Una mañana, vi a un diputado negándose a responder las preguntas de determinados periodistas: “No participamos de burbujas mediáticas de la ultraderecha”. Así es como decidió el señor Rufián que era apropiado responder a las preguntas que le incomodaban de los medios que no le simpatizaban.
Y no pasó nada.
A la mañana siguiente, como quien dice, ya no era solo el señor Rufián, sino también ministros y otros políticos, quienes se negaban a contestar las preguntas de determinados periodistas, mientras el resto de compañeros callaban y les hacían el vacío en las ruedas de prensa del Congreso.
Y no pasó nada.
Un día después, Antonio Maestre, que se reconoce como periodista y documentalista, creyó que era buena idea quitarle el micrófono a otro periodista y lanzarlo por los aires porque, según él, que un compañero le haga preguntas incómodas en la vía pública, es acoso.
Y no pasó nada.
Al día siguiente, Pablo Iglesias, ex vicepresidente del Gobierno, en la presentación de su libro a la que habían acudido varios medios, tomó la misma actitud que Maestre, lanzando el micrófono de un periodista por encima de las cabezas de los asistentes, mientras le decía que es basura, que le da asco, que es un agitador y que no deberían dejarle acudir a “eventos como ese”. La pregunta del gran agitador de la ultra mega extrema derecha: “¿Cree usted en la libertad de prensa?”. Yo creo que la respuesta de Iglesias fue muy clara y evidente: no.
Me gustaría recordarle a doña Silvia que los estándares de la casa donde trabaja son tan altos que, hace tan solo dos años, la empresa pública convocó plazas para ser periodista, cuyo único requisito era tener una licenciatura universitaria. ¿En qué? En lo que fuera. ¿Has estudiado Turismo o Quiímicas y no has pisado una redacción en tu vida?
Y sí que pasó algo en realidad en todo este tiempo. El Gobierno de Sánchez empezó una campaña de desprestigio hacia los medios y los periodistas que no le gustan, catalogándolos como pseudo medios o pseudo periodistas. Los medios afines al Gobierno se unieron a los deseos de nuestro amadísimo líder, usando esos mismos calificativos para sus compañeros, a la vez que competencia.
Es así como hemos llegado a que Silvia Intxaurrondo nos dé lecciones de periodismo, de lo que es un buen periodista, como ella, que trabaja bajo los estrictos requisitos y estándares de RTVE, de lo que es un mal periodista o un pseudo medio. Me gustaría recordarle a doña Silvia que los estándares de la casa donde trabaja son tan altos que, hace tan solo dos años, la empresa pública convocó plazas para ser periodista, cuyo único requisito era tener una licenciatura universitaria. ¿En qué? En lo que fuera. ¿Has estudiado Turismo o Quiímicas y no has pisado una redacción en tu vida? ¡Puedes obtener una plaza para trabajar de periodista en RTVE y nadie te llamará pseudo periodista! Aunque te pasen los textos directamente de Moncloa y te dediques a cortar y pegar.
Lo que consiguió nuestro Adonis presidencial con todo esto, fue que una parte de la población comenzara también a insultar y denigrar a estos trabajadores, negándoles su profesión: “No es periodista porque ni siquiera acabó la carrera de periodismo. Es un fascista agitador”.
Esos mismos son los que llaman periodista a Antonio Maestre, que estudió Biblioteconomía y Documentación, pero no Periodismo; a Ignacio Escolar, hijo de periodistas que, sin haber terminado la carrera de Periodismo, fundó un medio que él mismo dirige; Ana Pardo de Vera, que estudió Filología Hispánica y no solo es periodista sino también directora de un medio o Angels Barceló, que ha reconocido públicamente que nunca terminó la carrera de Periodismo porque no fue capaz de aprobar Teoría e Historia de la Imagen.
¿Van ustedes a exigirle la carrera de Bellas Artes a un pintor o a un escultor para reconocerle su obra? ¿Van a negarle a un director de cine su profesión por no haber estudiado Comunicación Audiovisual?
Me gustaría preguntarles a esas personas que niegan que alguien sea periodista porque no ha estudiado Periodismo o terminado la carrera, si saben cómo funciona el mundo en el que viven o, por el contrario, están decididos a demostrarnos a todos su ignorancia, provocada en gran medida por la ceguera ideológica que les otorga ser adoradores de la izquierda política.
¿Van ustedes a exigirle la carrera de Bellas Artes a un pintor o a un escultor para reconocerle su obra? ¿Van a negarle a un director de cine su profesión por no haber estudiado Comunicación Audiovisual? ¿Serían ustedes capaces de negar que el protagonista de una película es actor, porque no ha estudiado Arte Dramático? ¿Por qué puede un matemático ser profesor de matemáticas, si no ha estudiado Magisterio? ¿Y qué licenciatura, según ustedes, tiene que tener un escritor para no considerarle un pseudo escritor?
Deberían comprender qué es el periodismo y cómo se rige esta profesión, antes de sacar las antorchas para llevar a la hoguera a quienes les dicen sus líderes pusilánimes que tienen que quemar. Resulta que la profesión del periodista no es como la de un médico, un abogado o un arquitecto, que no solo necesitan haber terminado los estudios de la carrera universitaria correspondiente, sino que, además, deben estar colegiados para poder ejercer.
