Carles Puigdemont y los dirigentes de Junts per Catalunya han transmitido en las últimas semanas a los negociadores del PSOE y de otras formaciones políticas e interlocutores sociales que no sólo no van a apoyar los Presupuestos Generales del Estado este año sino que tampoco se plantean apoyar las cuentas públicas para 2026, lo cual, de cumplirse, pondría en riesgo el objetivo de Pedro Sánchez de aguantar hasta 2027 sin adelantar elecciones generales, confirman a Vozpópuli varios de esos interlocutores.
El Gobierno ya sabe que incluso el presupuesto del año próximo está en el aire y por eso sigue en la estrategia de ganar tiempo y no dar siquiera por perdido el de 2025 a pesar de que estemos en abril. El jueves, la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, continuó con la ficción de que está esperando "una ventana de oportunidad" para presentar con ocho meses de retraso las cuentas de este ejercicio, algo poco menos que imposible porque muchos socios, no sólo Junts, también Podemos y ERC le han dicho no; Y cuando fue preguntada por los presupuestos de 2026 dijo que todavía es "pronto" porque el Ejecutivo no dispone de los indicadores macroeconómicos preceptivos para elaborar un borrador.
Llegados a este punto "el problema no es técnico, es político", iten varias fuentes consultadas: Puigdemont se siente "utilizado" por el líder socialista para su segunda investidura y para sobrevivir en La Moncloa sobre la base de ceder solo a algunos planteamientos de Junts, como el polémico traspaso de competencias en inmigración -"delegación", lo llama el Gobierno-, pero sin llegar a resolver del todo su situación penal porque quizá, en el momento en que el ex presidente de la Generalitat esté libre de cargos para volver a España sin ser detenido deje caer al líder socialista.
Puigdemont lleva siete años fugado en Waterloo (Bélgica) y ve cómo pasa el tiempo entre promesas de que lo suyo se va a arreglar mientras el resto de los juzgados y encarcelados por el referéndum ilegal de independencia el 1-O de 2017 hacen vida normal e incluso han vuelto a la política activa, como ocurre con su gran rival en independentismo, Oriol Junqueras, recién reelegido secretario general de ERC aunque todavía no pueda presentarse a unas elecciones porque sigue inhabilitado.
El máximo dirigente de Junts per Cataluña lleva siete años fugado en Waterloo (Bélgica) y ve cómo pasa el tiempo entre promesas de que lo suyo se va a arreglar mientras el resto de los juzgados y encarcelados por el referéndum ilegal de independencia el 1-O de 2017 hacen vida normal e incluso han vuelto a la política activa, como ocurre con su gran rival en independentismo, Oriol Junqueras, recién reelegido secretario general de ERC aunque todavía no pueda presentarse a unas elecciones porque sigue inhabilitado.
Puigdemont transmite a sus diputados en el Congreso -y a todo aquel que se ha sentado con él en los últimos meses- que quiere estar de vuelta en Cataluña para julio de este año, lo más tardar y, si no, Junts romperá formalmente con el Gobierno de coalición de PSOE y Sumar, por más que éste se multiplique en gestos de acercamiento, no sólo los que protagonizan Santos Cerdán o José Luis Rodríguez Zapatero por la parte socialista, también Yolanda Díaz para que dé su visto bueno al proyecto de ley de reducción de jornada laboral a 37,5 horas semanales.
No antes de año y medio
Esa pretensión del huido resulta prácticamente imposible en términos de calendario judicial porque, aunque la mayoría afín al PSOE en el Tribunal Constitucional presidido por Cándido Conde-Pumpido se dé toda la prisa del mundo en declarar antes de julio constitucional la Ley de Amnistía, y en aprobar los recursos de Junqueras y otros implicados contra la sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que dictaminó que el delito de malversafión de caudales públicos no es amnistíable, el Supremo siempre podrá presentar un ulterior recurso contra ese fallo ante el Tribunal de Justicia Europea (TJUE); recurso europeo que, ese sí, retrasará la última palabra sobre la situación penal del fugado Puigdemont no menos de año y medio.
De hecho, el magistrado instructor del 1-O en el Supremo, Pablo Llarena, ordenó su detención cuando, en agosto pasado, pisó fugazmente Barcelona para asistir a la investidura del socialista Salvador Illa como presidente de la Generalitat, porque la amnistía no le es de aplicación mientras no se aclare jurídicamente si la malversación que cometieron él y todos los dirigentes políticos implicados en el 1-O. Los Mossos de Esquadra intentaron detenerle pero el burló el cordón policial y consiguió llegar a Waterloo.
Desde esa segunda huida de agosto "su desconfianza ante lo que le pueda pasar si vuelve a España es máxima". Puigdemont no ite ser detenido ni por los Mossos ni, por supuesto, por Policía o Guardia Civil. Solo se plantea, y así se lo ha trasladado a sus interlocutores en el Gobierno, que tienen prisa para resolver la papeleta judicial, volver en julio libre de cargos y para ejercer el liderazgo polìtico de Junts en normalidad; lo cual no quiere decir que se plantee ejercer de líder de la oposición a Illa en el Parlament de Cataluña.
Desde esa segunda huida de agosto, señala una de las fuentes consultadas, "su desconfianza ante lo que le pueda pasar si vuelve a España es máxima". Puigdemont no ite ser detenido ni por los Mossos ni, por supuesto, por Policía o Guardia Civil. Solo se plantea, y así se lo ha trasladado a sus interlocutores en el Gobierno, que tienen prisa para resolver la papeleta judicial, volver en julio libre de cargos y para ejercer el liderazgo polìtico de Junts en normalidad; lo cual no quiere decir que se plantee ejercer de líder de la oposición a Illa en el Parlament de Cataluña.
Alguna de las fuentes consultadas por Vozpopuli sostiene que la intención a su vuelta, cuando ésta se produzca, es dejar la Presidencia de Junts en manos de alguien de su máxima confianza. El nombre más barajado en la formación ex convergente en estos momentos es el de la actual portavoz en el Congreso, Miriam Nogueras, quien exhibe un discurso independentista duro en la tribuna de oradores y no da oxígeno a Pedro Sánchez en las negociaciones con el Gobierno.
Esa elección de Nogueras sería un revés para los dirigentes de la antigua Convergencia que apuestan por una moderación de Junts al calor de un independentismo ciertamente desinflado -las encuestas ya le dan un apoyo del 38% mñaximo- y al calor de la vuelta de Puigdemont a Cataluña; pero ni éste ni su círculo de confianza en Waterlóo, encabezados por la propia Nogueras y por el secretario general, Jordi Turull, están, por la labor de agradar a lo que llaman despectivamente "el sector negocios" que tanta importancia tuvo en aquel partido liderado por Jordi Pujol con mano de hierro durante 25 años.