Opinión

La lengua catalana, arma de secesión

Un dique totalitario contra al orden constitucional y los derechos civiles

  • Salvador Illa, en el acto de imposición del catalán -

En los últimos 40 años, las políticas lingüísticas implantadas en Cataluña han convertido la lengua catalana en una arma contra las libertades civiles de los ciudadanos: fulminan la oficialidad del español en instituciones, educación, información, cultura y publicidad; destruyen cada día los derechos lingüísticos de los alumnos con la imposición del catalán como única lengua vehicular; sojuzgan a los alumnos con la imposición de la inmersión en catalán contra su voluntad; revientan la igualdad de los ciudadanos al imponer requisitos en catalán para el a puestos de trabajo; crujen a las personas que rompen el tabú lingüístico por expresarse y exigir respuestas en español...

Han convertido el catalán en un instrumento de dominación contra las personas según un patrón excluyente: sometimiento o marginación con delaciones, multas y señalamiento, cuando debería convivir en igualdad con el español en la vida civil, institucional, educación y medios de comunicación. Secesionistas y socialistas han convertido el catalán en lengua del poder contra la sociedad, pues la mayoría social en Cataluña tiene el español como lengua habitual. El Pacte Nacional per la Llengua, firmado ahora por el gobierno de Illa (PSC) con ERC, Comunes y algunas asociaciones subvencionadas, es un dique totalitario contra al orden constitucional y los derechos civiles. Busca condicionar al Tribunal Constitucional que debe sentenciar sobre la eliminación del carácter oficial y vehicular del español en la educación por la Ley del Parlament 8/2022. Los más belicosos (Junts y CUP) no firman; quieren mucho más. Estamos, pues, ante otra manifestación de la dictadura lingüística, ejercida con prepotencia, abuso de poder y violencia. Sí, con violencia, pues la ejercen con señalamientos, multas, marginación, coacciones, exclusión...

El proyecto político del catalanismo es la secesión de España y la guerra de exclusión del español es una de sus armas para construir una sociedad homogénea, con el catalán como única lengua de identidad personal. Este es el fin de su lucha sin cesiones, por todos los medios, porque lograr el dominio lingüístico, mental y emocional de una masa crítica de población haría inevitable la secesión. He aquí el motor del proyecto de élites catalanas secesionistas contra la catalanidad española de larga y fecunda tradición multisecular con dos lenguas español y catalán de comunicación y cultura. Como no pueden lograr la secesión a las bravas con un enfrentamiento militar como hace Putin con Ucrania, emplean otras “armas” de lucha para ampliar su poder.

Los partidos secesionistas catalanes (Junts, ERC, CUP y AC) se sienten dueños de las competencias cedidas por el Estado y las utilizan como armas de separación. Ahora cuentan con el colaboracionismo entusiasta del PSOE y del PSC: la presidencia de Illa depende de ellos.

Turull: “Si conocer el castellano en Zamora es un requisito para obtener los permisos, conocer el catalán para los que estén en Cervera o Palafrugell también tiene que ser, como es normal, porque el catalán es la lengua propia de Cataluña”.

Hasta que logren la independencia total operan, cual rémora, como un Estado aparte con la complicidad de Sánchez-PSOE. Están creando las condiciones de “frontera”, esto es, imposiciones, requisitos y sanciones lingüísticas junto con el control migratorio. Sánchez en precaria minoría ha pactado, por los siete votos de Junts, la transferencia inconstitucional, aunque sea por delegación, de las migraciones y el control fronterizo. Ya tienen preparado el proyecto de ley migratoria catalana: establece que para acceder a la residencia o tener permiso de trabajo a otros extranjeros es exigible el conocimiento del catalán. También puede ser exigible a otros ciudadanos españoles procedentes de otras provincias, pues la Ley 8/2022 estableció que la única lengua propia y vehicular de Cataluña es el catalán, aunque está recurrida por inconstitucional al TC desde 2022. Miremos si no el paralelismo establecido por Jordi Turull, secretario general de Junts: “Si conocer el castellano en Zamora es un requisito para obtener los permisos, conocer el catalán para los que estén en Cervera o Palafrugell también tiene que ser, como es normal, porque el catalán es la lengua propia de Cataluña”.

