Economía

Los expertos desvelan las claves de la gestión indexada

En 2025, la inversión indexada se ha afianzado como una de las estrategias más destacadas a nivel mundial

En 2025, la gestión indexada se ha consolidado como una de las estrategias de inversión más populares a nivel mundial. Su ascenso imparable se debe a una combinación de factores: comisiones reducidas, facilidad de a mercados globales, avances tecnológicos —como la inteligencia artificial— y una creciente demanda de carteras diversificadas. Pero a pesar de su auge, la gran pregunta persiste: ¿gestión indexada sí o no?

La gestión indexada, también conocida como inversión pasiva, consiste en replicar un índice bursátil, como el IBEX 35 o el S&P 500, invirtiendo en los mismos activos y proporciones que lo componen. Su objetivo no es batir al mercado, sino igualarlo, lo que la convierte en una estrategia eficaz cuando su rentabilidad sigue de cerca al índice de referencia. Esta característica, junto con su bajo coste, la ha hecho especialmente atractiva para inversores de todos los perfiles.

Sin embargo, su aparente simplicidad no debe engañar. La clave está en saber cuándo y cómo utilizarla. Domingo Barroso, director de ETFs e Indexados para España y Portugal en Fidelity International, lo resume con claridad: “Lo más habitual y eficaz es combinar la gestión activa y pasiva según el momento del ciclo económico y los objetivos del inversor”. En otras palabras, más que enfrentarse, ambas estrategias pueden complementarse.

Desde State Street destacan que la eficacia de la gestión activa o pasiva es cíclica. En un entorno como el actual -con menos apoyo de los bancos centrales y una mayor dispersión en los resultados de las empresas-, los gestores activos podrían volver a tener ventaja. Además, la elección entre gestión activa o pasiva puede depender del mercado: en Estados Unidos, donde la eficiencia es mayor, lo pasivo gana terreno; en mercados emergentes, más volátiles, la gestión activa puede aportar más valor.

La gran ventaja de la gestión indexada, según Pablo Bernal, responsable de Vanguard en España, es su capacidad para crear carteras diversificadas, rentables y fáciles de entender: “Estas estrategias son fiscalmente eficientes, ayudan a mantener una exposición estable al mercado y fomentan la disciplina del inversor”. Añade que su bajo coste mejora la rentabilidad a largo plazo y reduce la necesidad de tomar decisiones impulsivas.

Desde Amundi, Juan San Pío, responsable de ventas para Iberia y Latinoamérica en Amundi ETF, refuerza esta visión: la inversión indexada es una herramienta potente si se alinea con los objetivos individuales, el perfil de riesgo y el horizonte temporal del inversor.

Pero no todo es positivo. La gestión indexada también conlleva riesgos. Entre ellos, la concentración en determinados valores de los índices, lo que puede hacer más vulnerables las carteras en momentos de caída del mercado. Además, al no contar con un gestor que tome decisiones activas, se pierde la posibilidad de reaccionar rápidamente ante oportunidades puntuales o eventos inesperados.

Por eso, desde State Street advierten que la inversión pasiva no es válida para todas las carteras por igual. Su idoneidad dependerá del mercado y del comportamiento de los activos. En mercados más ineficientes o con alta dispersión de resultados, la gestión activa puede marcar la diferencia.

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