Internacional

La socialdemocracia en Europa se desmorona: casi nadie los quiere en el poder

Los malos resultados electorales de los socios de Sánchez aíslan al Gobierno español en Europa y debilitan la coalición

  • Pedro Sánchez, en el Consejo Europeo, este jueves. -

Nunca antes había salido tan barato erigirse en líder de la socialdemocracia en la Unión Europea. La caída de Olaf Scholz en Alemania y los recientes fracasos electorales de la izquierda en Portugal, Polonia o Rumanía han dejado a Pedro Sánchez como única figura destacada de esta familia política que, además de España, apenas cuenta ya con países menores como Dinamarca o Malta para tratar de mantener a flote algo de sus ideales en las grandes decisiones europeas.

Por si fuera poco, esta clara minoría coincide con un momento en el que los temas más candentes a nivel europeo son precisamente los que más amenazan con erosionar la coalición de gobierno y la mayoría parlamentaria que sostienen a Sánchez en el Palacio de la Moncloa. Asuntos tan espinosos como el gasto en defensa, la respuesta a los conflictos en Ucrania y Gaza, la política migratoria, las relaciones con Estados Unidos, la energía o la política socioeconómica europea son algunos de los principales en la agenda actual en los que España apenas tiene capacidad de maniobra debido al momento de debilidad que atraviesa la izquierda europea.

El Partido Popular Europeo, formación con más gobiernos en la UE, domina las discusiones actuales mientras que formaciones más cercanas en el espectro ideológico, como los liberales, capitaneados por el francés Emmanuel Macron, o la ultraconservadora italiana Giorgia Meloni tienen más capacidad de influencia que los propios socialdemócratas. "Antes lo podían modular, pero ahora el discurso les arrastra", afirman desde Bruselas fuentes populares en referencia a la pérdida de peso de Sánchez y de la izquierda en Europa.

Sánchez y Meloni: Europa cambia de rumbo

Sitúan como ejemplo el aumento de gasto en defensa o la política migratoria en la que, hasta hace poco, era "impensable" hablar de envíos de migrantes irregulares a centros de deportación en países extracomunitarios, como ha hecho Italia en Albania. Esta misma semana, sin embargo, ese polémico "modelo Meloni" ha conseguido el respaldo de Bruselas a través de una propuesta de reforma para facilitar expulsiones sin que la izquierda pueda levantar su voz cada vez más impotente. Lo que era inconcebible hace apenas unos años se ha convertido ahora en realidad.

Socialistas en horas bajas

Las siglas socialistas atraviesan sus horas más bajas en Europa. Ya no venden. Ya casi no recuerdan lo que significa ganar unas elecciones. En lo que va de década, la victoria de Scholz en 2021 sirvió de esperanza para revertir una tendencia a la baja evidente. Sin embargo, el empuje de centroizquierda proveniente de Alemania se esfumó al ritmo del colapso de su coalición de gobierno con liberales y verdes.  

Desde entonces, apenas algunas alegrías electorales en territorios menores de Europa y el espejismo español de Pedro Sánchez que, a pesar de caer derrotado frente al PP de Feijóo en 2023, logró articular una mayoría parlamentaria sustentada en partidos independentistas y de la izquierda más radical. Con ese panorama se llegó a las elecciones europeas del pasado mes de junio que certificaron que estamos ante el peor momento histórico de la socialdemocracia moderna. En la década de los 90, sus eurodiputados ocupaban más de un tercio de la Eurocámara. En la década pasada todavía superaban el 25%. Hoy sus 136 eurodiputados apenas representan ya el 18,8% del Parlamento Europeo.

De hecho, tras la cita con las urnas del año pasado, la coalición europea en torno al centro con populares, socialdemócratas y liberales se ha mantenido a pesar de que en los meses anteriores se vislumbraba la posibilidad de un giro a la derecha. Cobró fuerza en las filas populares la idea de dejar de lado a los socialdemócratas e incorporar a la coalición a fuerzas ultraconservadoras pero finalmente los números y las diferencias entre los partidos más a la derecha en el espectro ideológico no permitieron ese cambio de rumbo. Sin embargo, a la vista de las tendencias electorales en el último año, esa hipótesis casi insusurrable en los pasillos europeos hasta hace poco tiempo podría imponerse como una realidad tras los próximos comicios europeos de 2029.

Pedro Sánchez junto a Ursula von der Leyen, Olaf Scholz, Giorgia Meloni y otros líderes europeos

En el Consejo Europeo, lugar de toma de decisiones de los 27 líderes de la UE, el cambio de equilibrio va en la misma dirección. En 2022 había hasta siete socialdemócratas, entre ellos Sánchez y Scholz. Fueron cayendo uno a uno en Suecia, Estonia, Finlandia y en la propia Alemania. El PP europeo ha recuperado el gobierno en estos cuatro países y también en Polonia, Luxemburgo y Bulgaria donde gobernaban otros partidos, lo que sitúa a la formación azul como clara dominadora en los debates con 12 líderes en sus filas y lo que la convierte en un auténtico muro para Pedro Sánchez en cada cumbre europea. Un diplomático español que cuenta con una dilatada trayectoria en Bruselas recuerda en este sentido que "un país no puede pretender tener peso si no es capaz de armar un bloque sólido". Eso le ocurre ahora a España que, recuerda "no solo es socialdemócrata, es que con el apoyo de Podemos o, ahora, de Sumar, es el gobierno más a la izquierda de la UE desde la Grecia antisistema de Syriza y Alexis Tsipras".

España pierde fuelle

En esta procelosa coyuntura, el gobierno de Pedro Sánchez ha optado además por mantener una actitud más pasiva en asuntos en los que España tenía la hegemonía en el pasado, como por ejemplo los que incumben a Latinoamérica. En su lugar, ha preferido gastar sus cartuchos en otras batallas, como la oficialidad de la lengua catalana en la UE, que volverá a sacar a la palestra en los próximos días en Bruselas para tratar de contentar a los de Carles Puigdemont, o la puesta en marcha de 'eurobonos' para financiar el gasto en Defensa, idea recurrente que ya ha sido rechazada por varias capitales europeas.

Estos debates infructuosos para el gobierno aíslan a España, al igual que las voces discordantes de sus socios que se muestran especialmente beligerantes en asuntos de política exterior, con Ucrania e Israel como claros ejemplos. En el caso ucraniano, el apoyo europeo frente a la invasión rusa es evidente, pero algunos socios del PSOE, especialmente sectores de Sumar y Podemos, no ocultan su simpatía por Rusia. Más flagrante es el caso de Israel, cuya respuesta militar desproporcionada en Gaza ha sido duramente criticada por todos los poderes comunitarios y se debaten estos días medidas para castigar al ejecutivo de Benjamin Netanyahu. Sin embargo, calificar al país de 'Estado genocida', como han hecho del gobierno, supone, una vez más, un desmarque por parte de España por mucho que la afirmación busque más polarizar el debate dentro de nuestras fronteras que hacer ruido fuera de ellas.

El gobierno se Sánchez se expone a perder una serie de batallas europeas que están en marcha o a la vuelta de la esquina si se mantiene escorado en sus postulados. Así lo creen al menos las fuentes consultadas que afirman que "lo peor es el consiguiente incendio dentro de su Gobierno o con sus socios" cada vez que el presidente o uno de sus ministros regresan de vacío de la capital comunitaria tras tratar algún tema especialmente sensible. En el resto de asuntos, la realidad sigue siendo que España le sigue la corriente al resto de Europa. Y si no lo hace por convicción, lo hace por interés o, sencillamente, porque ya no le queda otra.
 

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