El español, lengua mayoritaria de los ciudadanos catalanes es reducida a la condición de lengua extranjera en Cataluña: lengua de los españoles, no de los catalanes. Estos mensajes como una gota malaya filtran en la conciencia de muchos, crea adictos fanáticos, pero también rechazo de muchos catalanes, tanto de lengua materna catalana o española, contra el sectarismo y la manipulación. Tanto es así que la mayoría de los jóvenes opta por el español como lengua habitual.

La estrategia de manipulación a propósito de la lengua llega incluso a la encuesta periódica sobre unos lingüísticos en Cataluña IDESCAT. (ver en https://www.idescat.cat/novetats/?id=5138). Además de preguntar sobre la lengua materna, que permite distinguir la evolución de hablantes nativos en catalán y lengua de uso habitual, añaden la lengua de identificación para comprobar cuantos no nativos en catalán se identifican con esta lengua (ciudadanos asimilados que se identifican con el catalán en detrimento de su lengua materna). Estos son los porcentajes sobre la lengua de identificación: el 30% de la población se identifica con el catalán, el castellano es la lengua de identificación del 40,4% de la población.

La clave está en el siguiente dato que ha aumentado desde 2018: el catalán junto con el castellano son las lenguas de identificación del 14,6% de la población, muchos de ellos hablantes de español que se identifican también con el catalán. Puede ser la vía intermedia para la decantación identitaria por el catalán como única lengua. Este es el fruto preciado después de tantas presiones, violación de derechos y cuantiosos recursos públicos dedicados a la hegemonía del catalán en la vida pública y privada (más de 100 millones de euros en 2024 sin contar con los medios públicos y financiados de radio y televisión exclusivamente en catalán. Sólo el presupuesto de la Corporación catalana de Medios Audiovisuales asciende a 330,5 millones de euros en 2024).

Las políticas secesionistas imponen a la población cuando tienen poder institucional un código de selección fuerte: identificación/no identificación; uso habitual/no uso habitual, que funciona a la práctica como patrón de diferenciación identitaria

El dogmatismo con la lengua como signo identitario asociado a motivos raciales es un rasgo característico de los nacionalismos esencialistas. Lo encontramos en los nacionalismos vasco, catalán, galés, irlandés, quebequés, etc. aunque con enfoques bien distintos desde el cívico galés al étnico integrista catalán.

Los ideólogos nacionalistas, tanto catalanes, vascos y gallegos, desde el siglo XIX construyen las diferencias identitarias basadas en motivos raciales y lingüísticos con marcadores distintivos que nutren el supremacismo y la xenofobia. Por ejemplo, Pompeyo Gener (1848 ¿? -1920) “creemos que nuestro pueblo (Cataluña) es de una raza superior a la de la mayoría de los que forman España”. En similares términos, Pere Muntanyola, Francisco Cambó o Prat de la Riba (Catalunya es “la comunitat de gents que parlan una mateixa llengua, tenen una historia comuna, y viuen agermanats per un mateix esperit... “Usar en tots los actes publics y privats la llengua catalana, com a única oficial de Catalunya”, en el Compendi de la doctrina catalanista, 1894). Y más recientes, Jordi Pujol (denigrando a los andaluces: poco hechos, anárquicos, ignorantes, desarraigados...), Joaquim Torra (los españoles, bestias con forma humana...con un bache en su cadena de ADN), Oriol Junqueras (los catalanes, más proximidad genérica con ses e italianos).

Actualmente, la investigación genómica ha sido contundente en el desprestigio de la identidad racial y lingüística (ver en Genes, pueblos y lenguas, Cavalli-Sforza, 1992), pero los nacionalistas la han sustituido por la “identidad cultural” con la lengua diferencial como motivo esencialista del patrioterismo nacionalista: “La lengua es la nostra patria”, objetivamente falso. La investigación de Stephen Burgen en Las lenguas de Cataluña (2020) evidencia el multifacetismo y fluidez de las identidades lingüísticas: “Los catalanes multilingües tienen un enfoque fluido del lenguaje que no está ligado a la identidad”. “Viven el lenguaje más como una herramienta...”

Los secesionistas son responsables por acción pertinaz, los gobiernos nacionales por omisión y dejación y el Tribunal Constitucional por acomodo y cesión al marco conceptual nacionalista (doctrina creativa y en parte contradictoria con el orden constituido).

