Opinión

¿Recesión? ¿Qué recesión?

La situación será peor que antes de la llegada de Trump y de su política arancelaria

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A mitad del segundo trimestre del año, el consenso dice que la economía del mundo crecerá menos de lo esperado pero no contempla recesión. Curiosamente donde se avizora más cerca (Goldman Sachs esta semana cifra en el 35% las posibilidades) es precisamente en la principal economía del planeta: Estados Unidos. Esto se debe a la caída del PIB del primer trimestre debido a que el temor a los aranceles provocó un aumento enorme de las importaciones. En la fórmula del PIB, cuando las importaciones superan a las exportaciones, se resta (lo que además tiene sentido) y dado que las mayores empresas acumularon stock ante el miedo a los aranceles, se puede deducir que el mal dato no es, en principio, un síntoma de un peor desempeño del país. Es decir, el consumo y los beneficios empresariales en general estuvieron en línea con una economía que crece, no que está en crisis. Y sin embargo, lo estará oficialmente si en este trimestre ocurre lo mismo y el PIB decrece.

No parece que ese vaya a ser el caso. En concreto no debe preocupar tanto el PIB como la dinámica de importar más porque el gobierno de los EE.UU. amenaza con subir los aranceles (no olvidemos que son un impuesto que pagan empresas y consumidores) y, por tanto, cuando éstos se eleven, los precios también lo harán. Si el primer trimestre en Estados Unidos fue de decrecimiento del PIB, el segundo puedo ser el del comienzo de un nuevo ciclo inflacionario. Esto implica estanflación, un aumento de los precios con un muy bajo crecimiento, exactamente lo que han estado viviendo, por ejemplo, Alemania y Francia durante más de dos años. Ahora en la Eurozona la inflación está más contenida gracias a factores como la caída del precio del crudo o la subida del euro, pero las dos principales economías de nuestra área económica siguen con un crecimiento raquítico. El aviso de la recesión también podría salpicarles en cuanto, por ejemplo, empeore algo más la geopolítica. La crisis de Ucrania sigue sin resolverse, ha empezado un (viejo) nuevo brote de conflicto entre la India y Pakistán y para nada está claro qué pasará con Irán que sigue en guerra directa contra Israel (e indirecta contra Estados Unidos) usando a militantes en Gaza, el Líbano y Yemen para sus actividades bélicas.

Más deuda (con un coste de intereses cada vez mayor), más presión fiscal, peores servicios públicos, escándalos políticos a los que por desgracia ya nos hemos acostumbrado tanto que algunos han desarrollado inmunidad a las noticias

Tampoco la otra gran economía planetaria, la china, está boyante. Por supuesto no caerá en recesión pero su crecimiento se va ralentizando, su moneda pierde más y más valor y no es inmune al conflicto comercial con los Estados Unidos.La respuesta corta a la pregunta sobre si se acerca una recesión sería que "no, no habrá recesión en 2025”. La larga, sin embargo, es que el crecimiento no asegurará que vivamos mejor. Y esto enlaza con la economía española, de la que tantos presumen por sus datos macro (algunos falsos, como el de la cifra real de parados) que tan pocos disfrutan. Más deuda (con un coste de intereses cada vez mayor), más presión fiscal, peores servicios públicos, escándalos políticos a los que por desgracia ya nos hemos acostumbrado tanto que algunos han desarrollado inmunidad a las noticias (pero que por supuesto afectan a la inversión), etc. Es triste que esta racha de crecimiento económico no mejore la calidad de vida de los ciudadanos. Tampoco es una novedad, los Estados Unidos de Biden, por ejemplo, mostraron unos excelentes datos de PIB y de bajo desempleo pero los votantes prefirieron un cambio radical en las elecciones de noviembre pasado porque no percibían esa mejora en su vida cotidiana.

Es similar a lo que estamos viendo estos días con las bolsas, eufóricas y alejadas totalmente de la realidad. Tan pronto descuentan el peor de los mundos como el mejor, importan más las expectativas que los datos y están cada vez más dispares con la economía real. Estos días la noticia que ha impulsado las bolsas (y las criptos, y el petróleo y en general a los activos denominados en dólares) es que puede haber acuerdo comercial entre China y Estados Unidos. Pero la realidad es que la situación, quede como quede, será peor que antes de la llegada de Trump y de su política arancelaria. Se olvidan de que Trump lo único que ha firmado es una tregua temporal para ampliar negociaciones pero nadie sabe cómo se desarrollarán.

La gran inestabilidad

Al final, todo producto importado resultará más caro (la duda es cuánto) para los estadounidenses que hace unos meses. Claro que es un alivio que el “Día de la Liberación” que tanto entusiasmó al “trumpismo” haya quedado, en apenas unas semanas, en agua de borrajas pero la inestabilidad provocada no es baladí. Tampoco que todos sabemos ahora que no hay forma de fiarse de las políticas actuales de Estados Unidos ya que cada día sale algo nuevo que puede ser lo contrario de lo del día anterior. Si Biden daba miedo por su aparente senilidad, Trump da pánico por su imprevisibilidad. Y eso son muy malas noticias para la economía y para la geopolítica, por más que los mercados financieros prefieran ignorar, de nuevo, todos los riesgos.

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