Opinión

Los fontaneros

Es una mezcla de conspirador, chivato, correveidile, verdugo, provocador, negociador y siervo sumiso

  • Leire Díez junto a José Luis Ábalos, en una imagen de archivo

Tras difundirse los audios de la socialista Leire Díez en los que prometía favorecer a empresarios a cambio de información comprometida para la UCO se ha puesto de moda la palabra “fontanero”. Siendo justos, no es solo el PSOE quien tiene fontaneros. Toda organización política tiene personas que desempeñan esta labor.

El término nació con el Watergate. El por entonces presidente Nixon creó un grupo de personas de su máxima confianza en pleno escándalo de sus grabaciones –ilegales– al que eufemísticamente llamó “Unidad de Investigaciones Especiales”. Su fin era tapar cualquier filtración acerca del presidente y los materiales comprometidos que tenía en su poder. El nombre surgió de uno de los de dicho grupo cuando dijo “Estoy ayudando al presidente a evitar las filtraciones. ¡Como si fuera un fontanero!”. La acepción incluyó posteriormente otros rasgos como imponer la disciplina interna, intimidar a disidentes, conchabarse con otras instituciones o formaciones políticas de manera subterránea, en fin, el trabajo sucio que determina la acción política y pocas veces llega a conocimiento de la opinión pública. Un ex miembro del PSC que fue “fontanero” durante muchos años decía que su trabajo era lijar asperezas, llevándoselas por delante, y engrasar las ruedas del partido.

Estoy en situación de hablar de la figura del fontanero con conocimiento de causa, puesto que trabajé tres años en la secretaria de organización del PSC en tiempos del todopoderoso Josep María Sala y Miquel Iceta. Allí desempeñé funciones de coordinador de formación, responsable del departamento de seguimiento y análisis político y responsable operativo de actos de campaña. Eso me permitió apreciar el trabajo de fontanería interna que se hacía desde dicha secretaría, sin duda clave para muchas cosas que vinieron después como tengo escrito en mi libro “El PSC: historia de una traición”. El fontanero ha de ser algo más que un militante: ha de ser un implacable ejecutor de la voluntad de la cúpula dirigente. Es una mezcla de conspirador, chivato, correveidile, verdugo, provocador, negociador y siervo sumiso. Debo decir que la mayoría de ellos lo son no tan solo por las prebendas que reciban a cambio. Casi todos los que conocí lo eran por convicción, creyendo que con su trabajo contribuían a que el partido fuera más fuerte y temido.

Estoy en situación de hablar de la figura del fontanero con conocimiento de causa, puesto que trabajé tres años en la secretaria de organización del PSC en tiempos del todopoderoso Josep María Sala y Miquel Iceta

Como lo que llevan a cabo, siempre por órdenes superiores, no se nos olvide, suele ser feo de explicar, permanecen en la sombra sin recibir reconocimiento público por parte de sus líderes. Ya se ha visto con Leire, de entrada nadie la conocía. Pero en un mundo en el que la información lo es todo su trabajo es imprescindible y me atrevo a decir que sin fontaneros no habría partido que pudiera subsistir. Otra cosa es la calidad humana del fontanero.

Hay quien se planta en un congreso de regional del PSOE en plan matón y agarra por las solapas al secretario general diciéndole que o dimite y cede el sitio a Fulanito o se va a enterar, textual; también lo hay quien invita a cenar al díscolo y le promete el oro y el moro si se calla la boca y deja de incordiar. Las formas son distintas, pero el fondo es el mismo: acabar con la disidencia y forzar a la gente a que adopte la postura del líder.

En el caso que nos ocupa, la fontanería es más grave si cabe porque se trata de recabar material que pudiera comprometer a la UCO cuando está investigando casos de presunta corrupción que afectan a lo más alto del partido. Ser fontanero puede llegar a exigirte que le rajes los neumáticos del automóvil a un rival, que un grupo de “incontrolados” apedreen su vivienda o cualquier forma de presión violenta. Y, repito, lo sé porque lo ví. Por esas y otras razones me fui de aquel partido . Por esas mismas razones muchos todavía están ahí. Resumiendo, el asunto se reduce a una frase del Padrino: que Clemenza se encargue de esto.

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