Ninguna mujer ha llegado tan alto en el mundo de las patronales. Ángela de Miguel es, desde el pasado 20 de mayo, presidenta de Cepyme, la organización que defiende los intereses de las pequeñas y medianas empresas. En España hay más de tres millones y el reto de De Miguel es devolverles todo el protagonismo que merecen. Tras una dura pugna electoral, la abogada vallesoletana se propone agitar el debate sobre los muchos problemas que sufren las pymes, sobre todo, las más pequeñas. Y negociar con la istración posibles soluciones. No lo tendrá fácil, con un Gobierno que sigue impulsando medidas dañinas para el tejido empresarial, como la polémica reducción de la jornada laboral.
Asume un gran reto, al hacerse con un puesto de tanta responsabilidad como la presidencia de Cepyme. Hay mucho que hacer, pero ¿por dónde hay que empezar?
Hay mucho que hacer porque la situación de las pymes es dramática, sobre todo, la de las microempresas, las de menos de 10 trabajadores. Sólo en hostelería, comercio y agricultura tenemos 25.000 menos. Las más pequeñas están contratando menos y el reto es revertir esa situación. Estamos viviendo un momento con datos macroeconómicos buenos. Hay mucha inyección de dinero, por la recaudación impositiva extraordinaria y por los fondos europeos. Sin embargo, estamos dejando atrás a la parte más débil, que son las empresas más pequeñas. Lo que queremos es que ser reviertan las políticas públicas que están destrozando a nuestras empresas.
¿No cree que los pequeños y medianos empresarios tienen menos visibilidad que las grandes corporaciones, pese a representar la mayor parte del tejido productivo?
Cuando hablamos de empresas solemos hablar de las grandes. Yo invito a todos los lectores a que hagan un análisis de la cantidad de pequeñas empresas que se encuentran en su día a día, desde que compran al pan hasta cuando tienen una avería doméstica. Pero no los vemos como empresarios, sino como gente que nos facilita la vida. Esa es la empresa real que hay en España y hay más de tres millones.
Los empresarios no se cansan de repetir el daño que les haría una medida como la reducción de la jornada. ¿Al Gobierno le falta sensibilidad con las empresas?
Para la empresa más pequeña sería dramático. Los propios estudios del Gobierno hablan de un incremento de costes del 7%. En empresas pequeñas -un bar, una tienda, que no tienen margen ni dan casi beneficio-, si incrementan así los costes, habrá un porcentaje importante de pérdidas. Así que sólo quedan dos opciones: subir los precios o cerrar, no hay más. Luego está la parte organizativa. Por ejemplo, en el comercio, que ya está contratando menos, no hay manera de gestionarlo, porque no se puede encontrar gente que quiera trabajar, por ejemplo, media hora al día. Con lo cual tendrá que abrir media hora menos. Y eso significa menos ingresos o peor atención al público.
En España abundan los impuestos, las cotizaciones, las trabas regulatorias, las normas... De todas las barreras que afronta el empresario, ¿cuáles son las más dañinas?
Tenemos un montón de problemas en España, pero hay tres fundamentales. Uno es la cantidad de trabas burocráticas y la complejidad istrativa. Cada año se publican 1,2 millones de páginas de boletines oficiales. Eso es imposible de digerir. Tantas normas complican mucho el día a día, porque son requerimientos muy exigentes, que tiene que cumplir tanto la empresa que tiene un trabajador como la que tiene 5.000. El segundo problema es el aumento de los costes laborales, que han subido un 20% en los últimos cuatro años. Por eso, la empresa más pequeña está contratando menos. En comparación con 2024, la microempresa ha contratado a 3.000 personas menos y la gran empresa 300.000 más. Y por último está la presión fiscal, que asciende al 37%, frente a una media europea del 25%. El esfuerzo fiscal es un 50% superior, teniendo en cuenta además que nuestras empresas son más pequeñas en España: cuatro trabajadores de media frente a los 11 de Alemania. Al final, la situación es absolutamente insostenible.
Tenemos una regulación muy rígida y la única alternativa que se le da a las empresas es el cierre
¿El modelo actual de diálogo social es el adecuado o necesita una revisión? Hay organizaciones como Conpymes que quieren participar y la ministra de Trabajo se ha mostrado favorable.
