La muerte del presidente uruguayo Mujica me ha evocado su recuerdo personal con motivo de un viaje que hice a Montevideo en mi etapa de eurodiputado (2009-2014). En mis Memorias europeas (editorial Funambulista, 2015) reflejo el episodio al decir: "me suscitaba curiosidad conocer al presidente de la República, José Mugica, que lleva un año en el poder y arrastra la leyenda de haber sido tupamaro, es decir, un forajido. Hoy es el respetado y respetable Presidente de su país. Estuvo quince años en la cárcel durante la dictadura militar y además en condición -con otros dirigentes guerrilleros- de rehén, pues los militares anunciaron que responderían a los atentados contra militares asesinando uno a uno de la cúpula tupamara que se hallaba en sus cárceles".
"Mujica - sigo contando- nos echó un discurso. Me gustó. Como quiera que todos los oradores preopinantes se dieran la palabra anteponiendo al nombre el título de doctor, él recordó que el único título de que disponía era el de doctor en calabozos. Tampoco le gustaba que le llamaran héroe porque no lo era si fui detenido y torturado por los militares de debió a que no corrí lo suficiente. Confesó haberse equivocado en su juventud uniéndose a los movimientos guerrilleros para señalar después que América Latina desunida no iba a ninguna parte y que la civilización del crecimiento indefinido era una trampa para el planeta y, al cabo, también para el bienestar de los pueblos. En ella caían todos, incluidos - enfatizó- los ecologistas, pero él tenía muy claro que de ese círculo infernal había que salir pues no pasaba de ser una cultura de vidriera, de escaparate. Uruguay debía seguir siendo ese pequeño rincón de refugio que había sido siempre, abierto a la variedad de la inmigración, y acabó con una buena advertencia, que no es suya pero que no está de más recordar: seamos exigentes con nosotros mismos e indulgentes con los demás".
Me acerqué a los eurodiputados del PSOE presentes para decirles algo así como: "este señor es de izquierdas, no como vosotros, que lo sois de escayola".
Cultivaba su huerta
Por las conversaciones que pude tener con personas de la calle, comprobé que fascinaba a todos por el hecho de que no se hubiera mudado a vivir al palacio presidencial y siguiera habitando una pequeña casa donde cultivaba su huerta y criaba gallinas. Su mujer era igualmente muy popular, la senadora más votada de la República.
El gobierno de este ex-marxista, olvidado de las enseñanzas de aquellos libros de los apóstoles revolucionarios de mesa camilla y de los manuales a lo Marta Harnecker, se abría a las inversiones extranjeras y recibía con los brazos abiertos a indios, chinos etc, siempre que llevaran un buen talonario de cheques.
Monsergas de vanguardia
Un corte de mangas - como se ve- en toda la regla a la lucha de clases, al materialismo histórico y a las monsergas de la vanguardia proletaria.
Me pareció "Pepe" Mugica un personaje heterodoxo y honesto.