Sólo los más jóvenes saben quién es Billie Eilish. Ella nació en 2001 en Los Ángeles y a sus catorce años alcanzó gran notoriedad por su canción Ojos de océano. Tres años antes hizo su primera pieza inspirada en la serie de zombis The Walkig Dead. Los críticos de la cosa la consideran cantante electropop y a su voz como de soprano. Suele exagerar sus aires susurrantes y aterciopelados.
Es hija de actriz y actor quienes, a su vez, son músicos y participan en las producciones y conciertos de ella. La creación de sus canciones descansa en su hermano Finneas (1997). Es un negocio familiar. Ni ella ni su hermano fueron a la escuela, fueron educados en casa por sus padres. Podemos imaginar el tipo de socialización de unos niños en el ambiente de los negocios del espectáculo de Los Ángeles, en una situación de nihilismo absoluto disfrazado de delirios progres. Billie dice que fue violada de niña, pero no quiere señalar culpables. Reconoce que tiene síndrome de Tourette, depresión y episodios de sinestesia.
La realidad es que el niño DiCaprio estuvo muy deprimido y su padre, dibujante de historietas, cuando el pequeño iba a su casa, ni siquiera le proporcionaba una cama sino un montón de cómics sobre los que tumbarse para dormir.
Dediquemos unas líneas a comparar algunos detalles de otra chica nacida al poco de comenzar el siglo. Greta Thunberg (Estocolmo, 2003) es hija de actor y de cantante lírica. Es víctima infantil de la manipulación propagandística sobre el cambio climático. Oyó hablar de ello a sus ocho años y entró en depresión “al ver que nadie hacia nada”, según aseguraba. Luego le diagnosticaron síndrome de asperger, TOC y mutismo selectivo. Son niños que crecen dentro de ambientes en los que todo es representación y en los que la verdad es algo molesto, incluso de mal gusto.
Esas situaciones infantiles de Billie y de Greta con cierto confort no se parecen en absoluto a la infancia de DiCaprio (Los Ángeles, 1974) quien conoció los aspectos más degradados de las drogadicciones y la prostitución en los Ángeles tras el divorcio de sus padres, cuando él tenía un año. Él, en el documental Antes de que sea tarde, donde propone la reducción de la población, menciona a su padre como alguien artísticamente relevante por haber tenido o con la corte neoyorkina de Andy Warhol, el cínico. La realidad es que el niño DiCaprio estuvo muy deprimido y su padre, dibujante de historietas, cuando el pequeño iba a su casa, ni siquiera le proporcionaba una cama sino un montón de cómics sobre los que tumbarse para dormir. Su madre, obsesionada con que el niño debía triunfar en el audiovisual, le llevaba, casi a diario, a los cástines.
Tras el nihilismo lisérgico de los 60, vino, como refuerzo, la espectacularización del sinsentido a partir de los 80, desorientación que se prolonga hoy en variadas fórmulas de estetización mórbida.
Hace justo un año lanzó su tercer álbum titulado Hit me hard and soft (Golpéame fuerte y suave). El disco tiene una muy esmerada producción que potencia la condición hipnótica de su voz. Ha estado en los primeros puestos de las listas en veinte países, con muchos elogios de la llamada “crítica musical”
Los tres se han hecho muy ricos y los tres trabajan para los proyectos antihumanos con la excusa del clima. DiCaprio se niega a casarse, pero no a cambiar de novias, Eilish se declara bisexual y Thunberg sólo acepta novios tan abducidos como ella por la causa ambientalista y antijudía. Son tres ejemplos de las líneas maestras que fomentan hoy las industrias anticulturales para las masas. Triunfa gente que, por decirlo suavemente, padece una importante inmadurez cognitiva y emocional. Se convierten en modelos para actitudes y comportamientos de muchos niños a los que, igualmente, se les mutila intelectual y moralmente en las aulas de Pilar Alegría.
Así las cosas, veamos las más recientes operaciones mediáticas de Billie Eilish. Hace justo un año lanzó su tercer álbum titulado Hit me hard and soft (Golpéame fuerte y suave). El disco tiene una muy esmerada producción que potencia la condición hipnótica de su voz. Ha estado en los primeros puestos de las listas en veinte países, con muchos elogios de la llamada “crítica musical”. Las letras de las diez canciones del álbum no paran de mencionar el amor como un problema de inestabilidad emocional, de inseguridad, de deseos cuya satisfacción tampoco consuela. Se desprende una infinita desconfianza hacia lo que ella denomina amor a la vez que demuestra que no tiene ni idea de lo que eso pueda ser. Como un ministro de la España desmantelada, algo así. Por cierto, que, en sus vídeos oficiales, usa una imagen oscura de ella misma sumergida bajo el agua. Tal vez sea una alusión, consciente o inconsciente, a los cantos de sirena.
El día 6 puso un vídeo en el que, al pasar productos de origen animal -incluidos los huevos y la leche-, por el lector de códigos de un cajero de supermercado suenan quejas doloridas de los animales concernidos
El 22 de abril, día mundial de la Tierra, emparejó con toda claridad, ante sus 124 millones de seguidores en Instagram, su actual gira con la promoción de esa enfermedad mental llamada “sostenibilidad”. El 23 hizo un concierto en el Avicii Arena de Estocolmo en cuyo escenario no faltaron unas infernales llamaradas de esas que no se consiguen sin combustibles. El entusiasmo de la gente ante el fuego se hizo incontenible como se comprueba en los vídeos que hay en internet. El 5 de mayo subió a Instagram un cartel en el que define de nuevo sus conciertos Hit me hard and soft como “European tour sustainability”. El día 6 puso un vídeo en el que, al pasar productos de origen animal -incluidos los huevos y la leche-, por el lector de códigos de un cajero de supermercado suenan quejas doloridas de los animales concernidos. El vídeo termina con frases así: “Los animales no son mercancías, rechaza la explotación de los animales, aunque sean bien cuidados”. Para el concierto que ofreció el 9 de mayo en el Uber Arena de Berlín, con capacidad para 17.000 personas, impartió instrucciones muy precisas dos dias antes: “Trae productos vegetales no perecederos a mi espectáculo. Se donarán al Berliner Tafel“.
La estética de la pobreza
Los “Tafel” en Alemania son como los bancos de alimentos de aquí. Y han decidido dar de “comer sano” y nada de carne. Así que, si eres pobre en Alemania ya no tienes derecho a comer carne. El infierno moral de la norteamericana Billie Eilish engrana bien con los lamentables proyectos de la UE. En 2022 recurrieron a los Tafel 2.000 millones de personas, un 50% más que el año anterior. Es la estadística y la estética de la pobreza 2030.
En1958
19/05/2025 07:17
No hay porque preocuparse. Todas estos fanáticos de las ideas antihumanas que dedican su vida a cuidar exclusivamente de sí mismos o, como mucho, a cuidar de una mascota, tiene el período de caducidad escrito en la frente. Periodo que ellos, jóvenes aún, creen largo pero que desde el punto de vista de la historia de la humanidad son microsegundos.
fakxone
19/05/2025 15:17
2.000 millones de personas comiendo de los Tafel solo el año 2020 debe de ser un error pero a quien le importa si se trata de combatir otros datos deliberadamente manipulados sobre el cambio climático (por ejemplo). Lo irrefutable es que cada uno se inventa lo que le da la gana para justificar que opina lo que le da la gana. D.E.P. la verdad.