Lo único que podemos cuestionar es si es buen periodista o mal periodista, igual que también podemos hacer con el abogado, el médico, el carpintero, el peluquero o el actor. Pero que no te guste un periodista porque sus preguntas te resultan incómodas o no te gusta lo que escribe, no lo convierte en fascista
En Europa, la determinación de la colegiación obligatoria para el ejercicio de determinadas profesiones está regulada por la normativa comunitaria que, da la casualidad, para bien o para mal, no contempla que el periodismo sea una profesión de obligada colegiación para su ejercicio.
Aunque en España existe una Red de Colegios Profesionales de Periodistas, para lo único que sirve actualmente inscribirse en ella es para obtener descuentos y ofertas en cursos y productos diversos, además de que te den un carné que puedes plastificar y enseñar a tus vecinos en el ascensor, en lugar de hablar del tiempo. Indican en su web que pretenden funcionar como un sindicato, siendo interlocutores con las instituciones públicas para defender los derechos de la profesión, lo mismo que te cuentan las innumerables asociaciones de periodistas que existen en nuestro país, cuyos requisitos para acceder a ellas se establecen en función de unos criterios en los que tampoco se ponen de acuerdo.
La realidad es la que es y no podemos negar que, tanto en España como en toda Europa, los que dicen quiénes son periodistas son las empresas de comunicación, al contratarlos. Lo único que podemos cuestionar es si es buen periodista o mal periodista, igual que también podemos hacer con el abogado, el médico, el carpintero, el peluquero o el actor. Pero que no te guste un periodista porque sus preguntas te resultan incómodas o no te gusta lo que escribe, no lo convierte en fascista.
Franco sabía mucho de eso
Les reconozco que a mí me cuesta llamar abogado a alguien que se licenció en Derecho pero nunca ha ejercido y trabaja de camarero. Lo mismo me pasa con esas personas que te dicen: “soy cantante pero me gano la vida de dependienta en una tienda de ropa”. No, maja, tú eres una dependienta que sueña con ser cantante.
Ahora el Gobierno insiste en que quiere colegiar a los periodistas. Quizá ustedes no son conscientes del peligro que existe en que sea el que manda quien reparte los carnés y permisos para trabajar de periodista. Franco sabía mucho de eso. Ya sé que a todos los de la izquierda les da mucho miedo Franco, aunque, curiosamente, no hacen más que seguir los pasos andados por el dictador.
Tenemos personas a cargo de ministerios que no han pisado una universidad en su vida ni tampoco saben lo que es trabajar en una empresa. Pero eso no preocupa a nadie, porque hemos normalizado que para dirigir un país no hacen falta estudios, experiencia, conocimientos ni aptitudes
No sé qué es más estremecedor, si ver la violencia y las amenazas constantes hacia determinados periodistas, ejercidas por un parte concreta de la clase política, o que sean aplaudidas por los que abrazan la ignorancia, justificando ese comportamiento vil con la idea de que no son periodistas. Sin embargo, tenemos personas a cargo de ministerios que no han pisado una universidad en su vida ni tampoco saben lo que es trabajar en una empresa. Pero eso no preocupa a nadie, porque hemos normalizado que para dirigir un país no hacen falta estudios, experiencia, conocimientos ni aptitudes.
Y miren qué curioso, yo preferiría que no me llamaran periodista, pero me lo llaman muchos. Muy a mi pesar, desde que empecé a colaborar con este medio en el ámbito del periodismo de opinión, me temo que también soy periodista, aunque ya en la carrera de Periodismo, tras trabajar de becaria del becario en un par de empresas, me di cuenta de que no quería serlo y traté de dedicarme a otra cosa. He tenido muchas profesiones, he estudiado cosas diversas y recopilado titulaciones que quedarían muy bonitas enmarcadas y cubriendo varias paredes, aunque he preferido dejarlas criando polvo en el trastero, porque el destino es caprichoso y no te lo marca un papel.
jfvchu
17/04/2025 08:48
Doña Rosa , en el clavo como siempre.
izzy_99
17/04/2025 11:27
Touche
ulpianus
17/04/2025 13:42
Rosa que bien escribes!!! Como siempre, no puedo estar más de acuerdo contigo. Me encantan tus artículos en prensa, que asiduamente leo; magníficos, ojos preciosos.
pacodemahon
17/04/2025 19:01
Muy bueno. Ánimo.
acab.1958
17/04/2025 19:35
Hincha urrondo, insigne escritora.
Rekaldeberri
Sí un esbirro marroquí se mete aquí a enfangar ya sabemos quién está detrás del espionaje. Era evidente de todas formas. Ahora hay que probarlo.
Rekaldeberri
Sí un esbirro marroquí se mete aquí a enfangar ya sabemos quién está detrás del espionaje. Era evidente de todas formas. Ahora hay que probarlo.
Rekaldeberri
Sí un esbirro marroquí se mete aquí a enfangar ya sabemos quién está detrás del espionaje. Era evidente de todas formas. Ahora hay que probarlo.
alexmazallas
18/04/2025 10:04
España va camino de una dictadura de izquierdas. Salvo que provoquen otra guerra civil, que no me extrañaría y acabemos de una vez con esta escoria. La izquierda es odio perpetuo y corrupción, y Franco lo sabía bien. Es alucinante oír hablar de Franco a niñatos y niñatas más jóvenes que yo, que no le conocí, y soy casi jubilado, y que sólo destilan odio mientras viven del contribuyente español y miran para otro lado con el Islam, que es el verdadero problema, además de ellos, claro.
apiborra
18/04/2025 18:25
Siempre resulta un placer leer su particular opinión sobre todo los temas que trata Dña. Rosa. Es como una brisa de aire fresco entre tanta inmundicia Gracias
José Alejandro Vara
Y quién nos ayuda?
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