En Galicia, cuando se habla de vino, no se habla solo de bebida. Se habla de paisaje, de historia, de familia y, por supuesto, de tradición. Y eso es exactamente lo que ofrece la nueva añada de Pazo de San Mauro 2024, un albariño que no solo se bebe, sino que también se vive. Un vino que nace a orillas del río Miño y que se empapa de todo lo que lo rodea: la tierra, el clima, el tiempo y el saber hacer de generaciones.
Situado en uno de los rincones más especiales de la Denominación de Origen Rías Baixas, el Pazo de San Mauro es mucho más que una bodega: es una pieza viva de la historia gallega y un ejemplo de cómo el respeto al origen puede dar como resultado vinos con carácter propio y alma irrepetible.
Lo primero que enamora del Pazo de San Mauro es su emplazamiento. La finca está ubicada en el Condado de Tea, justo en la frontera entre Galicia y Portugal. Desde el pazo, una construcción señorial del siglo XVI, se despliegan terrazas o bancales que descienden hasta la misma ribera del Miño, formando un anfiteatro natural que, además de bello, es único para el cultivo de la vid.
Aquí, las cepas de albariño crecen sobre un suelo granítico antiquísimo, que le aporta a los vinos una mineralidad muy especial, difícil de encontrar en otras zonas. Este subsuelo, junto al microclima atlántico, con lluvias abundantes, temperaturas suaves y las horas justas de sol, hace de este rincón un paraíso para los amantes del vino blanco.
Con una media de edad de 36 años, las vides del Pazo de San Mauro son el mejor ejemplo de cómo el tiempo mejora las cosas. Porque aquí, el paso de los años no resta, sino que suma. Y eso se nota en cada copa.
Un albariño con historia… y con historias
El Pazo de San Mauro no es una bodega cualquiera. Su historia se remonta al año 1591, cuando la noble familia hispano-portuguesa Pereira de Castro, descendiente del mismísimo Sancho I de Portugal, mandó construir el pazo y comenzó a cultivar uva en sus tierras.
Desde entonces, la tradición vitivinícola nunca se ha interrumpido. Se podría decir que aquí el vino no es solo producto, es herencia. Y eso se percibe en cada vendimia, en cada poda, en cada decisión en la bodega. Porque cuando se trabaja con tanto respeto al pasado, el resultado no puede ser otro que algo auténtico.
Pazo de San Mauro
El año 2024 no fue precisamente un camino de rosas para el equipo de viticultura. El invierno llegó más cálido de lo habitual, con temperaturas que superaron la media histórica en 1,5 grados. Luego, un febrero especialmente lluvioso dio paso a una primavera igual de húmeda y cálida, con una precipitación un 67% superior a la media. Y el verano, aunque más fresco, también llegó cargado de agua.
Estas condiciones climáticas, si bien complicadas, no fueron impedimento para que la finca diera lo mejor de sí. Como bien explica el equipo de Pazo de San Mauro, fue un ciclo vitícola exigente, pero lleno de oportunidades. La brotación comenzó antes de tiempo y la floración se alargó, pero gracias a una gestión precisa y meticulosa, se consiguió una vendimia de altísima calidad.
Del 2 al 16 de septiembre, y siempre de forma manual y selectiva, se recogieron los racimos en pequeñas cajas, parcela por parcela, para preservar al máximo la calidad de la uva. Porque aquí no vale cualquier cosa: cada detalle cuenta.
Tres formas de vinificar, un solo objetivo: la excelencia
Uno de los secretos del Pazo de San Mauro 2024 está en cómo se elabora el vino. No hay una única receta, sino que se aplican tres métodos diferentes de vinificación, en función del estado de madurez y del perfil de cada parcela.
Una tercera parte de los racimos pasa por una maceración pre-fermentativa en frío, lo que ayuda a extraer más aromas y estructura. Otra tercera parte se prensa entera, sin despalillar, a la antigua usanza, lo que aporta frescura, tipicidad y una nariz compleja. Y el último tercio se despalilla y prensa directamente, sin maceración, para conservar la acidez y ofrecer un vino vibrante y fresco en boca.
El resultado de esta estrategia es un vino complejo, equilibrado y con muchas capas, que luego reposa durante seis meses en botella antes de salir al mercado. Porque aquí las prisas no tienen cabida. El buen vino se hace con calma.
Quien mejor lo define es Susana Pérez, enóloga de la bodega desde 2016: “Pazo de San Mauro 2024 es el reflejo de un vino de gran expresión y frescura, donde la variedad albariño se define a través de las particularidades de nuestro viñedo. Es una añada que da lugar a un vino intenso, varietal y afrutado, con la elegancia de los recuerdos florales y las notas minerales, una marcada persistencia y un carácter que transmite con fidelidad la identidad de nuestro terroir”.
Más que una bodega: una familia con visión
El Pazo de San Mauro forma parte del grupo Bodegas y Viñedos del Marqués de Vargas, un proyecto familiar liderado por Pelayo de la Mata, XIII Marqués de Vargas y IX Conde de San Cristóbal. Esta firma no solo está presente en Rías Baixas, sino también en Rioja y Ribera del Duero, donde elaboran vinos de finca en ediciones limitadas y con un fuerte compromiso con la identidad de cada territorio.
En cada uno de estos lugares, la filosofía es la misma: trabajo artesanal, viñedos propios y mucho respeto por la historia y el terroir. Es esa combinación de saber hacer, pasión y paciencia lo que ha llevado a los vinos de esta casa a estar reconocidos internacionalmente.
En tiempos donde lo auténtico se valora más que nunca, vinos como el Pazo de San Mauro 2024 se convierten en embajadores de una tierra y una forma de vivir el vino que va más allá de la copa. Es un brindis por Galicia, por su historia, por su paisaje y por las personas que, con mimo y entrega, consiguen que cada añada sea una obra de arte embotellada.