Cuando el pasado 18 de abril descendió al fondo del abismo de la Sirena, a 10706 metros de profundidad, Héctor Salvador se convirtió en el primer español en bajar a uno de los puntos más profundos de la fosa de las Marianas. Allí abajo, en el interior del sumergible DSV ‘Limiting Factor’ y acompañado del copiloto del australiano Tim Macdonald, este ingeniero gallego de 37 años sintió que había descendido al Hades de los griegos. A pesar de la desolación, que le recordaba la superficie que pisaron los astronautas del Apolo, allá abajo encontró criaturas vivas, recogió muestras de extremófilos y atisbó las huellas dejadas por las basuras arrojadas por los humanos. Y también se comió un bocadillo de jamón. Charlamos con él por videoconferencia desde sus oficinas de Sant Cugat del Vallès (Barcelona), donde trabaja como director de operaciones de la empresa Triton Submarine EMEA, que ha construido el sumergible.
Se lo habrán planteado mil veces, pero la pregunta es obligada: ¿qué se siente a 10700 metros de profundidad en el océano?
La verdad es que cuando estás en una misión tan crítica no tienes tiempo de darte cuenta, pero antes de empezar la misión James Cameron nos dio un consejo: ‘si tenéis la oportunidad, parad cinco minutos y reflexionad sobre dónde estáis’. Y cuando por fin acabamos la misión principal y tuvimos ocasión de hacer esto, fue realmente sobrecogedor. Piensas que tienes casi once kilómetros de agua sobre tu cabeza y que estás en un entorno tan hostil que dependes de la máquina que has diseñado y construido, porque podríais desaparecer en una fracción de segundo sin ni siquiera darte cuenta.
¿Cómo describirías lo que visteis?
El sumergible tiene tres ojos de buey, que te permiten observar todo lo que tienes a proa, aparte de cámaras alrededor, y cuando llegas a unos cien metros del fondo enciendes todas las luces y se iluminan alrededor de unos doscientos metros alrededor del sumergible. Porque estamos en una zona que ya está muy lejos de la zona de influencia de la luz solar, por lo que no hay algas ni organismos fotosinéticos, el agua es perfectamente cristalina y pura, es como estar haciendo una inmersión en una botella de agua mineral. Es realmente un paisaje extraño, quizás desolador, parece como las imágenes de las misiones Apolo en la Luna, donde tienes un fondo semiplano con pequeñas ondulaciones, donde tienes muy pocas muestras de actividad de organismos vivos. Vimos varias líneas en el sedimento que dejan los restos de plástico cuando están en el fondo del mar, lo cual es un poco descorazonador, porque incluso en un lugar tan remoto las pocas huellas que hay de vida son dejadas por las basuras de los seres humanos.
“El agua es perfectamente cristalina y pura, es como estar haciendo una inmersión en una botella de agua mineral”
¿Cómo sabíais que eran huellas de plástico?
Normalmente los seres vivos dejan unas huellas muy característica, en cambio el plástico deja unas huellas paralelas y muy marcadas [cuando es arrastrado por las corrientes por el fondo], como si fuera la huella de un camión en la tierra, que la puedes distinguir de la huella de una gaviota fácilmente. Si hubiéramos seguido las huellas habríamos encontrado restos de basura.

¿Por qué bajabais? ¿Cuál era la misión?
Durante nuestras expediciones bajamos tres módulos científicos, antes de que descienda el sumergible, y estos módulos son los que llevan cebo y cámaras para poder filmar los organismos que hay en el fondo de la fosa, donde se toman muestras de agua, muestras de sedimento, etc. Nosotros estamos en una expedición con un mecenas privado, Larry Connor, y durante una de sus inmersiones uno de estos módulos tuvo un problema a bordo y se quedó enganchado en el fondo de la fosa. Cuando le mandas el comando para que suelte lastre y vuelva, no volvía. Mi misión consistió en descender, localizarlo - lo cual es complicado de por sí, porque estás buscando un objeto relativamente pequeño, del tamaño de una lavadora, en uno de los puntos más profundos del océano y en la oscuridad absoluta - y liberarlo con el brazo robótico y conseguir que comenzase la ascensión. Y cuando lo soltamos parecía un lanzamiento espacial, salió disparado hacia arriba hasta que lo pierdes de vista.
“Es descorazonador ver huellas dejadas por la basura de los seres humanos en un lugar tan remoto”
¿Cómo lo encontrasteis?
En este caso lo que hicimos fue desplegar otro módulo, que este sí que estaba operativo, en las mismas coordenadas de superficie asumiendo que lo que derivaría con las corrientes fuese similar a lo que había experimentado el módulo anterior. Cuando ya encontramos este primer módulo, ascendimos un poco, apagamos todas las luces del batiscafo, y yo me tapé la cabeza con una toalla, para estar en la más absoluta oscuridad. Y vas girando 360 grados hasta que ves una especie de píxel muerto, un puntito azul que no debería estar ahí. Te aseguras que no sea ningún tipo de reflejo y empiezas la navegación, en este caso de 260 metros hasta el módulo. Una vez que lo ves, enciendes las luces, navegas alrededor, analizas por qué está atascado y ya tomamos la decisión de usar el brazo para liberarlo.
¿Es ahí cuando paráis a pensar?
Sí. Paramos a pensar y también a comer una bocadillo de jamón.
No me digas, ¿y el jamón era de España?
Espero que sí. (risas) Pero no sé lo que había en la cocina del buque. El jamón “más profundo” (risas). El sabor desde luego fue épico, claro, una de esas cosas que no olvidarás en la vida.
¿Cuánto tardasteis en bajar hasta los 10700 metros">“Estás en persona en un sitio que es casi mitológico, es como descender al Hades de los griegos”. ¿Cree que su experiencia se parece algo a la de los astronautas? No lo sé, porque no he estado en el espacio, pero creo que compartimos la sensación de haber estado en un entorno completamente hostil, donde sabes que estás muy lejos de cualquier posibilidad de rescate, al final eres tú y la máquina y todo depende de los dos. Creo que es una sensación muy parecida a la que debieron sentir sobre todo los primeros astronautas, donde estaban a solas en la cápsula y todo dependía de ellos. Quienes han viajado fuera de la Tierra experimentan el efecto “Perspectiva” (Overview), al ver todo en la distancia, ¿cuál sería el efecto que se vive en el lugar más profundo del océano? No creo que tengamos ese “overview”, más bien es al revés; te sientes muy humilde, te das cuenta de lo grande que es el océano. La mar al final te puede matar o permitir llegar a su punto más recóndito y volver para contarlo, te das cuenta de que es casi un organismo vivo. Lo que comprendes es la magnitud del océano y que estás en persona en un sitio que es casi mitológico, es como descender al Hades de los griegos.