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¡No eres objetivo! Tú también tienes sesgos cognitivos en el trabajo

Aunque no seamos conscientes, la mayoría de nuestras decisiones cotidianas y laborales se ven influidas por la presencia de heurísticos y sesgos

Existen muchas personas que se consideran inmunes al efecto de las reseñas o recomendaciones. A ellas no las influye nada ni nadie y están seguras de tomar sus decisiones desde la objetividad más absoluta. Ni rasgos físicos, ni alabanzas, ni semejanzas, ni roles, ni aprobación o validación social, ni corrientes mayoritarias…nada les afecta.  "Es inútil tratar de disuadir con razones a un hombre de un pensamiento al que llegó sin razonar", señaló Robert Cialdini en su célebre obra Influencia, la psicología de la persuasión. Del mismo modo, es poco útil intentar persuadir a quienes creen en la absoluta eficiencia y neutralidad de su mente. Sin embargo, la realidad es contundente y ninguna persona ni grupo de trabajo está libre de sufrir sesgos cognitivos.

 

Si con el comienzo de cada día la gente no tomara múltiples decisiones automáticas nunca llegaría a la oficina o a la mesa desde la que teletrabaja. Tampoco los equipos y las organizaciones podrían avanzar en ninguna labor de no existir determinados automatismos adquiridos. "La heurística son un conjunto de estrategias cognitivas a modo de atajo mental que potencialmente nos ahorran muchas horas al simplificar las decisiones", señala Jerrel Forman en su obra Sesgos Cognitivos. Y es que, aunque no seamos conscientes o, incluso, queramos negarlo, la mayoría de nuestras decisiones se ven influidas por la presencia de heurísticos y sesgos.

 

Resulta poco útil intentar persuadir a quienes creen en la absoluta eficiencia y neutralidad de su mente

 

El sistema 1 vs el sistema 2 de Daniel Kahneman

 

Pensar rápido, pensar despacio es una de las obras más relevantes en lo relativo a la toma de decisiones y su gestión en el cerebro. Daniel Kahneman firmó con este libro la paternidad de los sesgos cognitivos. Entre todo lo descrito, el psicólogo acerca una diferenciación clave para conocer más sobre esta materia: la existencia de dos sistemas de pensamiento muy diferentes. 

 

El sistema 1 se caracteriza porque opera de manera rápida, automática y con poco esfuerzo. También conocido como sistema implícito está muy marcado por las experiencias previas y es el más susceptible de verse afectado por los sesgos cognitivos. Si se produjera un apagón de este sistema sería como volver a ser un bebé con todo por aprender porque es clave en la mayoría de las acciones que marcan nuestra vida cotidiana. Por su parte, el sistema 2 es más lento y conlleva una mayor acción por parte de las personas. Las operaciones que se vinculan a este sistema se asocian a «la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse». Es el sistema racional de nuestra mente.

 

5 ejemplos de sesgos cognitivos que pueden afectar nuestra vida laboral

 

Conocer cómo interactúan el sistema 1 y el sistema 2 es relevante para saber cómo los sesgos actúan en nuestra mente. Por ejemplo, en un proceso de selección un reclutador que observa varias fotos podría verse afectado por alguna asociación rápida que su cerebro (mediante el sistema 1) realiza y que le lleva a beneficiar a un candidato. Si este mismo reclutador profundiza un poco en su pensamiento (utiliza el sistema 2) puede llegar a ser consciente de que se encamina hacia la toma de una decisión sesgada.

 

La lista de sesgos cognitivos que pueden condicionar nuestras decisiones llega a ser muy amplia. Estos son algunos de los casos más arquetípicos.

  • Efecto Halo. El ejemplo citado del reclutador indica cómo causar una buena primera impresión puede tener mucho premio. El efecto halo hace referencia a la tendencia a generalizar a partir de una característica inicial. Así, ante la llegada de un nuevo compañero con aficiones comunes a las mías puedo llegar a pensar, sin ningún tipo de evidencia, que será muy competente. La persona sesgada por el efecto halo incluso llega a negar la evidencia que contradice su pensamiento. También tiene su reverso negativo en el efecto Horn, en cuyo caso una primera impresión negativa se extiende y crece como una bola de nieve. 
  • Sesgo de confirmación. Este sesgo se vincula con la forma de seleccionar, buscar o recordar la información. Son muchos los ejemplos en la vida laboral donde se produce una tendencia que lleva a elegir aquello que coincide con nuestros pensamientos y al rechazo de todo aquello que los contradice. También puede ocurrir que a la hora de encontrar las razones detrás de un error se acepten con más facilidad aquellas que son acordes con nuestro sistema de creencias, independientemente de su veracidad o no. Además,  en la memoria es más factible que perdure más aquello que reafirma las certezas previas. 
  • Pensamiento polarizado. Todo o nada. Éxito o fracaso. Bien o mal No hay término medio. El gris no existe y se habita un universo dicotómico. Un sesgo que puede llevar a que una leve apreciación de mejora ante un jefe o compañero de trabajo te convierta en sospechoso de no ser verdaderamente militante y no estar demasiado implicado. El empleo de términos como nunca, siempre o todos es una buena señal para detectar la posible presencia del pensamiento polarizado.
  • El sesgo retrospectivo. Los sesgos cognitivos pueden cumplir la función de reescribir nuestra historia vital o laboral. En ese sentido, la retrospección es especialmente implacable con las personas que tienen que tomar decisiones. Imagina ser la persona que decidió lanzar el producto estrella de su compañía el día que se produjo el Gran Apagón en la Península Ibérica. Los análisis posteriores serán como ese compañero al que le gusta decir “yo sabía que esto iba a salir mal” y tacharán la acción de error grave y desastre absoluto pero sin tener en cuenta el contexto real en el que se tomó la decisión. Esto se conoce como impresión de predictibilidad y conlleva el pensamiento de que los resultados podrían haberse anticipado en algún punto de la toma de decisión.
  • Principio del contraste. Este sesgo nos habla de cómo el orden de presentación puede afectar a nuestra manera de percibir las cosas. No tendremos la misma sensación térmica respecto de una piscina de agua templada si previamente hemos estado en un agua muy fría o en agua muy caliente. La razón es que existe una tendencia vinculada al sistema 1 por la que se percibe un segundo objeto más diferente de lo que puede ser en realidad con respecto al que le precede.

 

Este principio del contraste se vincula con el efecto de primacía y recencia y con esa pregunta tan importante a la hora de presentar un proyecto: ¿en qué momento debo introducir la información más relevante? En el caso de la primacía se tiende a recordar aquello que se cita primero mientras que la recencia favorece aquello que va al final. Lo complejo en este caso es saber cuál es el mecanismo que se activará en nuestro interlocutor.

 

"Conocer los sesgos cognitivos nos permite estar mejor adaptados a los tiempos modernos y poseer herramientas para navegar con solvencia las aguas turbulentas actuales", señala Javier F.Jiménez. Y es que, lo aceptemos o no, los sesgos nos acompañan en nuestra vida cotidiana y laboral condicionando la libertad de nuestro pensamiento.

 

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