MetaEmpleo

Vampiros emocionales: estos son los perfiles que te absorben la energía en la oficina

Estas personas absorben la energía emocional de sus compañeros y crean un ambiente tóxico en el trabajo

Tras la pandemia, la preocupación por el bienestar emocional de los profesionales se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de las empresas. Según el Informe Mundial de la Felicidad en el Trabajo, el 98% considera que el trabajo debería contribuir a su bienestar emocional. Sin embargo, solo el 47% afirma experimentarlo.

¿Por qué esa discrepancia? Una de las posibles explicaciones hay que buscarla en la composición y dinámicas de los equipos de trabajo. Y es que en ellos abundan los llamados vampiros emocionales, perfiles que tienen la capacidad de agotar emocionalmente a quienes les rodean.

El concepto de vampiro emocional hace referencia a aquellas personas que absorben la energía emocional de sus compañeros y crean un ambiente tóxico, ya sea por actitud, comportamiento o estilo de comunicación. “El bienestar emocional es un componente crítico para el éxito tanto individual como organizacional. Capacitar a los empleados para que identifiquen y gestionen eficazmente las dinámicas negativas, como las que generan los vampiros emocionales en el entorno laboral, es fundamental para construir un ambiente laboral saludable y productivo”, señala Ana Ruiz, Learning & People Development Manager de Gi Group Holding.

Esta empresa ha identificado los 6 perfiles más comunes de vampiros emocionales que pueden afectar negativamente el ambiente laboral. Estos son:

1. El quejica crónico: la negatividad hecha rutina

Este perfil lidera la lista no solo por su frecuencia, sino por su alta capacidad de contagio emocional. El quejica crónico es aquella persona que siempre tiene algo negativo que decir, aunque todo esté funcionando correctamente. Se queja del tiempo, de los clientes, de los compañeros, del café... y nunca parece estar satisfecho.

El quejica crónico siempre tiene algo negativo que decir, aunque todo esté funcionando correctamente

“Este perfil es probablemente el más frecuente y peligroso porque su constante negatividad es contagiosa y acaba  mermando los ánimos en los equipos”, advierte Ana Ruiz.

2. Drama king o drama queen: cada día es una tragedia

Quien haya trabajado con este perfil lo reconoce fácilmente. El drama king o queen transforma cualquier pequeño incidente en una catástrofe. Si se cae el sistema durante cinco minutos, habla como si la empresa fuera a la quiebra. Si un cliente hace una sugerencia, lo vive como una crítica personal.

Este tipo de personas suelen demandar atención constantemente y convierten el lugar de trabajo en un escenario donde ellos son los protagonistas. El impacto que generan no solo es emocional: también ralentizan procesos, desvían la atención de lo importante y generan tensiones innecesarias.

3. El pasivo-agresivo: el arte de la indirecta venenosa

El pasivo-agresivo es uno de los perfiles más difíciles de manejar, precisamente porque su comportamiento rara vez es frontal. Su comunicación se basa en la ambigüedad, los dobles sentidos y los comentarios que dejan una huella incómoda sin haber dicho nada explícitamente ofensivo. Frases como “no es por criticar, pero...” o “yo en tu lugar lo haría distinto, aunque tú sabrás” son parte de su repertorio habitual.

Este perfil erosiona la confianza del equipo, genera inseguridad y contribuye a crear un ambiente cargado de sospechas y malestar.

4. El que todo lo sabe: cero humildad, cero colaboración

También conocido como el “sabelotodo”, este vampiro emocional tiene una necesidad constante de corregir a los demás y demostrar que tiene la última palabra. No acepta ideas ajenas, descalifica propuestas y rara vez reconoce el trabajo de sus compañeros. Aunque a menudo posee conocimientos sólidos, su actitud impide el trabajo en equipo y desmotiva al resto del equipo.

Este vampiro emocional tiene una necesidad constante de corregir a los demás y demostrar que tiene la última palabra

“El sabelotodo mina la autoestima de sus compañeros y rompe con la colaboración, un valor esencial en cualquier equipo moderno”, señala Ruiz.

5. El que siempre está ocupado (pero nunca disponible)

Este perfil parece estar siempre a punto de explotar de trabajo, pero curiosamente no entrega resultados. Su agenda está llena, siempre tiene una llamada o una reunión pendiente, y cuando se le necesita, nunca tiene tiempo. Lo más preocupante es que su actitud suele retrasar tareas clave o evitar asumir responsabilidades.

Aunque puede parecer inofensivo, este tipo de comportamiento tiene un impacto directo en la eficiencia de los equipos y en la carga de trabajo de los demás, que terminan compensando su inacción.

6. El saboteador silencioso: el arte de entorpecer sin ruido

Es el más discreto, pero no por ello menos peligroso. El saboteador silencioso no protagoniza escenas ni genera conflictos abiertos, pero su forma de actuar impide que los equipos avancen: no comparte información crítica, responde tarde a correos importantes o deja tareas clave a medio hacer sin avisar. Todo esto genera cuellos de botella, tensiones y retrasos que minan la productividad.

¿Qué hacer ante estos perfiles?

Desde Gi Group Holding insisten en que, aunque no siempre es posible evitar encontrarse con este tipo de personas, sí es posible protegerse de su impacto. Algunas estrategias para protegerse de su efecto son:

  • Establecer límites claros. Si un compañero insiste en compartir su negatividad constantemente, frases como “prefiero centrarme en soluciones” o “necesito concentrarme” pueden ayudar a marcar un límite amable pero firme.
  • No entrar en su juego. Reaccionar emocionalmente solo alimenta el conflicto. Es mejor mantener la calma, desviar la conversación hacia soluciones o temas objetivos, y no reforzar su comportamiento.
  • Rodearse de personas vitamina. Buscar aliados en el equipo con actitud positiva ayuda a crear un contrapeso emocional. Compartir momentos con personas que aportan energía positiva, incluso en pequeñas dosis, puede marcar la diferencia.
  • Aprender a desconectar. Si no es posible evitar al vampiro emocional, es clave que su actitud no nos afecte fuera del trabajo. Practicar técnicas de relajación, deporte o simplemente cambiar el foco hacia actividades placenteras ayuda a descomprimir la tensión acumulada.
  • Gestionar con inteligencia si es tu jefe. Cuando el vampiro emocional ocupa un puesto de liderazgo, la situación es más delicada. Ruiz recomienda documentar los incidentes de forma objetiva, mantener las conversaciones enfocadas en resultados y buscar apoyo en Recursos Humanos si la situación se vuelve insostenible.

 

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli