Hablemos de cinismo, señor presidente

Dice nuestro amado líder que es un gran acto de cinismo lamentarse por las cinco vidas que tristemente se perdieron por el apagón e ignorar las más de 8.000 que se pierden cada año en España como consecuencia del cambio climático. No voy a entrar a cuestionar de dónde saca el señor Sánchez estas cifras ni a discutir sobre el cambio climático.

Lo que sí voy a hacer es tomar la misma postura, para afirmar que es un gran acto de cinismo lamentarse por las cincuenta mujeres asesinadas a manos de sus parejas cada año e ignorar que en este país se suicida una persona cada dos horas. Doce al día. Más de 4.200 españoles mueren al año porque nuestros servicios de salud mental pública son una auténtica basura, pero hay que preocuparse por 50 vidas, que importan más que 4.200, por lo visto.

Creo que, siguiendo la misma lógica de nuestro presidente, ya lo puedo decir, sin que se me echen las feministas encima. No se entiende que se bañe en dinero todo lo que tiene que ver con el feminismo para, supuestamente, luchar contra esos asesinatos que, curiosamente, no descienden en número, pero se deje totalmente abandonada y sin recursos la salud mental pública.

Más de 11.000 personas fallecen al año en este país por cáncer de mama o por suicidios, pero a pesar de repetirnos hasta la saciedad que nuestros impuestos van para educación, carreteras y hospitales, no se invierte un euro en mejorar estas cuestiones

Yo desde aquí quiero darle mi más sincera enhorabuena al señor Sánchez por querer optar a la medalla de oro del cinismo, pues parece que solo se pueden priorizar las muertes por número cuando la causa le interesa a él, a su Gobierno y a sus políticas. Invertir cantidades ingentes de dinero en feminismo y en un Ministerio de Igualdad, por 50 muertes anuales, pero rechazar medicamentos para combatir el cáncer de mama, porque son muy caros, cuando en 2023 en España hubo 6.759 muertes por cáncer de mama en la población femenina, no sé si a nuestro Adonis presidencial le parecerá que es un gran acto de cinismo. A mí me parece que es una vergüenza, un disparate y que estamos alimentando un negocio con base únicamente ideológica, para que unos y unas cuantas vivan muy bien.

Así que ya que nos ponemos a establecer prioridades y actos de gran cinismo únicamente por las cifras, más de 11.000 personas fallecen al año en este país por cáncer de mama o por suicidios, pero a pesar de repetirnos hasta la saciedad que nuestros impuestos van para educación, carreteras y hospitales, no se invierte un euro en mejorar estas cuestiones, porque ahora hay que preocuparse por esas 8.000 vidas que se cobra el cambio climático y que se van a combatir arrancando olivares y poniendo placas solares por todo el territorio nacional.

Pero por mucho que se esfuerce nuestro queridísimo presidente en esta competición por demostrar quién es más cínico, solo le otorgo la medalla de plata. La de oro ya está concedida. Se la ganó a pulso don Felipe González, otro político que nos trajo las bondades del socialismo a España, que al inicio daba sus mítines con chaqueta de pana con coderas, porque era muy obrero, pero cuando dejó el sillón presidencial solo gastaba trajes de Armani. Quiero dedicarle mis mejores palabras a esa gran figura que ahora muchos idolatran e invitan a entrevistas y charlas, tanto en televisión como en medios digitales, que nos regala moralinas sobre la honestidad política, sin que se le caiga la cara de vergüenza, habiendo dejado el Gobierno de España con más casos de corrupción en su partido y mandato de lo que habíamos visto jamás.

Según el señor González, los enfermos mentales iban a poder recibir una atención de calidad externalizando las consultas, de manera que el paciente acudiera a su médico para recibir su diagnóstico, tratamiento o seguimiento.

Quiero agradecerle especialmente que en 1986 se encargara de desmantelar los psiquiátricos de este país, basándose en que el trato en estos centros no era bueno para los pacientes y, en lugar de mejorarlos, dejara a los enfermos en la calle a expensas de que sus familias se quisieran o pudieran hacer cargo de ellos. Según el señor González, los enfermos mentales iban a poder recibir una atención de calidad externalizando las consultas, de manera que el paciente acudiera a su médico para recibir su diagnóstico, tratamiento o seguimiento.

Desde aquí mando también un saludito a José María Sánchez Monje, presidente de la Confederación Española de Agrupaciones Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Fefaes), que celebró la aprobación de esta norma porque "logró equiparar a las personas con una enfermedad mental con las que tenían otras patologías”. Según estos dos genios, desmantelar y cerrar los centros psiquiátricos otorgaba dignidad a los enfermos mentales.

Si pedimos ayuda a los abogados, nos dicen que no perdamos el tiempo, porque los jueces solo incapacitan a los ancianos con demencia senil o alzheimer que no saben ni quiénes son, para que las familias los puedan meter en una residencia

Les voy a hablar de dignidad. La dignidad que nos han robado tanto a los enfermos como a sus familiares, porque lo que estos brillantes cerebros han conseguido es que si un enfermo mental se niega a acudir al médico o a tratarse, los familiares no le podamos obligar.

Si pedimos ayuda a la policía cuando tiene un brote violento nos dicen que si lo queremos denunciar para meterlo en la cárcel. No, oiga, yo lo que quiero es que lo ingresen y lo traten en un hospital. Pues entonces nada, la policía no puede hacer nada.

Si pedimos ayuda a los asistentes sociales, nos dicen que ellos no pueden hacer nada, que le convenzas tú para que vaya al psiquiatra.

Si pedimos ayuda a los médicos, nos dicen que ellos no pueden hacer nada, que no lo pueden ingresar ni istrar un tratamiento en contra de su voluntad, que lo incapacites ante un juez.

Si pedimos ayuda a los abogados, nos dicen que no perdamos el tiempo, porque los jueces solo incapacitan a los ancianos con demencia senil o alzheimer que no saben ni quiénes son, para que las familias los puedan meter en una residencia, pero que si sabe qué año es, cuánto vale una barra de pan y atarse los cordones de los zapatos, conseguir incapacitarlo es un milagro y muy costoso, tanto en tiempo como en dinero.

¿Y saben lo que pasa finalmente? Que tras luchar 40 años con un enfermo mental que se niega a reconocer que está enfermo y al que es imposible llevar a un médico ni siquiera para hacerle una análitica, que piensa que los demás conspiran contra él, que se pone violento si le llevas la contraria, que una mañana te pone en un pedestal porque eres su hermana del alma y a la siguiente te insulta y te agrede porque una voz en su cabeza le dice que eres su enemiga, un día algo grave da la cara y entonces los médicos te dicen que ya es tarde y que nuevamente no pueden hacer nada. Y te lo mandan a casa para que lo veas morir, lentamente.

Cambio climático

¿Y me va a hablar a mí este señor de grandes actos de cinismo? Si llevo 40 años con una carga sobre mis espaldas que han puesto todos los impresentables que han pasado por el Gobierno de este país, demostrándome que los ciudadanos les importamos un carajo y solo les importan sus bolsillos.

Para carreteras, educación y sanidad. Y ahora para el cambio climático. Claro que sí, Sánchez. Saludos a su señora esposa, a su hermano, a su Fiscal General, a Koldo y a los 21 imputados que ocupan u ocupaban puestos públicos relacionados con ellos.

Lamento si lo mío también le parece un gran acto de cinismo. Pero ni esforzándome les gano a ninguno de ustedes.

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