar a Quevedo. Pero su ego le exige seguir leyéndose creando su propia bacanal de bombos propios citando a quienes defendieron a España y su idea de ella frente lo propugnado por Madariaga que en poco o nada se parecía a la democracia del 78. El autor, tan leído él, debería repasar el "España" de quien cita y sacar consecuencias. Joder, con el cultureta.