La República romana comenzaba a dar signos de agotamiento ante el ascenso de grandes figuras militares, cuando Cicerón pronunció una de los discursos más célebres de la historia: Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? (¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?), esta pregunta era el prólogo de un breve discurso en el que el romano acusaba a Catilina de tratar de hacerse con el control absoluto y que pasó a la historia como uno de las mejores intervenciones políticas de la historia. El político romano quedó como ejemplo de orador que cuidaba tanto el mensaje como la forma, buscando con sus palabras deslumbrar, conmover y establecer autoridad moral e intelectual. En tiempos de inmediatez, de vídeos de menos de 1 minuto, exceso de ruido y discursos vacíos, resulta casi revolucionario volver a lo esencial: no tanto a lo que decimos, sino al modo en que lo hacemos. Ese es el punto de partida de Cómo mejorar tu forma de comunicarte, el libro de Carlos Pérez Salguero, que apuesta por un mensaje clásico y urgente: comunicar bien implica cultivar valores. Es una forma de liderazgo basada en la palabra y en la coherencia.
Pérez Salguero, coronel de las Fuerzas Aéreas y profesor de comunicación en el Ejército del Aire, asegura que "siempre podrás mejorar como persona y como comunicador, si crees, eres constante y te pones a ello con el debido empeño". No se trata solo de dominar técnicas, sino de trabajar el carácter. La comunicación, entendida así, se convierte en una responsabilidad ética. El texto propone un decálogo de virtudes que todo comunicador debería tener presentes: fe, perseverancia, prudencia, justicia, fortaleza, templanza, confianza, respeto, sinceridad, paciencia, flexibilidad, tolerancia, valor, sencillez, humildad y pasión. Valores que impregnan tanto el fondo como la forma del discurso y convierten cada intervención pública en un ejercicio de integridad.
La eficacia comunicativa, en esta visión, no reside únicamente en la claridad del mensaje, sino en la autenticidad percibida. "Lo importante, no lo olvides, no es sólo hablar bien (que también, pero que la mayoría ya lo hace), sino luchar por convertirte en una persona con valores, y que esto se capte por quienes te atiendan", subraya Pérez Salguero. Es una ética del decir, no una estrategia de imagen. Esta mirada entronca con una tradición clásica, de Cicerón a la retórica humanista, que entiende la oratoria como herramienta de formación cívica. No basta con convencer: es necesario generar confianza. De ahí la insistencia en que lo dicho coincida con lo hecho. La palabra, en este planteamiento, cobra sentido cuando va acompañada del ejemplo.
Carlos Pérez Salguero.
El libro ofrece orientaciones prácticas: desde cómo preparar una charla hasta la importancia de la comunicación no verbal, la gestión de la voz, los gestos y la mirada. Se recomienda conocer al público, adecuar el contenido al entorno, planificar los recursos audiovisuales y respetar el tiempo del otro. En una sociedad saturada de discursos, la claridad y la sinceridad se convierten en formas de respeto. "Todo en el comunicador debe atraer: su presencia, sus palabras y gestos, y su personalidad", recuerda el autor. Comunicar, en este sentido, no es un acto de protagonismo, sino de entrega. Cada intervención es una oportunidad para construir o desgastar el vínculo con el otro.
El enfoque también incluye una dimensión emocional y pedagógica. Comunicar también implica manejar emociones, mostrar pasión e incluso aceptar la vulnerabilidad. "La sonrisa siempre atrae, y es contagiosa", escribe Pérez Salguero. A veces, un gesto basta.
La propuesta es una comunicación plena, que conecta ideas con sentimientos, y contenido con forma. Pero sobre todo, se sostiene en una convicción sencilla: comunicar con responsabilidad es uno de los gestos más transformadores que una persona puede hacer. En un momento histórico en que proliferan discursos huecos y liderazgos inconsistentes, esta obra devuelve protagonismo a las virtudes. Y recuerda que, al hablar en público, la vía más segura no es la más corta, sino la que pasa por el trabajo interior, la coherencia y la honestidad. Porque el mensaje más convincente es aquel que refleja con nitidez la verdad de quien lo pronuncia.
mcrobio
27/05/2025 20:27
Antes que Cicerón lo había dicho Catón el Mayor: vir bonus peritus dicendi. El discurso de Cicerón contra Catilina no fue precisamente breve, constaba de cuatro discursos de los que sólo pudo pronunciar el primero debido a la fuga de Catilina.