Tesla ha registrado una caída histórica del 71% en sus beneficios durante el primer trimestre de 2025, una crisis financiera que ha llevado a Elon Musk a anunciar su retirada parcial de la istración de Donald Trump. El empresario, que hasta ahora lideraba el controvertido Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), ha confirmado que dejará de lado su rol político para centrarse en reflotar Tesla, cuya imagen y resultados se han visto gravemente afectados por su implicación en la política y las decisiones arancelarias del Gobierno estadounidense.
Esta decisión marca un punto de inflexión no solo para la compañía de vehículos eléctricos, sino también para el entorno político de Donald Trump, quien pierde a uno de sus aliados más visibles y polémicos en el Gobierno.
Tesla, en caída libre: beneficios desplomados un 71%
El año 2025 ha comenzado con cifras sombrías para Tesla. La compañía, que durante años se ha presentado como la punta de lanza de la revolución eléctrica, ha registrado una caída del 71% en su beneficio neto durante el primer trimestre, con ganancias que se reducen a 409 millones de dólares (359 millones de euros). Este desplome ha obligado a su CEO, Elon Musk, a reconocer públicamente que su implicación política ha sido perjudicial para la empresa, anunciando así un cambio de rumbo.
Los ingresos por la venta de automóviles cayeron un 20% interanual, situándose en 13.967 millones de dólares (12.261 millones de euros). Aunque los ingresos totales, incluyendo almacenamiento de energía y servicios, moderaron su descenso al 9%, la tendencia es clara: Tesla pierde fuerza.
Más preocupante aún es el retroceso en el Ebitda ajustado, que se redujo un 17% hasta los 2.814 millones de dólares (2.472 millones de euros), una cifra que refleja la pérdida de rentabilidad operativa, incluso en sus segmentos tradicionalmente más sólidos.
El anuncio de Musk: menos política, más Tesla
El propio Musk lo confirmó durante una llamada con analistas: a partir de mayo, su implicación en el polémico Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) se reducirá drásticamente. “Probablemente, mi tiempo dedicado a DOGE disminuirá significativamente”, aseguró, añadiendo que su atención estará centrada de nuevo en Tesla, empresa que necesita recuperar el rumbo tras varios trimestres de malos resultados.
El DOGE, un organismo impulsado por Donald Trump con la misión de combatir el despilfarro y la ineficiencia en la istración federal, ha sido fuente de constantes tensiones internas y protestas externas. El propio Musk reconoció que, aunque el trabajo realizado es “muy importante”, buena parte de la tarea fundacional ya está completada.
Aun así, mantendrá cierto grado de implicación, dedicando “uno o dos días por semana” a tareas gubernamentales mientras sea útil y cuente con la confianza del presidente Trump. Pero su prioridad, como dejó claro, será devolver la estabilidad y competitividad a Tesla.
Las protestas y el coste político de la figura de Musk
El impacto político de Musk no ha pasado desapercibido. Las protestas contra Tesla han aumentado, tanto en Estados Unidos como en Canadá, Alemania y varios países escandinavos, apuntando a la doble faceta del empresario: innovador empresarial y actor político. Esta mezcla ha resultado tóxica para la imagen de Tesla, que ha sido percibida por muchos como una extensión ideológica de la Casa Blanca.
Además, la implicación de Musk en el DOGE ha coincidido con miles de despidos en la istración pública, medidas que han aumentado la tensión social y alimentado una narrativa de favoritismo hacia el empresariado en detrimento del trabajador público. Aunque Trump lo defiende como eficiencia, para amplios sectores de la población representa recortes indiscriminados.
El deterioro de la imagen pública de Musk ha tenido un efecto directo sobre la confianza en Tesla, que ha visto cómo su reputación como empresa “verde” e innovadora se ha erosionado en el contexto de una agenda política cada vez más polarizante.
La retirada parcial de Musk del Gobierno estadounidense reconfigura el tablero político de cara a las elecciones de 2026. Hasta ahora, su presencia en la istración era vista como un activo por los sectores más tecnócratas y neoliberales del Partido Republicano, que lo consideraban un catalizador de reformas estructurales. Pero también era un blanco fácil para la oposición, que lo acusaba de conflictos de interés y de utilizar su influencia gubernamental para beneficiar a sus empresas.
Tesla y los objetivos de 2030: cada vez más lejos
La compañía ya ite que no alcanzará su ambicioso objetivo de vender 20 millones de vehículos eléctricos para 2030. La combinación de políticas comerciales adversas, caída de la producción y el desgaste reputacional derivado de la implicación política de Musk están minando su capacidad de expansión.
El año 2024 ya supuso un primer aviso, con una caída del 52% en los beneficios y el primer descenso en producción en una década. La tendencia se ha confirmado en este primer trimestre de 2025, y aunque las acciones de Tesla subieron un 4,6% en el Nasdaq tras el anuncio de la retirada de Musk, este alivio bursátil podría ser meramente temporal.