Gastrópoli

¿Qué tienen en común un jamón, un caviar y un brandy? Esta es la ruta del jamón en Semana Santa

Cinco Jotas te propone varias formas de descubrir el universo del ibérico que tienen algo en común: se hacen con calma, mimo y hambre

Si eres de los que aprovechan Semana Santa para escapar del bullicio y desconectar, pero también para comer bien, este año hay un plan que lo tiene todo: naturaleza, cultura, aire puro y gastronomía de la buena. De esa que no se olvida.

Cinco Jotas, esa marca legendaria que lleva desde 1879 haciendo del jamón una obra de arte, ha preparado una serie de experiencias que son una auténtica delicia. Y no solo por lo que se come, que también, sino por todo lo que se vive. Desde paseos por dehesas que parecen sacadas de una postal hasta catas con caviar ecológico y visitas a bodegas centenarias donde el brandy envejece al ritmo lento del tiempo.

Todo empieza en Jabugo, ese pueblecito onubense que suena a jamón y huele a campo. Allí, en pleno corazón del Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, Cinco Jotas abre las puertas de sus bodegas para compartir con el visitante todo lo que hay detrás de sus productos. Que no es poco.

Porque aquí no solo se trata de comer jamón (aunque eso ya sería motivo suficiente para ir). Es mucho más. Es entender cómo el clima, la tradición y el mimo casi artesanal se combinan para crear algo único. Y es ver, tocar y oler el entorno en el que nacen estos tesoros: las dehesas, los cerdos 100% ibéricos criados en libertad, el saber hacer de generaciones de maestros jamoneros...

La visita básica, que llaman “Esencia Cinco Jotas”, dura una hora y media, y es perfecta para quienes quieren descubrir la historia de la marca sin complicarse demasiado. Paseas por las bodegas, aprendes sobre el proceso de curación del jamón, visitas el mítico secadero natural y acabas con una cata guiada por un maestro cortador que te cuenta los trucos del buen corte. Todo acompañado con vinos de Osborne, claro. Por 28 euros, es un plan redondo.

Ahora, si tienes más tiempo y quieres empaparte de la experiencia desde el principio (y nunca mejor dicho), lo ideal es la “Experiencia Cinco Jotas”. Aquí la cosa se pone más profunda. Empiezas con un paseo por la dehesa —con botas cómodas, ojo—, donde conoces de primera mano el hábitat de los cerdos ibéricos. Árboles centenarios, aire limpio y ese verde que solo se ve después de la lluvia.

Después vuelves a las bodegas para conocer todo el proceso y, por supuesto, disfrutar de una cata de jamón que te hace replantearte tus prioridades en la vida. Y si eres de los que disfrutan con todo tipo de embutidos, puedes añadir por un poco más una degustación de caña de lomo, presa y salchichón que te hará cerrar los ojos de puro gusto. En total, unas tres horas y media que pasan volando. Precio: 70 euros (o 88 si incluyes los embutidos).

De la bellota al caviar: el lujo ecológico de Riofrío

Pero ojo, que esto no se queda en Jabugo. Si te apetece algo diferente, más fresquito y con un toque sofisticado, puedes poner rumbo a Granada, más concretamente a Riofrío, una pedanía de Loja. Allí, en un entorno de película, se cría el primer caviar ecológico del mundo. 

La experiencia aquí es tan exclusiva como deliciosa. Te enseñan cómo se crían los esturiones (peces prehistóricos, literalmente) en aguas puras de manantial, sin prisas, sin químicos, y respetando el ciclo natural del animal. Nada de prisas: estos bichos no producen caviar hasta pasados los 18 años. Un auténtico homenaje al slow food.

La visita termina, como no podía ser de otra manera, con una cata que combina caviar osetra y nacarii con jamón Cinco Jotas. El contraste entre el dulzor de la bellota y la salinidad del caviar es algo que tienes que probar al menos una vez en la vida. Eso sí, esta experiencia es más exclusiva y el precio va acorde: 225 euros por persona. Pero si te das el capricho, lo vas a recordar siempre.

Vinos, brandy y mucho arte: el Puerto de Santa María y la experiencia Osborne

Y para los que están deseando plantarse en la playa y empezar a broncearse en cuanto sale el sol, también hay plan. En El Puerto de Santa María, en plena bahía de Cádiz, las Bodegas Osborne ofrecen visitas que combinan historia, tradición vinícola y, por supuesto, degustaciones que te dejan con la sonrisa puesta. Aquí puedes conocer de cerca cómo se elaboran sus vinos de Jerez y su famosísimo brandy Carlos I, un espirituoso que lleva más de un siglo conquistando paladares.

Lo mejor es que puedes elegir el tipo de visita según lo que más te apetezca: desde una opción más básica hasta un recorrido con catas más elaboradas. 

Además, la visita incluye un paseo por la Toro Gallery, una exposición sobre el mítico Toro de Osborne, ese que ha sido mucho más que publicidad y se ha convertido en parte del paisaje cultural español. Ideal para hacer alguna foto original entre bota y bota.

En resumen, si estabas buscando una Semana Santa diferente, con planes que se salgan del típico turismo de procesiones o terrazas abarrotadas, aquí tienes una alternativa que combina aire libre, cultura, sostenibilidad, productos gourmet y, sobre todo, experiencias que se viven con todos los sentidos.

Ya sea que prefieras pasear por la dehesa onubense, descubrir el arte del corte de jamón, brindar con oloroso junto a una pieza de lomo curado, saborear caviar fresco en la sierra granadina o sumergirte en el universo del brandy junto al Atlántico, esta Semana Santa tienes el plan hecho.

¿Lo mejor de todo? Que no hace falta cruzar el mundo ni irse a resorts con pulsera. Aquí, en nuestra tierra, tenemos productos de lujo que nacen del respeto por la tradición, el entorno y el tiempo. Y eso, en un mundo acelerado como el de hoy, es más necesario que nunca.

 

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