La Unión Europea ha sorprendido a todos con su nueva propuesta. Pretende llevar a cabo una reforma para implicar más a las entidades bancarias de la región en la financiación de las actividades de construcción y promoción de vivienda, con el fin de mejorar la difícil situación por la que atraviesan estos sectores en los últimos dos años.
Diecisiete años después del estallido de la crisis financiera internacional como consecuencia de las hipotecas “subprime” de Estados Unidos, la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) pretende relajar las actuales condiciones de concesión de créditos a la construcción y la promoción de vivienda que se endurecieron fuertemente en 2008 y los años siguientes.
Esta relajación se pondrá en marcha si se cumplen una serie de condiciones, entre las que se encuentran haber conseguido un porcentaje -todavía indeterminado- de ventas previas al inicio de las obras o de alquileres comprometidos y que los promotores inmobiliarios arriesguen también una parte de dinero. De esta manera, la ponderación del riesgo se rebajará del 150% al 100% y, por lo tanto, los bancos tendrán que provisionar menos dinero. Así, el préstamo para la promoción de viviendas dejará de tener la catalogación de inversión especulativa o de alto riesgo que se aprobó en 2013. A la espera de que se concreten estos aspectos, el anuncio no ha despertado el interés de nadie.
Y es que las entidades financieras españolas aprendieron demasiado bien la lección de las consecuencias que para sus balances tuvo la excesiva exposición de riesgo al sector de la construcción y la promoción inmobiliaria y no quieren repetir la experiencia por mucho que flexibilicen los controles de la EBA.
Los bancos españoles tuvieron en 2007, un año antes de que estallara la crisis financiera internacional, una exposición a los sectores constructor e inmobiliario de 456.967 millones de euros de acuerdo con los últimos datos recogidos en las estadísticas del Banco de España. De esta cifra cifra, 151.911 millones de euros correspondían a los créditos y préstamos concedidos a las empresas constructoras y 318.032 millones, a las empresas inmobiliarias. En 2008, el riesgo llego incluso a incrementarse hasta 469.943 millones, de los que 318.032 millones tenían como destinatario el sector inmobiliario.
Exposición previa a la crisis
Para hacerse una idea de qué significan estas cantidades hay que retroceder algo en el tiempo y ver cuánto dinero tenían prestados los bancos a estos sectores, por ejemplo, cinco años antes, cuando ni había comenzado en España el “boom” inmobiliario ni se podía presumir que las hipotecas “subprime” acabarían contagiando su debilidad a toda Europa. En 2002, la exposición al sector constructor era de apenas 57.376 millones de euros y al sector inmobiliario, de 55.031 millones: en total 112.407 millones, cuatro veces menos que en 2007-2008.
Volver a hablar de financiación a estos sectores produce una cierta urticaria en las entidades financieras tanto españolas como europeas, ya que todas ellas, en mayor o menor medida, sufrieron en sus balances las consecuencias de la caída abrupta de un mercado que había mantenido la economía española durante los ejercicios previos. No es casualidad que el déficit de viviendas afecte a la mayor parte de las grandes economías de la UE. Hasta el año 2018, el conjunto de la banca española no consiguió que el riesgo adquirido con el sector inmobiliario bajará de 100.000 millones de euros. Algo que si se había conseguido con la construcción en catorce años antes, en 2004.
Los primeros síntomas de la crisis de 2008 empezaron a destaparse en 2010. Mientras en el año 2007 los créditos dudosos apenas sumaban entre los dos sectores 2.700 millones de euros, tres años después se disparaban a 58.000 millones. Construcción y promoción inmobiliaria suponían el 73% de los todos los créditos de dudoso cobro que tenía la banca española en el conjunto de las actividades productivas del país. En 2013, llegaron a totalizar cerca de 88.000 millones de euros.
Bajo nivel de riesgo
En la actualidad, la banca está relativamente cómoda con su exposición a estos sectores productivos vinculados a la vivienda. Los créditos dudosos ascienden en total a 3.850 millones de euros: 2.045 millones en el caso de la construcción y 1.805 millones en el de la promoción inmobiliaria. Representan apenas el 18% de todos los créditos sospechosos” de impago.
La situación actual en Europa es algo más compleja por los tamaños tan dispares de las economías de los diferentes países . En el sector inmobiliario, la banca tiene una exposición en los 30 países de la UE y el Espacio Económico Europeo de 1,25 billones de euros, aunque el riesgo asumido equivale al 27% de todos los créditos destinados a actividades productivas. Francia, con 386.000 millones y un 33,4% de riesgo; Alemania, con 198.900 millones y un 31,4%, y Suecia, con cerca de 150.000 millones y un 60,1%, presentan las cifras más altas. Entre los grandes, las mejores cifras están en Italia: 39.000 millones y el 8,4%, y España.
En la construcción, la exposición de la banca europea es menor: 248.100 millones de euros y una ratio de créditos dudosos del 5,4%. Solo en algunos casos como los de Islandia (15,1%), Bélgica (11,6%), Noruega (10,5%) y Rumanía (10,2%), la relación de créditos dudosos en el sector sobre el total de riesgo de los bancos supera el 10%.