El último informe presentado por el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, puso de manifiesto los graves problemas que arrastra la comunidad desde hace años. El dossier recogió y representó con contundencia las preocupaciones de la población, como la sanidad pública, el a la vivienda y los retrasos en la dependencia. Rechazó de forma tajante la entrada de la sanidad privada en la atención primaria si no hay una base legal que lo respalde, y alertó de la falta de información y transparencia en la gestión de ayudas sociales, lo que genera frustración entre los ciudadanos.
Más de 31.000 actuaciones avalan la actividad de la oficina en un año complejo, en el que más de 46.000 personas han acudido a la institución en busca de respuestas a problemas estructurales que, en muchos casos, arrastran años de espera. Una muestra de la importancia de esta figura para establecer puentes entre la ciudadanía y la istración regional, sin intereses políticos que antepongan otros problemas que no “atormentan” a los andaluces, como hace el CENTRA.
Más de siete meses después del vencimiento del mandato de Jesús Maeztu como Defensor del Pueblo Andaluz, la institución continúa sin relevo. A pesar del consenso que en su día le llevó al cargo por unanimidad en el Parlamento en 2013, hoy su sucesión está bloqueada por la falta de acuerdo entre el PP y el PSOE andaluz, especialmente tras la llegada de María Jesús Montero a la dirección regional del partido socialista.
La continuidad de Maeztu al frente del organismo en calidad de interino se ha convertido en una situación prolongada que genera incertidumbre dentro y fuera de la propia institución. Aunque la legislación andaluza permite que el Defensor continúe en funciones hasta la toma de posesión de su sucesor, el propio Maeztu ite que esta situación no es la ideal.
"Por el buen funcionamiento de la institución, no es bueno estar en funciones", ha señalado con cierta resignación. Incluso bromeó con poner "una velita" cada día para que su relevo llegue pronto.
Falta de acuerdo
Uno de los temas que más ha complicado el relevo ha sido el cambio en la dirección del PSOE-A. Tal como explican fuentes del PP-A, había un acuerdo cerrado con el anterior líder socialista, Juan Espadas, para designar a un nuevo Defensor. “Estaba todo hecho”.
Sin embargo, con la llegada de Montero, las negociaciones se han paralizado, y desde entonces, los populares atribuyen la falta de avances a la escasa voluntad de diálogo de la nueva dirección socialista. En una reciente entrevista a Europa Press, el portavoz parlamentario del PP-A, Toni Martín, llegó a comparar la actitud de Montero con la del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acusándola de bloquear cualquier posible entendimiento si no beneficia directamente al partido.
Por parte del PSOE, el discurso es diferente. El portavoz socialista, Francisco Cuenca, ha declarado que el partido está dispuesto a renovar el cargo, pero exige que se haga con "altura de miras", "transparencia" y "lealtad a Andalucía". Unas exigencias que, según sugiere, no se cumplían con Espadas al frente.
El Defensor en funciones ha expresado su deseo de que su sucesora sea una mujer, argumentando que, tras tres varones al frente, sería razonable abrir paso a una perspectiva diferente.
Jesús Maeztu se marchará con una trayectoria reconocida, marcada por la defensa de los más vulnerables. Su preocupación ahora no es solo personal, sino institucional: el riesgo de que el bloqueo político prolongue aún más la situación, en un contexto en el que la institución necesita garantías para actuar con independencia y sin incertidumbre. Con la llegada de las elecciones, el escenario podría empeorar y añadir más incertidumbre institucional a los problemas con los que ya lidia la istración regional. Más platillos giratorios que van tambaleándose .
