España

Chinatown en Zaragoza: casi 2.000 chinos en un pueblo de 1.200 vecinos y "ya nos apañaremos"

Figueruelas verá en los próximos meses cómo miles de chinos llegan a la ciudad para levantar y trabajar en la fábrica de baterías de CATL y Stellantis

Figueruelas es un pequeño pueblo situado a veinte minutos de Zaragoza de apenas 1.250 habitantes. A nivel nacional, era famoso por la fábrica que Opel -hoy Stellantis- instaló allí hace 43 años, pero ahora también será conocido por convertirse en la primera Chinatown de España tras el aterrizaje de 1.847 ciudadanos chinos importados para trabajar en la también china CATL, la planta de baterías para el coche eléctrico que aterrizará en España de la mano de Stellantis.

Esto significa que habrá más chinos que españoles en el pueblo con el objetivo de mantener en secreto el 'know-how' de los chinos en cuanto a fabricación de baterías, una circunstancia defendida desde el Ayuntamiento de Figueruelas, que consideran que nadie como los propios chinos que trabajan en CATL para poner en marcha la fábrica, formar a trabajadores españoles y sacar el máximo rendimiento a la planta.

El fabricante de baterías ubicará su planta de producción en un terreno adyacente al que usa Stellantis desde hace casi medio siglo. Una noticia positiva, ya que sitúa a España en el mapa del coche eléctrico, una industria llamada a ser clave durante los próximos años, aunque es cierto que la llegada de tantos chinos ha causado cierto estupor. "Está alarmado todo el mundo menos nosotros aquí en Figueruelas", afirma una vecina de la localidad en conversación con Vozpópuli.

En el pueblo se encuentran muy tranquilos pese a que el censo municipal va a multiplicarse por más de dos de forma abrupta. "Ya nos apretaremos", señala una vecina, que no ve con malos ojos su llegada. Fuentes municipales señalan que el ruido es mucho más desde el exterior que en la localidad. De hecho, su alcalde, Luis Bertol, que lleva 20 años al frente del ayuntamiento, nunca ha recibido tantas llamadas de medios de comunicación como esta semana.

En Figueruelas creen que todo va a seguir igual, ya que los chinos vendrán "con todo puesto", por lo que no necesitarán ni ir a comer al bar del pueblo, de modo que no afectará a la tranquila vida de sus vecinos. Se trata de un pueblo sin apenas servicios locales, ya que su cercanía con Zaragoza hace que la mayoría de vecinos se acerquen a la capital en busca de lo que necesiten. 

Pese a lo que se pueda esperar, entre los locales tampoco hay un especial enfado por la ocupación de 2.000 puestos de trabajo que podrían haber acabado en vecinos de la localidad, ya que es uno de los municipios de España con mejor tasa de paro: en torno al 5%. Por tanto, el aterrizaje tampoco supone un conflicto laboral entre forasteros y locales. "Mientras paguen los impuestos que tocan...", señalan, como chascarrillo, los vecinos.

Una situación ya conocida

Desde el pueblo defienden que esta situación ya se vivió hace cuarenta años, cuando la llegada de Opel a la localidad supuso un aumento drástico de la población: desde que Stellantis se fijó en esta pequeña localidad, se ha duplicado la población, aunque no de forma tan abrupta. Luis Bertol defiende, de hecho, la posibilidad de alojar en casas prefabricadas a los trabajadores chinos, ya que esta situación también se dio hace 43 años.

Además, el aterrizaje de CATL en Alemania fue muy similar: la marca china levantó una fábrica a las afueras de Arnstadt e importó miles de trabajadores chinos para sacar el máximo rendimiento a la planta mientras capacitaba a la población local. Lo que hizo entonces la firma fue reducir el porcentaje de trabajadores chinos a medida que CATL vio capacitada a la mano de obra local. Un ejemplo de lo que podría pasar en Figueruelas durante el próximo lustro, periodo en el que se estima que se levante la planta (comenzará en 2026).

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