El modelo que tenemos es el que se recomienda desde la OIT y la UE, y es el que se recoge en nuestra Constitución. Está perfectamente estructurado. Y el diálogo social tiene a los más representativos, los que las empresas deciden libremente para asociarse y pagar su cuota. La gran mayoría de las empresas ha decidido asociarse a Cepyme a través de las más de 3.000 organizaciones que forman parte de ella. Uno puede querer muchas cosas desde el poder, pero la realidad es que estamos hablando de sociedad civil. Conpyme tiene una representatividad que no llega al 5%, es prácticamente testimonial. El Gobierno no decide quién negocia, lo hacen las organizaciones más representativas. Y mientras las empresas españolas quieran que les represente CEOE o Cepyme, serán las que deben estar en el diálogo social.
El resultado de las elecciones de Cepyme fue muy apretado. ¿Esa división es lógica dentro de una organización o le preocupa?
Había dos modelos diferentes. Nosotros proponíamos un cambio en la organización y los cambios son complejos. Pero al final compartimos que la situación de la pyme en España es dramática y compartimos el objetivo de mejorar la situación. Estamos haciendo una transición tranquila y una vez que hay un presidente y un equipo de dirección, todo el mundo está alineado con ellos.
Ángela de Miguel, presidenta de Cepyme. / VANESA NÉRIDA
Su antecesor en el cargo se mostró muy beligerante en la campaña contra el Gobierno y criticó la tibieza del presidente de CEOE. ¿Cree que los empresarios deben ser más críticos? ¿Qué le transmiten las pymes?
La tarea de Cepyme es una y la de CEOE es otra. En nuestra opinión, Cepyme no ha tenido toda la presencia que debía y no ha denunciado suficientemente la situación dramática de la microempresa. Esa es su función y para eso está. Responsabilizar a otras organizaciones es tirar balones fuera. ¿Qué nos trasladan en todo el territorio que quieren que hagamos desde Cepyme? Que contemos y denunciemos la situación dramática que sufren las pequeñas empresas, que se están quedando descolgadas. El día en que las circunstancias globales de la economía cambien y no haya tanta inyección de dinero, la pyme va a sufrir una auténtica barbaridad.
La acción del Gobierno es cada vez más complicada por la falta de apoyos. No ha habido Presupuestos. ¿La inestabilidad política está dañando a la actividad económica?
Hay estudios que demuestran que donde la gente vive mejor y tiene más calidad de vida es en aquellos países que tienen instituciones muy fuertes. La estabilidad da riqueza a todos los ciudadanos, es muy importante saberlo. En los entornos de incertidumbre no hay inversiones, ni proyectos a medio ni largo plazo, porque no se sabe qué va a pasar ni qué regulaciones va a haber. Además, en España tenemos un Gobierno que anuncia constantemente cosas que a veces hace y otras no. Al final, una empresa es igual que cualquier persona. Si una empresa tiene que hacer una inversión que no va a recuperar hasta dentro de 10 años, tiene que hacer sus cálculos a 10 años vista. Es igual que quien se compra un coche o una vivienda, tiene que tener la previsión de que va a poder devolverlo. En un entorno de inestabilidad absoluta, en el que se anuncian medidas que van en contra de la empresa, lógicamente no se puede hacer una inversión que requiere una financiación y no está claro si se podrá devolver.
En los entornos de incertidumbre no hay inversiones, ni proyectos a medio ni largo plazo, porque no se sabe qué va a pasar ni qué regulaciones va a haber
Durante la legislatura, Pedro Sánchez ha señalado más de una vez a los empresarios como los 'malos de la película'...
Desde el Gobierno se ha hablado mal de algunos empresarios y se ha visibilizado en las grandes empresas. Pero a quien está sacrificando este Gobierno es a la empresa más pequeña. En el último año se han perdido 46.000 empleadores. Las empresas grandes siguen contratando y menos mal que lo hacen. Si no tendríamos un problema de empleo importantísimo.
¿Qué le preocupa más: los problemas internos de España o los que vienen de fuera, con la guerra comercial de Trump a la cabeza?
Si hubiéramos aprovechado estos años de bonanza económica para invertir y fortalecer a nuestras empresas más pequeñas, la coyuntura internacional no nos impactaría de manera tan dura. Ahora vemos cómo la economía global se está ralentizando y una de cada tres pymes exporta. Vamos a sufrir esa situación, con una empresa pequeña muy debilitada, que es la que crea el 60% del empleo en este país. Acabaremos con muchos cierres y despidos. En España no acabamos de aprender, de legislar para evitar esta situación cada vez que hay una crisis coyuntural. Por eso aquí es donde más empresas cierran y más empleos se destruyen. Tenemos una regulación muy rígida y la única alternativa que se le da a las empresas es el cierre.