Por el contrario, las políticas secesionistas imponen a la población cuando tienen poder institucional un código de selección fuerte: identificación/no identificación; uso habitual/no uso habitual, que funciona a la práctica como patrón de diferenciación identitaria y emocional como estrategias de hegemonía cultural. Sus éxitos políticos se sustentan en la identidad diferencial, cultivada con la exclusión lingüístico-cultural y la xenofobia: cancelación de España, el español y los símbolos comunes (bandera, memoria compartida...). En el actual Estado constitucional español les ha funcionado; han ganado todas las batallas contra la unidad y la igualdad de derechos. Han sometido a sectores de la población a su visión cultural y política, con vínculos fanáticos de pertenencia, esto es, sectarios, intransigentes e intolerantes. Es difícil “salir de la tribu secesionista”, por eso es interesante la experiencia de personas que logran salir y recuperar su conciencia personal, criterio propio y libertad de pensamiento.

En estas condiciones el catalanismo no ha evolucionado hacia un nacionalismo cívico con arreglo a la Constitución, sino que se ha reforzado como movimiento político secesionista. Sigue anclado en la etnicidad esencialista lingüístico-cultural porque les da poder y resulta eficaz como arma de frontera que divide, separa y excluye. He aquí el fracaso rotundo del orden institucional de la Constitución, pues una de sus bases fundacionales era la integración solidaria de los nacionalismos en la Nación española. Los secesionistas son responsables por acción pertinaz, los gobiernos nacionales por omisión y dejación y el Tribunal Constitucional por acomodo y cesión al marco conceptual nacionalista (doctrina creativa y en parte contradictoria con el orden constituido).

El hecho es que la mayoría de las familias vascas, catalanas y gallegas tienen ascendencias de otros españoles, existe una memoria compartida, símbolos y valores con un sentido de pertenencia a la nación española.

Hemos cedido en lo fundamental: la catalanidad española. Veámoslo con perspectiva que desautoriza el argumentario nacionalista: catalanes, vascos, gallegos y el resto de los españoles, como aragoneses, navarros, asturianos, leoneses, castellanos, valencianos, etc. comparten el mismo espacio geográfico durante generaciones con intercambios constantes que abarcan linajes, comercio, trabajo; descienden del mismo tronco étnico y mayoritariamente lingüístico (latín) excepto el vasco siendo esta lengua factor del desarrollo del español que devino lengua común para todos; han convivido durante siglos desde la Edad Media, primero en diversos reinos, condados y señoríos hasta la unidad dinástica de la monarquía hispánica, a comienzos del siglo XVI, y a partir del siglo XIX dentro del constitucionalismo moderno. Juntos lucharon contra la dominación musulmana entre los siglos VII y XV para reconstruir la unidad política, cultural y religiosa. Cuando se conquistó Granada se produjeron en Barcelona “las más grandes manifestaciones de alegría que nunca se habían hecho” (dietarios de la Diputación General).

También contra la invasión napoleónica, a comienzos del siglo XIX, como fueron los levantamientos populares de Barcelona y Gerona. Galdós relata así el asedio de Gerona: “Todos eran españoles los que hablaban en catalán y en español, luchaban unidos con heroicidad y soportaban la crueldad, el hambre y las privaciones”. O en 1860, Víctor Balaguer en su crónica expresa el delirio catalán por el triunfo del ejército español en África a su llegada a Barcelona. El hecho es que la mayoría de las familias vascas, catalanas y gallegas tienen ascendencias de otros españoles, existe una memoria compartida, símbolos y valores con un sentido de pertenencia a la nación española.

Estos ejemplos consuetudinarios de catalanidad española contrastan con el ambiente político y cultural actual dominado por la degradación nacionalista. Las élites secesionistas han destruido los valores fundamentales de la sociedad catalana con la corrupción política y económica, la malversación, el adoctrinamiento educativo y la propaganda.

El catalanismo, también el vasquismo y el galleguismo se construyen en contra de la verdad, la unidad y el entendimiento, con argucias, mitos y argumentarios falaces siempre para servir a intereses de élites políticas, económicas y mediáticas. Revertir esta desmesura que degrada la vida es más que un deber moral, es una obligación política, educativa y cultural.

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