Internacional

Francia recrudece la guerra diplomática con Argelia

Bayrou amenaza con revisar los acuerdos especiales de inmigración entre los dos países

  • François Bayrou -


París se harta de ser humillada por Argel y amenaza con romper los acuerdos que, desde 1968, conceden a los argelinos un trato privilegiado a la hora de instalarse en Francia. El primer ministro, François Bayrou, ha dado un ultimátum de cuatro a seis semanas al régimen de Abdelmayid Tebún para que cese de bloquear la acogida de ciudadanos argelinos expulsados por la Justicia sa, ya sean ilegales, como detentores de visado y condenados por diferentes delitos.

El reciente atentado con cuchillo en la ciudad de Mulhouse, donde un argelino, fichado como islamista radical y con obligación de expulsión del territorio, asesinó a un ciudadano portugués que se interpuso entre el terrorista y los policías a los que atacó al grito de “Alá es el más grande”, ha desbordado el vaso de la paciencia sa. El terrorista, Brahim A., fue rechazado hasta 14 veces por las autoridades argelinas en otros tantos intentos de expulsión decididos por la Justicia sa.

Han pasado 60 años desde la independencia argelina y siete desde que el presidente Emmanuel Macron intenta en vano normalizar las relaciones con la excolonia sa. La inicial diplomacia de “caricia victimaria”, la autoflagelación y el complejo de culpa del jefe del Estado francés no han servido sino para multiplicar la “renta memorial” que explota la satrapía que gobierna Argel.

Macron, de las caricias a Argel”, a la “marroquinidad” del Sháhara.

Recordemos que Macron llegó a hablar de “crimen contra la humanidad” para describir el periodo colonial francés en ese territorio del norte de África. Años más tarde, se dio cuenta de que la política de bajada de pantalones nunca reblandece a un régimen dictatorial que vive precisamente sentado sobre esa memoria histórica victimista para justificar su fracaso y privar a sus ciudadanos de libertad y a sus jóvenes de futuro, a pesar de sus inmensas riquezas naturales.

El bandazo diplomático ejecutado por Macron hace apenas siete meses en su visita a Rabat y su reconocimiento de la “marroquinidad” del Sáhara Occidental”, supuso para Argel el summum de todas las ofensas. Desde entonces, el régimen de Tebún ha reforzado una guerra diplomática que se ha traducido desde el rechazo a la acogida de sus conciudadanos expulsados de Francia, pasando por la activación de una quinta columna de “influencers” instalados en territorio francés para amenazar tanto al país de acogida como a los argelinos no alineados con la línea oficial, hasta la encarcelación hace ya más de cien días del escritor franco-argelino Bualem Sansal, al que desde entonces se priva de abogado y visitas.

Sobre el gobierno de Bayrou pesaba la presión de una mayoría de ses que la encuestas demuestran hartos de las humillaciones argelinas (74%) y del propio ministro del Interior, Bruno Retailleau, el miembro del gabinete que aboga por el endurecimiento de las medidas para frenar la inmigración ilegal y mayor mano dura contra los delincuentes extranjeros. Los principales responsables de ataques sangrientos en Francia son individuos -como al autor del ataque de Mulhouse- considerados bajo el acrónimo de “OQTF” (Obligación de abandonar el territorio francés).

La revisión de todos los acuerdos firmados en diciembre de 1968 por el gobierno de Charles de Gaulle tendría, según Argel, “consecuencias incalculables”. Esos pactos estipulan condiciones preferenciales para los argelinos, frente a los demandantes de instalación en Francia de cualquier otro país bajo dominación de París en el pasado. Se trata de una especie de derecho automático a la inmigración.

El “derecho a la inmigración” de los argelinos en Francia

Entre otras medias, esos acuerdos permiten a los ciudadanos argelinos establecerse en territorio francés libremente para ejercer una actividad comercial o profesión independiente sin necesidad de visado de larga duración que, para otros demandantes demora 10 años. Los familiares del recién llegado reciben también un certificado de residencia de 10 años desde que pisan suelo francés. Cualquier persona de nacionalidad argelina no necesita visado para permanecer en Francia más de tres meses, y el matrimonio con una persona de nacionalidad francés otorga también el derecho a permiso de residencia de diez años, renovable.

Desde 2023, Francia ha concedido el derecho a permanecer en su suelo a más de 600.000 argelinos. El 45% de los “OQTF” son ciudadanos de ese país, que son también los extranjeros mejor representados en las cárceles sas: uno de cada cuatro preso foráneo es argelino. Según el “Insee”, el instituto oficial de estadística de Francia, el 12.7% de la población inmigrada en el país es argelina. Se calcula que entre inmigrantes y descendientes después de tres generaciones, casi tres millones de personas sobre territorio francés son de origen argelino. Una cifra que el propio presidente de Argelia eleva a el doble, para jugar con la posible fuerza de presión que representaría la diáspora de su país.

Según anunció François Bayrou, su gobierno ya ha procedido a cancelar visados a ciertos “dignatarios” argelinos y subrayó que “habrá más”, antes de que Argel acepte las exigencias sas. París amenaza también con bloquear el acuerdo que negocia la Unión europea con Argelia si el gobierno de Tebún no libera al escritor Bualem Sansal.

En los dos países todas las voces coinciden en afirmar que nunca desde hace 60 años las relaciones entre París y Argel han sido tan tensas. El presidente argelino, un político en manos del entramado político-militar que sostiene al régimen, ha desempolvado todos los argumentos de la propaganda antisa y acusa a Francia de haber intentado remplazar a los musulmanes por cristianos en sus 132 años de presencia en tierras argelinas. La utilización política del islam es uno de los elementos de la política interior y exterior de Tebún. Su gobierno ha eliminado la lengua sa de las escuelas y la universidad, y ha prohibido los colegios privados financiados con fondos ses.

Peregrinaje francés a El Aaiún, “desprecio a la ONU”, según Argel

Emmanuel Macron, ocupado estos días en todo lo relacionado con el futuro de Ucrania y Europa, deja actuar a su gobierno en un asunto, el argelino, que, como toda la política exterior, forma parte en teoría de su “dominio reservado”. Entretanto, el peregrinaje de personalidades sas al Sáhara Occidental no cesa. El presidente del Senado, Gérard Larcher, y la ministra de Cultura, Rachida Dati -de origen marroquí- han sido los últimos en pisar las calles de El Aaiún.

El Consejo de la Nación argelino (equivalente al senado), ha suspendido sus relaciones con la cámara alta sa. Desde Argel, la primera visita de un ministro de la exmetrópoli al Sáhara Occidental se denuncia como “un desprecio a la legalidad internacional por parte de un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU”.

Un alto funcionario argelino declaraba recientemente al diario Le Figaro que la disputa entre Argel y París “es una catástrofe para nosotros, porque mientras el resto del mundo avanza, nosotros seguimos bloqueados en los años 70”. Bajo el anonimato, la misma fuente reconoce: “Argelia nunca volverá a tratar con un presidente francés tan abierto y bien dispuesto como Macron. Hemos perdido una gran ocasión”.

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