El síndrome de resignación infantil es un trastorno que puede llevar a los niños que lo sufren a un estado de catatonia en el que pueden permanecer durante meses e incluso años. Esta extraña dolencia se ha identificado en los menores de familias que solicitan asilo político en países como Suecia, donde se desarrolla la película Vida en pausa, una suerte de distopía que, sin embargo, es más real de lo que el espectador puede imaginar.
El cineasta griego Alexandros Avranas, director de esta película, leyó en 2018 un artículo en The New Yorker sobre este síndrome y no pudo pensar que fuera verdad, sino "ciencia ficción", una historia similar a "Cenicienta, pero con mal rollo", en la que vio una "alegoría sobre la sociedad".
Vida en pausa pone el foco en Sergei y Natalia, un matrimonio que, tras huir de Rusia a Suecia con sus hijas huyendo de persecuciones políticas, espera con ansia el veredicto sobre su petición de asilo político. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por integrarse en el país, reciben el rechazo. La más pequeña de la familia entra en coma sin un motivo aparente y tratan de cambiar su destino por todos los medios.
"Antes se conocía como catatonia y apatía. Incluso en la Segunda Guerra Mundial existía en los campos de concentración. Cuando ya no tienen esperanza, entran en coma. Es algo que viene de atrás, y no solo ocurre con los niños, sino también con los adultos", cuenta a Vozpópuli con motivo de su visita a España.
Avranas cuenta que, para padecer este síndrome, el niño ha tenido que sufrir "un trauma", o haber visto "una muerte, una violación o un ataque". "Dejan un infierno y llegan a Suecia, donde encuentran el paraíso: los chicos van al colegio, se integran automáticamente, hacen amigos y hablan sueco", señala.
"Es terrible la imagen de esos niños, tumbados en esas camas, que llegan a perder toda su adolescencia y no reconocen su cuerpo cuando despiertan"
Sin embargo, la petición de asilo puede durar hasta dos años, y el consejo de inmigración puede rechazarla. Entonces, los niños -especialmente entre los cinco y los 15 años- no lo aguantan y pueden estar hasta siete años en coma, porque "sus emociones superan la lógica y su dolor es tan profundo que apagan su cerebro".
"No es culpa de los niños, sino del sistema y de la política, porque ellos son víctimas. Es terrible la imagen de esos niños, tumbados en esas camas, que llegan a perder toda su adolescencia y no reconocen su cuerpo cuando despiertan", agrega el director sobre esta película realista con apariencia de distopía.
Hipocresía europea
El realizador griego, ganador del León de Plata a la mejor dirección en el Festival de Venecia por Miss violence (2013), afirma estar "un poco enfadado" con los políticos, y carga contra el origen del problema y contra la "hipocresía europea". "Los refugiados llegan porque hay guerras. Mientras tanto la gente se irá, porque buscan una vida nueva, más segura. Me da igual que hablen de las cuotas, hay que curar la causa. Es algo que se sabe y es un círculo vicioso", critica.
"Todo lo que mostramos refleja la realidad y muestra que el gobierno cree que los responsables son los padres. La ultraderecha también lo cree", señala sobre la historia que narra en esta película, en la que, a pesar de la burocracia y de los procedimientos tan poco humanos a los que se enfrenta esta familia, se demuestra que "solo el amor y el cariño puede cambiar el mundo".
Avranas se considera un cineasta comprometido y echa de menos películas que generen debate hoy en día, al tiempo que critica que los grandes festivales acogen películas que antes solo hubieran proyectado en grandes cines. "Voy a seguir haciendo un cine comprometido", afirma. En esta línea, y en referencia a la fusión entre el palmarés de los grandes certámenes y los premios Oscar, este director afirma que los guiones que lee "no dicen nada y no buscan una conclusión".
"The brutalist es una película de cuatro horas, pero no entiendo por qué. No es Tarkovski. Ahora todo es pura imagen y estética, y muy comercial. El cine se ha vuelto un producto, no es un arte ya", ha lamentado el director.